En cualquiera de las viñetas de esta mujer tan laureada –si el lector sabe leer entre líneas-, aparecidas en su blog Generación Y, puede inferirse que Cuba, su “desgraciado país”, es inmensamente rico en lo que su gobierno dedicó más tiempo: la educación de sus ciudadanos. No hay un espacio en ese lagarto verde extendido en el Mar Caribe donde no aparezcan doctores, científicos, técnicos, artistas y los más disímiles grados y áreas de especialización y formación de sus habitantes. ¿Será eso la maravillosa verdad que necesitan los pueblos pobres y el magnífico mensaje que Europa debería enviar a todos los gobiernos de esos países? Imagino que sí, pero es lo que no se está haciendo desde este Primer Mundo harto de que exista una excepción: Cuba.
¿Que Cuba tiene problemas económicos serios? Sí, pero, ¿quién, con dos dedos de frente, puede pensar que algún lugar de este mundo no los tiene? Nadie. ¿Que Cuba confronta déficits democráticos? Sí, pero, ¿quién, con una cabeza bien puesta, puede pensar que algún lugar de este mundo no los tiene? Nadie. Entonces, ¿por qué tanta insistencia en divulgar lo peor de esa isla acorralada por la mayor potencia del planeta? ¿Por qué apenas se habla de los milagros logrados allí, a pesar de tanto acoso a ese proyecto revolucionario de país soberano?
Hay infinidad de errores en Cuba. ¿Dónde no los hay? Y hay que ver de qué manera su pueblo se expresa abiertamente contra los absurdos, la burocracia, los abusos, la corrupción, las desigualdades sociales y toda clase de penurias que sabe que no deberían de existir por el aprendizaje y los insistentes llamados a la propia reflexión que, precisamente, su gobierno les ofreció para que aprendieran el difícil derecho a pensar libremente. Por todo ello es que Cuba tiene, quizás, la más grave de las problemáticas: su pueblo sabe que tiene derecho a todos los bienestares de que se enorgullece el Primer Mundo. Tal vez sea este pensamiento el que asusta a los grandes poderes capitalistas. Si todos los pueblos pobres acceden a esa posición pondrían en peligro todo el ilusionismo de los países ricos.
Es posible que por ese miedo diversas entidades primer mundistas se vean obligadas a bombardearle a Cuba sus defectos. Y seguramente por ello cobijan el dulce ideal de que a los cubanos les llegue el paraíso de Hannah Montana. Cuando los isleños se llenen con los sueños de la Disney y derroquen a su gobierno, el plan se habrá completado: el regreso de Cuba al adormecimiento necesario para ser oprimido, explotado, saqueado y ahorrar así el tanto hablar de ese país. De ahí que la bloguera Yoani Sánchez sea una pieza imprescindible y por ello hay que premiarla casi todos los días.
Ahora una decisión de la Universidad de Navarra, institución de inspiración cristiana, promovida por San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, concede a Yoani el Premio Internacional Jaime Brunet 2010 a la promoción de los Derechos Humanos. Bueno, cada oveja a su rebaño. Y desde los cielos conocidos retorna a la tierra el sagrado anzuelo de Hannah Montana para pescar a cubanos incrédulos. Con los 36 mil euros del premio Yoani seguirá colaborando para que el Reino de Dios se acerque cada vez más al infierno que ella predica. ¡Qué cansancio, Dios mío, de seguir soportando tanto engaño a los Seres Humanos!