Público.- El corresponsal de la BBC en Cuba defiende una política europea propia hacia la isla basada en el respeto a la decisión mayoritaria del pueblo cubano que no es "el capitalismo económico".

Testigo privilegiado de los últimos 17 años de historia en Cuba, Fernando Ravsberg (Uruguay, 1957) descifra en su libro El rompecabezas cubano (Editorial Foca) la evolución política en un país contradictorio.

Cambio o transformación. ¿Qué palabra define mejor lo que está ocurriendo ahora en la isla?

A contrapelo de lo que dicen los gobiernos cubano y estadounidense, hay una transición, un proceso de cambio tan profundo que, en mi opinión, es el más importante desde el triunfo de la Revolución en 1959.


¿Qué factores deben valorarse para entender el proceso de transformación abierto en Cuba?

Yo diría que cuatro. Uno es el debate nacional iniciado el pasado año en el que participaron más de cinco millones de cubanos y en el que se vertieron 1.200 críticas al sistema. Otro es la convocatoria después de 15 años del congreso del partido comunista. Por último, están la gigantesca reforma agraria y la apertura de un mercado interno.

¿Pueden estos dos últimos cambios relanzar la economía cubana?

Yo creo que sí. La reforma agraria es fundamental. Se van a repartir el 50% de la tierra cultivable y se están desarticulando la grandes granjas para entregar pequeñas parcelas de cinco hectáreas a aquellos que  deseen trabajarlas. Esto es vital porque aumentará la producción, la reducción de las importaciones y el abaratamiento de los alimentos, uno de los  aspectos que más golpea a la sociedad cubana.

Con los salarios tan bajos parece imposible abrir el sueño de un mercado interno en la Isla...

Existe un error de percepción en este asunto. Aunque es cierto que la apertura de los hoteles a los cubanos y la venta libre de electrodomésticos es una conquista de derechos, tal y como se cree en Europa, el cambio es mucho más profundo. El nuevo proyecto está enfocado para que el dinero de los ricos cubanos sirva para financiar a los que menos poder adquisitivo tienen.

¿Cómo?

En estos momentos se está pagando alrededor de 120 dólares la línea y 70 dólares el teléfono. Una fortuna. Sin embargo, se están entregando celulares con 400 minutos de saldo a gente que no tiene recursos por 25 centavos de dólar al mes. Lo mismo está ocurriendo con las casas de Varadero. Ahora los adinerados ya pueden ir a los hoteles y sus hogares están quedando vacíos para ser alquilados a menor coste que antes, lo que abre las puertas a la clase media. Todo el mundo ha mejorado un escalón. Y la cadena seguirá aumentando próximamente con la compra de automóviles, etc.

El discurso sobre la disidencia pronunciado en abril por el historiador de La Habana, Eusebio Leal, un hombre respetado por las autoridades políticas, ¿ha roto algún tabú?

Ha sido un reconocimiento. Decir que no hay que avergonzarse porque los hijos se hayan marchado del país tiene un valor histórico enorme. Vuelven a ser considerados cubanos.

¿Es posible valorar los cambios en Cuba sin fijarse únicamente en su acercamiento al liberalismo económico?

Sí, y justamente ese es el camino que ha tomado la Isla. Cuando a la RDA se le propuso liberalizar su sistema socioeconómico se le presentó la alternativa de convertirse en la RFA y fue un buen negocio. Esa propuesta no es extensible a Cuba porque lo que se les está diciendo es que se conviertan en República Dominicana o en Jamaica. Y esto ya no es tan buen negocio. Es absurdo cambiar para tener niños durmiendo en la calle. Cuba ha logrado éxitos que no ha conseguido ningún país de América Latina y debe conservarlo.

¿Y cuál es el objetivo de los cambios?

Avanzar dentro de su sistema. Habrá cambios que no serán los que pretenden Europa o EEUU. El peligro para los europeos es que con su política, adaptada a la estadounidense, puede quedarse colgada si Obama gana las elecciones.

¿Por qué?

Porque sería paradójico que Washington levantara el embargo y Europa siguiera con la posición común.

¿Y cual es la posición de los ciudadanos?

El debate nacional que convocó el Gobierno ha sido clave. Raúl Castro contradijo a los sectores más ortodoxos del partido que querían detener el debate. Raúl les dijo a los cubanos que ese debate nacional  era para discutir cualquier tema, para criticar cualquier cosa y además les pidió que fueran valientes.

Usted fue quien difundió el vídeo donde estudiantes discuten con Alarcón cuestiones existenciales de la juventud. ¿Cree que fue bien interpretado?

Mi idea era mostrar el nivel del debate que había, pero fue trastocado. Aquellos jóvenes eran comunistas que se cuestionaban cosas y se lo soltaron al presidente del Parlamento de Cuba en la cara. No eran ni estudiantes antisistema ni disidentes, como alguien dijo.

¿Qué diferencia hay entre Raúl y Fidel Castro?

Fidel es un ideólogo que lleva puestas las luces largas, socialmente muy hábil. Pero el problema de llevar puestas las luces largas es que te comes todos los baches. Raúl es un pragmático, un organizador nato. Las Fuerzas Armadas de Cuba son las únicas del mundo que se autoabastecen y eso es obra de Raúl.  Ahora está trasladando esta efectividad a la vida social.

¿Qué papel debe jugar Europa?

Definir su propia política basada en el respeto al pueblo cubano. Y su prioridad es incrementar los sueldos, no ser un país capitalista.
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