Jean-Guy Allard - Granma Internacional.- Posada es un killer, un asesino que mata sin emoción alguna, pero que sí sabe demasiado y constituye un real peligro para los que durante más de 40 años lo utilizaron, comenta Fabián Escalante, el ex Jefe de la Inteligencia cubana, al recordar, en entrevista con GI, la ofensiva terrorista de 1976 en medio de la cual Orlando Bosch y Luis Posada Carriles provocan la explosión en pleno vuelo de un DC-10 de Cubana de Aviación. Después de dirigir los servicios cubanos de contraespionaje, Escalante pasó a ser jefe del Departamento de Seguridad del Estado, precisamente en enero de aquel fatídico año 1976 cuando Bosch y Posada ejecutan la campaña de atentados que culmina con el asesinato en Washington del ex canciller chileno Orlando Letelier y la destrucción del avión que dejó 73 víctimas mortales. 
Al abordar el tema, Escalante relata algunos hechos inéditos ocurridos en aquel período. "Casualmente, y eso se supo después, en los mismos días en que Bosch y varios de sus cómplices llegaban a Santiago, en el mes de diciembre de 1974, para ponerse a disposición de Pinochet y convertirse en sus terroristas a sueldo, los servicios de seguridad cubanos iniciaban un importante operativo contra la CIA, en varios países latinoamericanos, en busca de información relativa a estas actividades, que ya se conocía estaban en marcha".
 
"Bosch va a ofrecerse a Pinochet, con este grupo de terroristas de origen cubano que se convertirían en los asesinos de la Operación Cóndor. El se reúne con el general Manuel Contreras, entra en contacto con el agente norteamericano Michael Townley y organiza pocos meses después el secuestro de dos funcionarios cubanos en Argentina que fueron brutalmente asesinados.
 
"Los servicios de seguridad organizaron un operativo que estaba destinado a descubrir cuáles eran los planes terroristas que se estaban preparando.  Por supuesto, no sabíamos que existía la Operación Cóndor, pero ya conocíamos sus instrumentos. Reitero que nada se sabía de sus dimensiones, pero sí de la peligrosidad y recursos con que contaban los principales organizadores.

"Además, reitero, sí teníamos informaciones importantes a través de la penetración que habíamos logrado en las estructuras de la CIA, de que se había activado un mecanismo subversivo, que ellos en su oportunidad denominaron ‘operaciones autónomas’.”

 

LA GENESIS DE LAS ORGANIZACIONES TERRORISTAS

El concepto de organización autónoma es algo que se acuñó en 1963 y fue aprobado por el Fiscal General Robert Kennedy, recuerda Escalante.

"Este concepto, básicamente, establecía que la CIA creaba organizaciones de contrarrevolucionarios cubanos que tenían que operar fuera del territorio norteamericano. La CIA les asignaba oficiales de caso para que los atendiera, les fijaba sus objetivos para la acción, les subvencionaba en dinero y material de guerra y… se enteraba del resultado de sus acciones en el periódico".

"Y precisamente en 1974, conocimos que éstas habían sido nuevamente activadas, aquel concepto operativo que devino  en génesis de las organizaciones terroristas".

¿Supieron de la estancia de Bosch en Chile?

— No sabíamos que Bosch estaba en Santiago de Chile. No sabíamos eso.   Pero sí sabíamos que estos grupos, donde estaban Bosch, Alvin Ross, los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampoll, con Luis Posada Carriles y Ricardo 'El Mono' Morales Navarrete, en Venezuela, Antonio Veciana Blanch, en Bolivia, se estaban preparando para desencadenar una operación contra Cuba. Una operación que, en el año 76, el propio Orlando Bosch denominara “la guerra por los caminos del mundo".

“Teníamos información y estábamos trabajando en eso. Pero no contábamos con toda la información y sus detalles. Lamentablemente no se pudo descubrir todo el conjunto de los planes. Se trataba de planes muy secretos. Pero aún así, se comenzó a preparar y activar a todos los agentes infiltrados en las redes de la CIA para buscar esta información.

