Lianne Garbey Bicet - Revista Mujeres / Fotos: Tomadas de la página de la Nave.- Cinco años de compartir historias, risas, emociones y arte han convertido a la Nave Oficio de Isla en un referente cultural en nuestro país. Este espacio, fundado en 2019, ha sido testigo de la evolución de un colectivo que no solo se dedica a la representación teatral, sino que también aboga por la visibilidad y el empoderamiento femenino en el ámbito artístico cubano.

Desde su creación, la Nave ha destacado por su enfoque inclusivo y diverso, donde las voces femeninas han sido figuras centrales. Actrices como Rebeca Rodríguez, Yaité Ruíz, Andrea Doimeadiós y Jessica Aguiar han interpretado papeles que reflejan la complejidad y riqueza de las experiencias femeninas.

 En producciones como “Navidad”, “Luz” y “El Collar”, estas actrices se desdoblan en la piel de los personajes para abordar problemáticas sociales, entre otras la violencia de género, los conflictos familiares y las dinámicas intergeneracionales. 

Gracias a su enfoque novedoso, esta comunidad creativa ha logrado atraer a un diverso grupo de creadoras que encuentran en la Nave un entorno propicio para la realización de sus visiones artísticas y el desarrollo profesional. 

Actrices, directoras y dramaturgas han encontrado en este espacio una plataforma para explorar nuevas narrativas y formatos. Así lo destacaron algunas intérpretes durante el “Segundo Coloquio Nave Oficio de Isla: 5 años de compartir la creación”.

Una de las voces más consagradas de este colectivo es Rebeca Rodríguez, quien describió la desnudez con que asumen cada puesta en escena. “Yo venía de una experiencia totalmente convencional. Pero, al llegar aquí, me di cuenta dw que no hay espacio para el simulacro, por eso hablo de la desnudez. Aquí el actor, desde que entra, está conectado con el personaje hasta que sale”. 

“Ya en Oficio de Isla se venía marcando la pauta, pero en Luz comenzó a desarrollarse. Desde que entramos los actores, estamos en personaje, viviendo el mundo, ese mundo que se crea ahí en cada escena, a medida que vamos cantando y desarrollando la historia. Ya en "El Collar" fue madurando este tipo de hacer teatro nuestro, que no es absoluto, se ha alimentado de muchas poéticas que conocemos, porque es como un gran ajiaco y estamos saboreándolo en estos momentos”, comentó.

Junto a Rebeca, otras actrices han descubierto con la Nave nuevas formas de asumir la interpretación artística. Este es el caso de la reconocida Yaité Ruíz, quien al andar por estos senderos ha extendido su quehacer más allá de la actuación y la enseñanza, asumiendo en ocasiones algunos roles de dirección. 

“Desde que yo llegué a este lugar, no hace mucho, ha sido una constante superación. Sabes, cuando uno se gradúa y pasa por diferentes grupos teatrales, cada uno con su estética, con su modo de llevar el mensaje de la fusión del arte hacia el público, uno se va adecuando a esa disciplina en cada lugar. Pero, curiosamente, este lugar ha sido como mi segundo ISA, ha sido como mi maestría. 

“Porque aquí yo he podido conocer más de performance, sobre la danza, he podido recibir talleres gratuitos, que no pasan todos los días, de diferentes disciplinas; eso completa y llena mucho las carencias que uno va teniendo como profesional, a medida que empieza la vida activa como actor. 

Pocas veces me he encontrado en un lugar donde yo puedo hablar desde mí misma, desde mis propias improvisaciones personales a modo de una imagen, de una canción, de simplemente estar; eso para mí ha sido realmente muy significativo”, destacó. 

 En el caso de Yaité, una de las experiencias más bonitas que ha tenido han sido los talleres con un público muy especial, con el cual experimenta junto a Rebeca Rodríguez algunos saberes de la bioneuroemoción, la meditación activa y el estar presentes.

“Ser impulsada por Alberto y por Doime para realizar este taller que nombramos Interacción con personas de la tercera edad o mayores de 60 años es muy gratificante. 

Es un público en el que realmente no pensamos mucho, no miramos hacia esa etapa de la vida. Siempre se piensa en los jóvenes, en que sigan adelante, en que son el futuro, y eso está bien; pero ayudar a esta gente es como ayudarme a mí misma a encontrar un poco de inteligencia emocional, algo que era necesario e importante en mi vida profesional”, explicó.

Precisamente, la dirección de Osvaldo Doimeadiós ha permitido que estas creadoras se sientan valoradas y escuchadas, lo que ha fomentado un ambiente colaborativo donde cada una de ellas se siente como parte fundamental del proceso creativo. 

Es el caso de Jessica Aguiar, una de las actrices más jóvenes en este colectivo, quien describe que la Nave, desde un inicio, ha sido como su "familia" y su "refugio".

 “Yo llegué en pañales, estaba recién graduada, no tenía experiencia en el mundo profesional y sí tenía como muchas lagunas. Doime y el proyecto me dieron la oportunidad de poder desarrollarme, saber cuáles eran mis debilidades y fortalezas.

 Ha sido como un padre muy generoso, muy moderno, porque ha sabido darnos a cada uno nuestro espacio, como hijos que queremos descubrir cosas, salir al mundo, cumplir nuestras metas; pero siempre volvemos al lugar, a los cimientos, a lo que nos ha inculcado, a esa hora del teatro, esos valores que yo he adquirido aquí. Les agradezco a todos por eso”. 

Con su trabajo integrado y enfoque horizontal, la comunidad creativa Nave Oficio de Isla ha logrado crear un diálogo continuo que nutre tanto a los participantes como al público, haciendo de cada iniciativa una experiencia única y enriquecedora. 

Las historias contadas por estas actrices son un vivo ejemplo de cómo el arte puede ser una herramienta poderosa para el cambio social y una plataforma para amplificar las voces femeninas en nuestro país.