Nueva expresión de la violencia, la corriente homogeneizante amenaza con ahogar la diversidad cultural y con borrar el rostro de las naciones y de los múltiples sectores que conviven en ellas.
Y, sin embargo, la resistencia empieza a tomar cuerpo. Los pueblos autóctonos reclaman el derecho a preservar sus lenguas y sus formas de vida. Los afrodescendientes reivindican su perfil identitario y su lugar en la sociedad. Las mujeres y los homosexuales luchan por romper las barreras discriminatorias. Los efectos del neoliberalismo conducen a la recuperación de un espíritu barrial solidario, mientras el sur ingresa en el norte con la fuerza incontrolable de las migraciones.
En esas circunstancias, la cultura se convierte en razón de resistencia y de voluntad participativa. Esa realidad emergente requiere estudio, debate, análisis y reflexión para configurar un diagnóstico atemperado a las necesidades de la contemporaneidad. No se trata de diseñar otro discurso único, sino de descubrir la dinámica real en la multiplicidad de nuestras voces, nacidas en ámbitos diferentes, de prácticas contrastantes y complementarias: el ejercicio académico y la experiencia de nuestras precarias industrias culturales, la palabra de los excluidos, de los portadores de las culturas autóctonas y de las organizaciones de base de educación popular. En el día de hoy, defender la diversidad cultural equivale a contribuir a preservar el futuro de la humanidad.
El Congreso Cultura y Desarrollo, convocado del 11 al 14 de junio del 2007, ofrece el espacio para este debate impostergable que tendrá como sede el Palacio de Convenciones de La Habana, Cuba.
http://www.cultydes.cult.cu/
Y, sin embargo, la resistencia empieza a tomar cuerpo. Los pueblos autóctonos reclaman el derecho a preservar sus lenguas y sus formas de vida. Los afrodescendientes reivindican su perfil identitario y su lugar en la sociedad. Las mujeres y los homosexuales luchan por romper las barreras discriminatorias. Los efectos del neoliberalismo conducen a la recuperación de un espíritu barrial solidario, mientras el sur ingresa en el norte con la fuerza incontrolable de las migraciones.
En esas circunstancias, la cultura se convierte en razón de resistencia y de voluntad participativa. Esa realidad emergente requiere estudio, debate, análisis y reflexión para configurar un diagnóstico atemperado a las necesidades de la contemporaneidad. No se trata de diseñar otro discurso único, sino de descubrir la dinámica real en la multiplicidad de nuestras voces, nacidas en ámbitos diferentes, de prácticas contrastantes y complementarias: el ejercicio académico y la experiencia de nuestras precarias industrias culturales, la palabra de los excluidos, de los portadores de las culturas autóctonas y de las organizaciones de base de educación popular. En el día de hoy, defender la diversidad cultural equivale a contribuir a preservar el futuro de la humanidad.
El Congreso Cultura y Desarrollo, convocado del 11 al 14 de junio del 2007, ofrece el espacio para este debate impostergable que tendrá como sede el Palacio de Convenciones de La Habana, Cuba.
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