“Paradójicamente, en la misma fecha en que Bosch está comenzando sus actividades en Santiago de Chile, escogiendo a sus colaboradores y casas de seguridad para ponerlas al servicio del mecanismo de Cóndor, en este mismo momento, muy cerca de ellos, los servicios cubanos iniciaban su operación de penetración en redes de la CIA que al final, posibilitaría el desmantelamiento de algunos de los complots planeados.

“Recuerdo que un subproducto de aquel operativo fue la denuncia y desenmascaramiento del entonces jefe de la estación CIA en Lima, Perú, una importante base operativa de la Agencia en la región. Como resultado de estas acciones, la CIA no tiene otra alternativa que retirarlo y destinarlo en otro país.

“Para 1975 habíamos alcanzado una importante penetración y me refiero a las redes de la CIA destinadas al trabajo contra Cuba y dentro de varios de los grupos terroristas que desde Miami actúan contra nuestra patria y en donde hasta 1969 habían contado con una poderosa base operativa.

“En esos años se producen intensos combates en las sombras. Las informaciones son para actuar. Hay un grupo de planes que van a ser desarticulados y otros lamentablemente no. Me refiero a colocación de bombas en aviones, de atentados a funcionarios y diplomáticos en el extranjero, ataques terroristas contra empresas que comerciaban con Cuba en varios países de la región.”

¿Hasta qué punto lograban ubicar a cada uno de los numerosos grupos activos en aquel momento?

— Estábamos buscando por muchos lados al mismo tiempo, en muchos países. Esta gente se movía mucho, estuvieron en México, en Centroamérica, en Venezuela, donde Posada Carriles era prácticamente el segundo jefe de la DISIP y Ricardo Morales Navarrete era jefe del departamento de contrainteligencia. Ahí tenían una plaza fuerte.

“También en Bolivia, donde estuvo Antonio Veciana Blanch. Habían creado estructuras —con el asesinato del Che, es decir, a finales de los 60 y principios de los 70—, además del narcotráfico porque el rasgo común de toda esta gente es que además de su acción contra Cuba, están vinculados a todo el tema del narcotráfico, del contrabando. Era la forma de hacer más dinero. Hay que decir que la guerra contra Cuba, el país que los vio nacer, se convirtió para ellos en una forma de hacer dinero, mucho dinero.  “Informaciones surgidas a raíz de las investigaciones del Congreso de Estados Unidos sobre los complots de la CIA para asesinar a Fidel, exponen que Antonio Veciana recibió en 1976 por parte de su oficial de caso de la CIA un pago por 360 000 dólares. ¿Por qué ese pago, si se supone que todas las operaciones en las cuales participó fueron financiadas puntualmente? Es que acaso pretendían comprar su silencio, sobre un delicadísimo asunto?

¿Qué otras millonarias sumas se habrán pagado a Bosch, Posada y sus otros asociados en todos estos años de terror? Y todavía no se había creado la Fundación Nacional Cubano Americana.”

Y llega el año 76, con su sucesión de atentados. ¿Cómo enfrentan estos acontecimientos?

— El año 76 fue un año muy duro para nosotros. Nos preparamos, desarticulamos un buen número de estos proyectos terroristas. Son hechos frustrados, conocidos con antelación por los servicios de inteligencia cubanos y, por tanto, quedaron en el anonimato. Sin embargo, lamentablemente, otros muchos, los conocidos públicamente, no pudimos desmantelar y todas esas acciones terroristas del 76 van a desembocar en la explosión del avión cubano.

“En aquel año se desencadena la ola de terror cuidadosamente planeada por la CIA, ya entonces dirigida por George Bush padre. Pinochet ordena los asesinatos de los generales Prats, de Chile y Juan José Torres, de Bolivia, se vuela la embajada cubana en Lisboa, se asesina a varios diplomáticos y funcionarios cubanos en países del área, se vuela por los aires en plena ciudad de Washington el auto de Orlando Letelier, el ex canciller chileno, y finalmente se derriba con dos bombas y en pleno vuelo un avión comercial cubano.  Son planes que están realizando esta gente en cumplimiento de la Operación Cóndor.”

¿Qué se sabía entonces en Cuba, de Luis Posada Carriles?

