Tim Weiner - The New York Times - Traducido por Mabel Rivas, del Equipo de Traductores de Cubadebate y Rebelión.- La desclasificación por parte de la C.I.A la semana pasada de los documentos que califica como sus “joyas de la familia” fue algo de lo que se hace solo en los Estados Unidos. Un servicio secreto de inteligencia admitió voluntariamente sus crímenes y sus meteduras de pata. Se recordó a los estadounidenses un fragmento de la historia que aún persiste: la época en los decenios de 1960 y 1970 cuando los presidentes volcaron los poderes del espionaje de la inteligencia estadounidense hacia los propios Estados Unidos, en busca de un enemigo interno.


Como dejan claro las “joyas de la familia”, esta red de intrigas comenzó en la Casa Blanca durante el mandato de Kennedy. Con todo, otro tesoro escondido ya estaba a la vista del público —cintas que el propio Presidente John F. Kennedy había grabado en la Oficina Oval. A continuación figuran transcripciones editadas —y un vínculo a las propias cintas— de dos conversaciones sostenidas en agosto de  1962 en las que Kennedy dio pasos encaminados a espiar al reportero de seguridad nacional para The New York Times, Hanson Baldwin. El presidente estaba furioso. Quería impedir que siguieran filtrándose los secretos.


Esas transcripciones de la Oficina Oval fueron publicadas en octubre de 2001 por el Centro Miller de Asuntos Públicos. Pero como eso se hizo al mes siguiente de los ataques del 11 de septiembre, básicamente pasaron inadvertidos, hasta la semana pasada, cuando se publicaron los “secretos de la familia” que estaban más celosamente guardados.


Esos documentos incluyen una descripción del Proyecto Sinsonte (Project Mockingbird), que incluía la intercepción por parte de la C.I.A. de conversaciones telefónicas de dos reporteros no identificados de Washington. Esta vigilancia comenzó el 12 de marzo de 1963, bajo el mando de  John A. McCone, director de la Agencia Central de Inteligencia, y el Fiscal General Robert F. Kennedy, quienes se encontraban presentes en la Oficina Oval en agosto de  1962.


Eso fue hace 45 años, pero parece que fue ayer. Y lo es.

En diciembre de 2005, The Times reveló que el poder ejecutivo estaba usando de nuevo las facultades de la agencia de inteligencia extranjera para espiar dentro de las fronteras de los Estados Unidos, también mediante la intercepción telefónica sin orden judicial. Tal vez nos enteremos de toda la historia dentro de una generación contando a partir de ahora, cuando se revelen las primeras “joyas de la familia” del siglo XXI, si es que se revelan.


Los principales protagonistas en las transcripciones:
·    Presidente John F. Kennedy
·    John A. McCone, director de la Agencia Central de Inteligencia
·    James Killian, presidente de la junta asesora de inteligencia extranjera del presidente.
·    Clark Clifford, asesor de los Demócratas desde la administración Truman, y miembro de la junta asesora de inteligencia.
·    Hanson Baldwin, analista militar para The New York Times desde 1937, ganador del Premio Pulitzer por sus despachos desde Guadalcanal y el Pacífico occidental en 1943, reportero fiable pro militar. Había enfurecido al presidente con un artículo sobre los esfuerzos de los soviéticos por proteger sus sitios de lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales con búnkeres de hormigón. Sus reportajes recogieron con precisión las conclusiones de la estimación de inteligencia nacional más reciente de la C.I.A. No se encuentra presente, pero es el objeto de la ira y la preocupación de los participantes.


1 de agosto de 1962, 5:35 p.m.a 6:25 p.m., el Presidente Kennedy se reúne con su junta asesora de inteligencia extranjera. Se encuentran presentes: el presidente, el Fiscal General Robert F. Kennedy, Clark Clifford, el Dr. James Killian, el Dr. Edwin H. Land, físico, y el General Maxwell D. Taylor, representante militar del presidente y que pronto sería su presidente del Estado Mayor Conjunto.


Killian: Permítanos decirle inequívocamente que esta ha sido una violación trágicamente grave de la seguridad.
J.F.K.: Lo que encuentro incomprensible es ... que alguien de la experiencia y la talla de Baldwin y el prestigio de The Times lo hiciera. ...


Killian: El F.B.I. tal vez no sea la mejor agencia para llevar a cabo investigaciones de filtración de informaciones como esta. ... Por consiguiente, sugeriríamos que se inste al director de la agencia central de inteligencia a que cree un grupo de expertos que esté disponible en todo momento para dar seguimiento a la filtración de informaciones de seguridad.


