Mayra Viñalet Navarro - Juventud Rebelde.- El profesor e investigador Freddy Artiles trajo a Cuba desde España el Gorgorito 2007, galardón que se otorga desde 2003.

El Premio Gorgorito 2007 ya está en Cuba. Su ganador, el dramaturgo cubano Freddy Artiles lo trajo a casa como uno de sus más preciados objetos.

Hasta San Martín de Valdeiglesias (España) fue Artiles a recibir su laurel: un títere de barro, semejando a un niño «muy parecido a nuestro Pelusín», según expresara el especialista en teatro para niños y de títeres a su llegada.


La Unión Internacional de la Marioneta de España (UNIMA) apoyada por la Comunidad de Madrid y por UNIMA Federación España, y un jurado internacional compuesto por destacadas y reconocidas figuras que prestigian el teatro de títeres, determinaron escoger al profesor e investigador teatral Freddy Artiles por su trayectoria estudiosa y creativa en el mundo del títere, entre cinco candidatos que habían sido presentados este año.

Coincidiendo con la celebración de la VI Escuela de Verano para Titiriteros en la mencionada localidad madrileña, el escritor recibió la estatuilla el 30 de agosto, de manos de Doña Pepita Quintero, viuda de Maese Villarejo, creador del títere Gorgorito, de quien toma el nombre este premio, otorgado desde 2003.

—¿Sorprendido?

—Por supuesto, ¡muy sorprendido! Porque los demás candidatos eran figuras importantísimas en el teatro de títeres iberoamericano.

—¿Qué representa este Premio para Artiles y para el teatro de títeres de Cuba?

—Este premio representa, ante todo, un reconocimiento al trabajo personal de toda una vida, y para los artistas del teatro de títeres cubano —-que sé que están contentos con este premio porque lo sienten como propio—, es una muestra de que las más de seis décadas de trabajo en esta bellísima especialidad teatral no han sido en vano y que han tenido una repercusión internacional.

—En este mundo tecnológico en que vivimos, ¿cree usted que el teatro de títeres esté amenazado por la alta tecnología y los medios?

—¡Por supuesto que lo está! Por eso es tan importante la presencia del títere vivo ante los niños, la comunicación entre el niño y el muñeco «en tiempo real». Eso, de cierta manera, «desinfecta» al niño de una excesiva contaminación mediática. Lo acerca al juego, que es el elemento esencial en el desarrollo normal de cualquier niño.

—Cuando el niño asiste al teatro, su disfrute es distinto, no está como «hipnotizado», sino que reacciona normalmente. Diríamos que es una manera de ayudar con su crecimiento espiritual. Por cierto, los niños cubanos no son, precisamente, los más «contaminados». ¿Cree usted que el teatro cubano de títeres actual contribuye a este objetivo?

—¡Seguro! Sobre todo a partir de los años noventa —curiosamente un período económicamente precario— el teatro de títeres cubano ha alcanzado el más alto nivel en su historia. Esto ha sido, sin duda, un regalo para nuestros niños, quienes, a mi edad, y en este mundo terrible entre dos siglos, son mi mayor refugio.

—Entonces, ¿cree usted que el teatro de títeres cubano está al nivel del teatro de títeres mundial?

—Desde luego que lo creo, y esto lo demuestra la fuerte presencia y los buenos resultados de los grupos titiriteros cubanos en importantes festivales del mundo. Lamento, sin embargo, que en el país no sea valorado con la misma consideración que otras disciplinas artísticas. 

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