— En el 76, teníamos información muy fragmentada sobre Posada. Orlando Bosch, Antonio Veciana, los hermanos Novo Sampol, Nazario Sargén, Jorge Mas Canosa y otros muchos dirigentes de organizaciones, eran quienes planeaban y tenían el contacto con la CIA y por tanto significaban la oportunidad de conocer directamente cuándo y dónde proyectaban actuar y por esa causa estaban dentro de las prioridades de entonces.

“Posada nunca fue líder de nada. Posada es un asesino a sueldo, un terrorista a sueldo. Es un killer, un asesino como los que protagonizan las películas norteamericanas, que lo mismo matan a Juana que a su hermana, sin emoción alguna, sólo por dinero, por interés.

“Pero sí es un testigo muy, muy peligroso.

“Recuerdo que en 1971 surgen informaciones relativas a un complot para asesinar al Comandante durante su viaje a Chile en el cual estaba involucrado Posada. Después, años más tarde, se conocieron los detalles. El complot era realmente diabólico. Su primera fase consistía en utilizar una cámara de cine para ocultar un revolver con el cual dos testaferros de Posada y acreditados como periodistas venezolanos, debían actuar contra el líder cubano durante su primera conferencia de prensa a su ingreso en Santiago de Chile. Para tales fines, Antonio Veciana y su grupo Alfa 66 habían introducido armas y explosivos para disponer de otras alternativas para asesinar al Comandante en Jefe, en caso de que el primer intento fracasara.

“Un plan B fue cuidadosamente planeado por Posada Carriles, entonces jefe de operaciones de la policía política venezolana. Resultó que por esos días estaba en Caracas un corresponsal de la agencia soviética TASS que también era oficial del KGB. Posada se las arregló para fotografiar a sus dos agentes mientras conversaban con el ruso, con el objetivo de, después del asesinato del Comandante, desatar una campaña mediática en la que se mostrarían las fotos, acusando a los soviéticos de ser los autores del crimen, a causa de "las contradicciones políticas existentes". Posada y Veciana se habían puesto de acuerdo con el coronel de carabineros chileno Eduardo Sepúlveda, responsable de la seguridad en el local donde Fidel daría la conferencia de prensa, para que en vez de apresar a los asesinos, los eliminara y así evitar cualquier indiscreción.”

¿Donde está usted cuando explota el avión de Cubana?

— Yo estaba en una visita oficial en la URSS. Este fue un día terrible. Con la diferencia de horario, me enteré tarde en la noche, muy tarde, el propio día 6 o en las primeras horas del siguiente. Eramos dos o tres cubanos juntos ahí… fue una noche terrible porque nos dimos cuenta de que no hicimos todo lo que deberíamos haber hecho.  Mi impresión fue… de mucho dolor, un sentimiento de impotencia muy grande. Inmediatamente regresé.

“De inmediato nuestro Gobierno envió a Barbados un equipo de técnicos e investigadores. En pocos días, gracias a las investigaciones realizadas y las declaraciones de Hernán Ricardo y Freddy Lugo, capturados en la Isla de Trinidad, se conocieron casi todos los detalles y los autores intelectuales, Orlando Bosh y Luis Posada.

“Los documentos recientemente desclasificados demuestran que lo sabía la CIA, el FBI, la embajada de EE.UU. en Venezuela … Y nadie hizo absolutamente nada para evitar aquel monstruoso crimen.”

¿En algún momento, penetraron a la CORU?

— La CORU no, pero organizaciones que lo componían, sí.  A veces he pensado que si los servicios cubanos hubieran dispuesto de los ultramodernos equipos de comunicaciones de que entonces disponía la CIA, seguramente varios complots más se hubiesen evitado. En esa época, ellos estaban actuando con equipos de comunicación que se llamaban de tiro rápido, que transmitían los mensajes en 15, 16 segundos. La rapidez en las comunicaciones fue el principal problema que nosotros teníamos: recoger la información y traerla para analizarla. Porque la información vale cuando se puede cotejar con otra información, cuando se analiza y se medita.