Clifford: Creo que esta es la recomendación más efectiva que hace el grupo: que haya un pequeño grupo a tiempo completo, que se dedique a esto todo el tiempo. Creo que ese grupo podría familiarizarse con los artículos que escriben esos diversos hombres, como Baldwin. ...


Killian: Hay muchas cosas que un grupo con tanta conciencia del asunto podría hacer... Prodrían dar seguimiento a la prensa y ver las pruebas de ——


Taylor: Conoceríamos las tendencias, en donde sus contactos ——


J.F.K.: Esa es muy buena idea. Haremos eso.
..
Clifford: Ellos pueden averiguar quiénes son los contactos de Hanson Baldwin. Cuando él va al Pentágono, ¿a quién ve? Nadie lo sabe ahora. El F.B.I. no lo sabe. Pero yo creo que eso sería sumamente interesante ... Que yo sepa, nunca se ha hecho antes y debió hacerse desde hace tiempo.


22 de agosto de 1962, 6:10 a 6:37 p.m., reunión sobre asuntos de inteligencia. Se encuentran presentes: el presidente, McCone y el General Taylor.

J.F.K.: ¿Cómo nos va con respecto a lo de Baldwin?


McCone: Bueno, tengo un ... finalmente tengo un plan con el que la C.I.A. está completamente de acuerdo. Hace algunas de las cosas que se recomendaron, incluida la creación de este grupo especial, que sería un grupo que se encargaría de investigar continuamente la cuestión y me reportaría a mi...


J.F.K.: ¿Estarías supervisando las filtraciones de información del Departamento de Defensa?


McCone: En lo tocante a la información de inteligencia ...


J.F.K.: ¿Entonces cualquiera que tenga información de inteligencia tiene que registrar sus reuniones?


McCone: Así es ... llevo un registro cada semana de todos los contactos que hacen y un memorando de sus conversaciones.


Taylor: ¿Sí?


McCone: Escribo un memorando ——


Taylor: ¿Eso se ha revelado alguna vez a la prensa? ¿Alguna vez [has] ——


McCone: Oh, no ——


Luego el Sr. McCone volvió torpemente al tema del grupo especial o grupo de investigación que el presidente quería que creara. Posiblemente era ilegal, y casi con certeza estaba prohibido por la Carta de la C.I.A. Esa carta había sido firmada el 26 de julio de 1947, y el Sr. Clifford era uno de los que ayudaron a elaborarla.  La carta encomendaba a la C.I.A. que protegiera las fuentes y los métodos de la información de inteligencia, pero le prohibía operar dentro de los Estados Unidos, espiar a los estadounidenses, o actuar como una policía secreta. El Sr. McCone habla balbuceando y la cinta no se oye con claridad.


McCone: Claramente es… es una especie de… de una directiva que ... [para] evitar verse involucrado, que uno o la oficina de uno se vea involucrada... [no se oye con claridad] Conforme a la ley puedo — no hay nada malo [con eso] — Conforme a la Ley de Seguridad Nacional, estoy encargado de [no se oye con claridad].


J.F.K.: Bueno, creo que tienen miedo. ... Hanson Baldwin y esa gente que tienen esos contactos muy buenos allí [en el  Pentágono]. Ellos son muy respetados y hablan con ellos con tanta franqueza. De modo que considero que si ellos empiezan a pensar que van a tener que escribir un informe sobre eso, el efecto va a ser muy inhibidor, creo. Y especialmente cuando supe por Hoover que calculaban que unas 761 personas conocían esta información secreta.

Después de un interrogatorio del F.B.I. de J. Edgar Hoover acerca de su artículo en el New York Times sobre las fuerzas nucleares soviéticas, el temblequeante Hanson Baldwin dijo a un colega, en una conversación interceptada y grabada por el buró: “Creo que la verdadera respuesta a esto es Bobby Kennedy y el propio presidente.” Al día siguiente había una trascripción de esa conversación sobre la mesa de trabajo del fiscal general.


Como confirman las recientemente desclasificadas  “joyas de la familia” y otros documentos del gobierno de los Estados Unidos que ahora son del dominio público, la C.I.A. mantuvo bajo vigilancia a los reporteros y a algunas de sus fuentes durante tres años después de que Kennedy y el Sr. McCone se reunieron. La vigilancia continuó después del asesinato del presidente, hasta 1965.
De modo que ahora las cosas están claras: mucho antes de que el President Nixon creara su unidad de “plomeros” de veteranos de la C.I.A. para impedir nuevas filtraciones de información, el Presidente Kennedy había tratado de usar a la agencia con el mismo objetivo. Sin embargo, durante décadas, los reporteros han seguido asediando a la C.I.A. y a los presidentes al reportar sobre secretos de Estado.

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