G. Giacosa - Cubadebate.- La noticia que usted leerá a continuación es muchísimo más relevante de lo que pudiéramos imaginar. Escuetamente dice así: "El Fondo Monetario Internacional expresó su preocupación de que la creciente dependencia global en los granos como fuente de combustibles podría tener serias implicaciones para los pobres del mundo".


Que el FMI, que se ha dedicado metódicamente a la multiplicación de los pobres con más éxito que Jesús en la multiplicación de los panes, diga que los agrocombustibles podrían tener "serias implicaciones para los pobres del mundo" es algo así como que un terrorista con un cinturón de explosivos en su cintura nos advierta, mientras activa sus espoletas, que debemos cuidar nuestra salud y evitar el cigarrillo y el alcohol.

O es que los crea y luego quiere velar por ellos, no vaya a ser que se les ocurra escapar a su condición. O es que el FMI teme quedarse sin pobres que sirvan de mano de obra barata para que todos los países subdesarrollados puedan ser todo lo competitivos que el sistema requiere. Felizmente, luego de que Argentina, Brasil y otros países saldaron sus deudas con este organismo financiero internacional, se le acabaron los fondos originados en los intereses que pagaban los propios perjudicados, para que sus misiones de supervisión dijeran lo mismo que podrían decir por teléfono desde su sede central, pero desde hoteles cinco estrellas.

Hoy el FMI ha cambiado de caudillo, sustituyendo al impresentable y testarudo Rato por un francés con nombre de vals que promete una música más moderada para los países pobres y una mayor participación del conjunto de la comunidad internacional en las decisiones que se tomen. Lo curioso [que pocos periodistas se ocupan en resaltar] es que las declaraciones del FMI se dicen cada vez con voz más apagada y se leen con una sonrisa de sorna en los labios cada vez más pronunciada. Los consejos económicos dados a EEUU por ejemplo, que es su principal patrón y que atraviesa una crisis de magnitud histórica, son tan ignorados por la superpotencia como obligatorios se volvieron a los países cuyas crisis ayudaron a ahondar.

El FMI, instrumento indiscutido de políticas destinadas a defender los intereses de empresas transnacionales y orientado a mantener un 'statu quo' de sujeción a los poderes establecidos, ha dado con esta declaración, un giro que perjudica a las súper empresas que fabrican semillas patentadas, fijan los precios, recogen las cosechas, las comercializan, imponen condiciones y castigos, amenazan a los campesinos y tienen su propia Policía Genética para controlarlos.

En la jungla financiera no solo se dedican a comer pequeños bocados, también tratan de devorarse entre ellos. Y con el naciente negocio de los agrocombustibles el FMI ha debido hacer una opción: o las petroleras o la industria de los transgénicos, y se ha inclinado, en un ataque de racionalidad, por la industria petrolera.

¿Racionalidad o necesidad de ganar credibilidad? Difícil decirlo. El FMI no se maneja con valores que tengan el ser humano como objetivo del desarrollo. 


 

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