“En aquellos años, la información, a veces, se demoraba muchos días en llegar. Recuerdo el caso de un informante que con una importante información en sus manos, se robó una lancha en Miami y vino para acá, a Cuba, para traerla. La correspondencia de entonces, tanto de salida como de entrada a Cuba, tenía que pasar por un centro que la CIA había dispuesto en ciudad México donde la revisaba cuidadosamente.

“A partir del final del 76, en el 77 y el 78, estas acciones terroristas van a ir desapareciendo como resultado de las acciones de los servicios de inteligencia y de contrainteligencia cubanos y las importantes —y diría decisivas— medidas políticas que se toman en torno a la emigración cubana, que van a resultar a la postre un elemento neutralizador de primer orden.”

Escalante añade que como colofón a su cadena de actividades criminales, la CORU había previsto asesinar al presidente Fidel Castro en noviembre de 1976, en Luanda, durante los actos de toma de posesión de Agostinho Neto, pero el plan fue descubierto por un agente cubano. El propio Fidel lo denunció en su discurso por el sepelio de las víctimas de Barbados.

¿Qué pasó con la CIA y sus organizaciones autónomas?

— Al final, pienso que se les fueron del control. El caso de Bin Laden es un ejemplo. Hay un interesante libro escrito por el norteamericano David Wise, El gobierno Invisible, que expone el tema. Organizaciones como la CIA o el Mossad en Israel u otras en otras regiones del mundo, adquieren un poder ilimitado, porque tienen información que pueden manipular o maquillar a sus propios presidentes y además poseen la capacidad de actuar sin control para obtener secretos resultados. Recordar el escándalo del llamado Iran-Contra donde el Consejo de Seguridad de Estados Unidos se involucró en una inmensa operación de contrabando de drogas, para sufragar la guerra sucia contra la Nicaragua sandinista.

“Imagínese, la Agencia Central de Inteligencia, en los años 60, con bases diseminadas en todo el mundo, manejando operaciones tan delicadas como los vuelos de los aviones espías U-2, con radares ultramodernos, con una gran base operativa en Miami con un presupuesto de 100 millones de dólares (equivalentes a mil de ahora), con 55 empresas fantasmas que producían ganancias incontroladas. A dónde fue todo aquel dinero que produjo la guerra contra Cuba?

“Hay una película norteamericana de los años 70 que es fabulosa, que se llama precisamente Los Días del Cóndor, que interpreta Robert Redford, que cuenta cómo una unidad de la CIA que se dedicaba a estudiar las novelas policíacas a causa de un error o una mala interpretación, pone en evidencia una ultrasecreta operación encubierta en marcha. La decisión que los jefes toman es liquidar a todos los empleados, que no son otra cosa que lectores de novelas y varios elementos atacan la casa donde radica la unidad y liquidan a todos, menos a Redford, que ha salido a buscar la comida. Y entonces es donde comienza el filme y la huida de Redford perseguido por todos sus jefes. La anécdota refleja hasta dónde se puede llegar en ese oscuro y tenebroso submundo.”

¿No será eso lo que le pasó a Posada en Guatemala?

— Yo creo que ahí está presente el tema del narcotráfico. Porque recuérdese que Posada se escapa, entre comillas, en el 85, de una cárcel de Venezuela y lo recibe en El Salvador Félix Rodríguez Mendigutía, nombrándolo jefe de operaciones de la CIA en el aeropuerto de Ilopango y responsable de los vuelos de abastecimiento de la Contra nicaragüense.

“En ese momento, en Honduras, hay un señor, Mario Delamico, de origen cubano, muy vinculado a la CIA y con el ejército hondureño, en contacto con otros mercenarios incluidos varios de su mismo origen que radican en Costa Rica y poseen varias empresas y van a estar responsabilizados con la recepción y distribución de los vuelos cargados de armas que envía Posada y  reenviarle en los mismos aviones la droga procedente de Colombia para su traslado a Estados Unidos.

“Este era el negocio manejado por Luis Posada Carriles, subordinado directamente a Félix Rodriguez, el asesino del Comandante Ernesto Guevara.

