Ronal Suárez Ramos - Pinar del Río.- Una sentida manifestación de duelo y a la vez de repudio a la Ley de Ajuste Cubano que alienta acciones vandálicas y criminales como esta, constituyó el sepelio del teniente coronel Víctor Ivo Acuña Velázquez, asesinado por quienes pretendían secuestrar un avión cubano con el fin de emigrar a los Estados Unidos.


Criado en el seno de una familia humilde y revolucionaria, con profundas tradiciones patrióticas, Víctor había nacido el 6 de abril de 1966 en la provincia de Granma y 10 años después pasó a residir en Pinar del Río.
Aquí cursó estudios hasta el preuniversitario y en 1983 ingresó a la escuela de cadetes General Carlos Rolof, de la cual egresó convertido en ingeniero en comunicaciones.
Durante su vida militar transitó por distintos cargos vinculados a esa especialidad (comunicaciones), e igualmente fue ascendido sucesivamente hasta el grado de teniente coronel.
Consagrado a las actividades que desarrollaba y a su superación profesional, recibió varias condecoraciones y distinciones, entre ellas las medallas 40 y 50 Aniversario de las FAR.
La noche en que se desencadenaron los hechos que condujeron a su desaparición física, tomó el ómnibus que más tarde fue asaltado por dos individuos y conducido hasta el aeropuerto internacional José Martí, donde penetró violentamente y llegó hasta donde se encontraba una aeronave, sin pasajeros ni tripulación en ese momento.
Ya dentro, y aún desarmado, enfrentó a los delincuentes en un gesto acorde con los principios que le caracterizaban, hasta resultar ultimado a balazos. Su acción y las que le sucedieron, contribuyeron a frustrar el acto criminal y lograr el rescate del resto de los rehenes.
Una vez más, la Ley Asesina del vecino del Norte que estimula actos como este, deja huérfana a dos niñas de 5 y 8 años de edad, y enluta a una familia cubana.
Como expresara en la despedida de duelo el coronel Eusebio Cordero Sierra, jefe de la gran unidad de las FAR situada en la región occidental a la que pertenecía el destacado combatiente, "Acuña murió como vivió, con la estrella que dignifica a los revolucionarios e ilumina el camino que debemos seguir todos.
"Su coraje, su arrojo y valentía, lo inmortalizan para la eternidad, y hacen de él un símbolo que resurge en cada uno de nosotros y nos obliga moralmente a seguir la senda de su imperecedero recuerdo."
A propuesta del Ministro de las FAR, General de Ejército Raúl Castro, el Consejo de Estado le otorgó la Medalla al Valor Antonio Maceo, que fue entregada póstumamente horas antes del sepelio.
El pueblo pinareño, consternado con la noticia y admirado por la actitud inclaudicable de su hijo adoptivo, colmó los alrededores de la funeraria local para rendirle honores al paso del cortejo fúnebre, encabezado por la Unidad de Ceremonias del Estado Mayor General de las FAR, imagen que se repitió en el cementerio donde reposan sus restos.
Junto a la familia Acuña Velázquez, se encontraban los integrantes del Comité Central: general de división José Carrillo Gómez, jefe de la Dirección Política de las FAR, y Olga Lidia Tapia Iglesias, primera secretaria del Partido en la provincia, entre otros dirigentes y oficiales de las Fuerzas Armadas, familiares y compañeros de armas.

Contra Cuba
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