Cuba por Siempre


Recientemente el medio Político, especializado en temas de la política estadounidense, lanzó un artículo bien interesante sobre el probable futuro de Marco Rubio como Secretario de Estado en la administración Trump.

Según el texto, Rubio tendrá suerte si dura un año en el cargo, para ello se basan primero en la resistencia existente a su figura en la base del movimiento trumpista Make America Great Again» (MAGA), luego en el nombramiento (en el futuro gobierno) de otros funcionarios con portafolios superpuestos y finalmente a la debilidad en la que actualmente se encuentra el cargo que estaría recibiendo.

El autor señala que ha conversado con una docena de funcionarios estadounidenses y extranjeros, incluyendo personas que le desean éxitos, sin embargo aseguran que podría durar dos años como máximo, y otros auguraron incluso menos de un año.

Dentro de MAGA, aun no le perdonan sus enfrentamientos con su adorado Trump durante las primarias republicanas de 2016; lo ven como un sujeto del establishment no alineado a las ideas anti-establishment representadas por el movimiento y lo valoran como un personaje demasiado intervencionista alejado del «America First».

Para durar más allá de las estimaciones anteriores se considera en Político, que Marco Rubio debería estar dispuesto a soportar un montón de abusos y quedarse en un segundo plano. Un diplomático extranjero en anonimato señaló que:  «Si es hosco o se queja, la humillación escalará y luego será despedido. Si lo soporta, acepta la humillación y sonríe con los dientes apretados, sobrevivirá hasta que alguien más le susurre al oído de Trump.»

Trump igualmente ha nombrado una serie de enviados especiales que se superpondrían con los puestos del Departamento de Estado, accediendo directamente al presidente y estableciendo una competencia. En este caso se señala a Richard Grenell, amado por el movimiento trumpista, quien ha querido ser secretario de estado y se predice pudiera ser el reemplazo de Rubio. Grenell será designado como enviado presidencial para misiones especiales estando ubicado en lo que consideran los lugares más conflictivos del mundo, incluyendo Venezuela y Corea del Norte, por tanto es muy probable que también tome las cámaras en los diálogos sobre Ucrania, lo que le conferiría un mayor protagonismo frente a Marco Rubio.

Otro factor con el que tendría que lidiar sería el propio egocentrismo de Donald Trump, quien sería su propio súper enviado, tendiendo a forjar un camino en la política exterior sin esperar por el Departamento de Estado, poniendo en no pocos aprietos a Rubio, por ejemplo si sería correcto invadir a Groenlandia, a Panamá o cambiar el nombre del Golfo de México. En tal sentido, un exfuncionario de la administración Biden, hipotetizó que Rubio estará designado en ese cargo porque Trump «no ve ningún papel para el Departamento de Estado en la formulación de política exterior».

Igualmente si Marco Rubio pretende finalmente apostar por la Casa Blanca en las siguientes elecciones presidenciales, tendría que dejar el cargo antes de cumplir los cuatro años para reintegrarse al debate de la política interna, un asunto que los secretarios de Estado evitan.

Pero si finalmente está empeñado en completar el período, concluye Político, Rubio debería estar dispuesto a dejar que el Departamento de Estado se desvanezca en la irrelevancia, algo que no parece coincidir con la personalidad prepotente del mafioso de Miami, estrategia que igualmente no tiene asegurado resultados positivos, si tenemos en cuenta al primer Secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, un personaje que aun en la penumbra apenas pasó del año en el cargo.

Si cierto es que para la administración Trump, Cuba o Latinoamérica no parecen ser una prioridad, y que pudiéramos estar en presencia de un posible corto mandato de Marco Rubio en el Departamento de Estado, no se puede menospreciar el impacto político del círculo de cabildeo Republicano de la Florida, desde donde se configuraron todos los ataques y paquetes de sanciones en el anterior mandato.

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