“Lo que pasó en Guatemala yo no lo sé. Pero después de la captura en territorio nicaragüense del piloto norteamericano Eugenio Hassenfus, cuando lanzaba armas a los Contras, Posada tiene que desmantelar su campamento en El Salvador.

“Qué hace después, habrá que preguntarle, yo al menos no lo sé. Se dice que cuando se fue a ciudad Guatemala, unos sicarios, probablemente por el tema de la droga, quisieron matarlo. Hasta ahí la información conocida. Ahora  me pregunto: ¿Con qué dinero se habrá quedado? ¿Qué habrá hecho? ¿A quién habrá querido tumbar y darle la mala? Esto queda por averiguar.”

¿Qué reflexiones le ha inspirado el proceso judicial contra Posada Carriles desde su llegada a EE.UU.? ¿A dónde va todo eso?

— Bueno… al perdón oficial. No cabe la menor duda. Hay algo que está subyacente, no solamente en el caso de Luis Posada Carriles sino en toda la política norteamericana actual y es su brutalidad y prepotencia.

“Antes eran más profesionales, más hábiles. Antes había gente más inteligente. Estos que están ahora, si de algo estoy seguro es de que no son inteligentes.

“Antes existió un Robert Kennedy y un Richard Helms que idearon las operaciones autónomas para sacarse el lío del suelo norteamericano y hacer valer la doctrina norteamericana de la negación plausible. Es decir, tener siempre elementos para negar la participación de EE.UU. en un hecho específico.

“Ahora, estas gentes son vulgares, tan vulgares como el propio presidente norteamericano. Estaba claro que EE.UU. no podía permitir que Posada fuera juzgado.

“Primero ocurrió la situación en Panamá, donde no tuvieron otra alternativa que juzgarlo porque había sido detenido con las manos en la masa. Y resultaba evidente que cuando la señora Mireya Moscoso saliera del poder lo iba a indultar porque era parte de eso. Era agente de Estados Unidos.

“Después se perdió por El Salvador, estuvo por Yucatán e ingresó a EE.UU. cumpliendo la orden de sus jefes. Posada no hubiese hecho eso nunca sin una orden expresa. Sus manipuladores le dijeron: ven para acá que vamos a hacer contigo lo mismo que hicimos con Orlando Bosch.

“Pero no contaron con la acción de las personas solidarias, del periodismo independiente y entonces ocurrió la denuncia y se puso en evidencia. La presión de Cuba ha sido muy decisiva, tan decisiva que ellos probablemente no hubiesen hecho lo que tuvieron que hacer sin la denuncia cubana, las marchas combatientes, las mesas redondas, las tribunas abiertas, la solidaridad internacional, que son, a mi juicio, mecanismos de presión que han sido esenciales para que EE.UU. se viera obligado a hacer todo lo que ha hecho, tratando de juzgarlo por inmigrante ilegal.”

Pero aseguran que siguen investigándolo… Thomas Shanon, el subsecretario de Estado, acaba de afirmarlo… ¿No será cierto todo eso?

— Todo eso es mentira. Una mentira piadosa para satisfacer a algunos demócratas, entre comillas, a quienes no les ha quedado otro remedio que condenar la excarcelación de Posada y que necesitan un argumento para decir: ustedes ven, Estados Unidos sí va hacer algo. No, Estados Unidos no va hacer absolutamente nada.

“Luis Posada se puede morir en cualquier momento. Te lo repito: siempre es un testigo muy, muy peligroso. Y que sabe demasiado.

Fabián Escalante Font nació en La Habana el 24 de noviembre de 1940 . De muy joven, se integra al  naciente departamento de la Seguridad de Estado donde realizó diversas tareas hasta ocupar en 1976 su jefatura. En 1996 pasó a retiro con los grados de General de División. Ha publicado varios libros acerca del tema de la guerra secreta de EE.UU. contra Cuba: La gran conjura, Proyecto Cuba, Operación Mangosta, Acción Ejecutiva, 1963: el complot (Ocean Press).

