Carlos Miguel Molina Soto – Cubainformación.- He seguido detenidamente, a través de los medios de información, confiables y no confiables, el comportamiento y las declaraciones del tétrico personaje Guillermo Fariñas, convertido por sus patrocinadores, en héroe de la mal llamada “disidencia cubana” y premiado recientemente con el Premio Sajarov que otorga el Parlamento Europeo.
La gran propaganda mediática desatada al respecto por los grandes medios de comunicación, la derecha mediática y sus secuaces, para desacreditar a Cuba y su proceso revolucionario, excede los límites de la razón humana, consideran a los espectadores de de sus utilidades simples receptores irracionales.
Martín Luther King, el incansable luchador por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos decía: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más preocupa es el silencio de los buenos”, y he percibido que hay buenos que aún silencian el caso porque se cuestionan el tema de las “libertades” en Cuba, a partir de la negativa del gobierno cubano ante la solicitud de visa para que el tétrico personaje compareciera ante el Parlamento Europeo a recoger su despectivo premio, consistente, nada más y nada menos que en 50 mil euros.
Tal apreciación me ha impuesto reflexionar sobre el caso, primeramente sobre Fariñas y su imperioso premio: ¿qué hará el autoproclamado defensor de la democracia y los derechos humanos en Cuba con sus 50 mil euros?, ¿los donará a algunos de los Círculos Infantiles que funcionan a lo largo y ancho de toda la isla?, seguramente NO, ¿los empleará en compra de materiales escolares para los niños cubanos?, seguramente NO, ¿los destinará a la compra de alimentos, utensilios y demás materiales necesarios para los centros de atención social que prestan ayuda a discapacitados y personas de la tercera edad?, seguramente NO.
Sería buen gesto de su parte sufragar los desmedidos gastos que le ocasionó al Hospital Provincial de Santa Clara por las esmeradas atenciones que recibió para mantenerlo con vida durante su insociable huelga de hambre, pero eso, también estoy seguro que NO lo hará, a pesar de haber afectado el presupuesto que asigna el estado a dicha institución y haber impedido al personal médico dar mejor atención al pueblo, que nada comparte sus mercenarias decisiones.
A Fariñas, al Parlamento Europeo y al Imperio Norteamericano, no les interesa el bienestar del pueblo cubano, solo les interesa el lucro y el beneficio personal que logran a través de la imposición de políticas que responden a sus intereses. Prueba evidente de lo anterior la podemos apreciar en las palabras de agradecimiento que este señor dirigió al Parlamento Europeo, abogando por el mantenimiento de la Posición Común de la Unión Europea hacia Cuba para impedir el acceso de los cubanos a los créditos que benefician a los países del Tercer Mundo. Tal actitud pone al descubierto su propósito de intensificar el hambre y la miseria en la isla. Cabría entonces preguntarse: ¿en nombre de qué pueblo cubano habla este personaje para adornar sus charlatanerías acerca de una supuesta democracia y libertades en Cuba?
Para los que consideran como una censura a las libertades en la isla la negativa del gobierno cubano de otorgarle la visa europea al señor Fariñas para recoger su imperiosa financiación por los servicios prestados, a través del Premio Sajarov, les podemos decir que nosotros los cubanos vivimos orgullosos de que así sea, pues eso evidencia la esencia de nuestra libertad, de nuestra soberanía y nuestra autodeterminación para tomar decisiones, sin la injerencia de potencia extranjera alguna. Pocos países del mundo de hoy pueden manifestar ese lujo, cimentado por las historias de luchas de nuestro noble y abnegado pueblo.
Que el Parlamento Europeo nos indique a quien debemos o no debemos otorgarle visa, eso sí que nos preocuparía, pues pondría en evidencia la subordinación del destino de nuestro pueblo a merced de las grandes potencias occidentales, y eso no es libertad.