 

Otra farsa para otorgar impunidad al terrorismo contra Cuba
JEAN-GUY ALLARD
La farsa se repite con el mismo guión de siempre: el abogado mafioso del californiano Robert Ferro, el miembro de Alpha 66 arrestado con 1 571 armas, negoció con la fiscalía una sentencia leve para su cliente, de la misma manera que arregló para Santiago Álvarez, el del Santrina y de otro arsenal, una condena insignificante.

Para ello empleó los mismos trucos que han resuelto, en el pasado, los casos de terroristas cubanoamericanos que tuvieron la mala suerte de hacerse arrestar.

Después de varias maniobras e intrigas del abogado mafioso Arturo Hernández, quien llegó hasta solicitar la entrega de documentos secretos de la CIA, el "coleccionista de armas" se declaró culpable de la mayor incautación de armamentos por el FBI en la historia de Estados Unidos, para así enfrentar solo la acusación de "posesión de armas por un convicto de delito grave".

El terrorista se encontraba acusado de siete cargos de posesión ilegal de armas. Por haber sido condenado una primera vez, en 1992, por "posesión de explosivos ilegales", Ferro debería afrontar agravantes judiciales. Sin embargo, en el momento de su arresto, se encontraron en el sótano de su domicilio, entre otros medios de guerra, 35 ametralladoras, 130 silenciadores y 89 000 balas, además de una sala de tiro.

Colmo de lo grotesco: gracias a Her-nández y sus contactos al más alto nivel en el Departamento de Justicia de Alberto Gonzales, socio de Bush, la fiscalía de repente aceptó restringir a 17 armas de fuego y una granada el arsenal hallado en la casa de Upland, California, en abril del pasado año.

Se consideró que las demás armas encontradas eran... de colección.

Ferro recibirá su sentencia el 27 de agosto de mano de la jueza Virginia A. Phillips, quien seguirá evidentemente el complaciente guión observado en el pasado por todos sus colegas en el caso de terroristas de origen cubano vinculados a los planes de la CIA.
En 1992, Ferro había sido acusado de dirigir un campo paramilitar en una granja de pollos en la localidad de Pomona. En esa oportunidad, las autoridades encontraron cinco libras de C-4, un potente explosivo militar.

El miembro de Alpha 66 fue entonces sentenciado a dos años en prisión.

Declaraciones de Ferro donde afirma que preparaba una "invasión" a Cuba con la "bendición" del gobierno de EE.UU., fueron obtenidas por los investigadores de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, cuando se capturó el arsenal de armas.

En aquel momento, esos oficiales dijeron haber encontrado fusiles ametralladoras Uzis y AK-47 en el baño de la habitación principal. Precisaron que la mayoría del armamento se encontraba con peines completos, y añadieron que el campo de tiro del sótano había sido utilizado recientemente, "con silenciadores en las armas para que los vecinos no se enteraran".

Arturo Hernández, el abogado de confianza de la cúpula mafiosa miamense, se encarga de la defensa de una brocheta de asesinos como Santiago Álvarez, Os-valdo Mitat y Luis Posada Carriles. Es gracias a sus estratagemas, que se re-dujo recientemente la sen-tencia de Álvarez y Mitat al entregar más armas que las capturadas en el momento de su arresto.

A pesar del arsenal capturado, su autoproclamada pertenencia a Alpha 66 y sus antecedentes terroristas, el californiano NO ha sido acusado de terrorismo y tampoco de conspiración para cometer actos de terrorismo.

Ferro se encuentra confortablemente detenido desde abril del 2006 en el Cen-tro Metropolitano de Detención de Los Ángeles. Al contrario de los cinco cu-banos arrestados por infiltrar las redes terroristas, a las cuales también pertenecía, no ha sido en-cerrado en una cel-da de confinamiento, en condiciones infrahumanas, no se le han prohibido visitas de familiares y tampoco se le restringieron los contactos con sus abogados.

Es que el "coleccionista" Ferro, además de terrorista cubanoamericano patentado, es veterano de Vietnam y ex oficial de Fuerzas Especiales en el Ejército estadounidense. Aún más meritorio en el regimen bushista, Robert Ferro siempre proclamó que sus actividades terroristas tenían como único propósito realizar acciones terroristas contra Cuba.

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