Xosé Crego - La Jiribilla.- Quiero en primer lugar trasladarles nuestro agradecimiento por lo que ha significado, para nosotros y para todo nuestro pueblo, que la Feria del Libro de La Habana 2008 haya estado dedicada a la cultura de Galicia. Ni se imaginan ustedes la importancia histórica de este hecho para una nación sin estado como la nuestra. Tal vez desde que en 1933 la Sociedad de Naciones reunida en Berna considerase a Galicia como nación, no se haya producido un reconocimiento internacional de esta trascendencia. Muchísimas gracias, pues, por esta decisión, que en el día de hoy se ha convertido ya en una brillante realidad después de 10 días de frenética actividad cultural.

Edicións Xerais de Galicia es una empresa dedicada a la edición de todo tipo de libro: de enseñanza, de lexicografía —nuestros diccionarios son referencia obligada en todos los órdenes—, narrativa, poesía, libro infantil, ensayo, guías turísticas...; somos, en fin, una editora generalista con algo más de 25 años de existencia. ¿Y cómo ha celebrado Xerais su  aniversario 25? Cómo no, con un libro… un libro que lleva por título "X. ESPACIO PARA UN SIGNO". ¿Y saben ustedes de quién partió la idea, quién diagramó la obra y quién la ilustró? Pues un cubano... de nombre Lázaro Enríquez. Desde hace ya unos años, tenemos siempre rondando por la editorial y colaborando con nosotros algún artista cubano.

Es esta de hoy la primera presentación pública del libro Fidel Castro. A miña vida. Conversas con Ignacio Ramonet. Intentos anteriores de hacerlo en Santiago de Compostela resultaron fallidos debido a las intensas ocupaciones de quien nos acompaña en esta mesa, Ignacio Ramonet. La última de ellas, viajar a Caracas a entrevistar al presidente Hugo Chávez.

Fidel Castro. A miña vida es la traducción al gallego de Cien horas con Fidel”, una obra de la que se han impreso 150 000 ejemplares en Cuba, y que ha sido editado en Italia, Portugal, Francia, Grecia, Brasil, Turquía, Corea, Eslovaquia, Noruega, Japón, Israel, Dinamarca, Croacia, Rusia, Vietnam, Bulgaria y más recientemente, en inglés, en Inglaterra y en los EE.UU. Se negocia la publicación en China. La edición gallega lleva el mismo título que la versión inglesa: Fidel Castro. My life / Fidel Castro. A miña vida.

Consideramos que era esta una obra fundamental para conocer la vida y el pensamiento de una de las figuras de mayor trascendencia, no ya de las últimas décadas, sino de la propia historia de la Humanidad, y de inmediato nos pusimos manos a la obra. Por intermediación de Ramón Chao conseguimos entrar a negociar los derechos de edición con la española Editorial Debate, de la que hemos obtenido todas las facilidades y a la que agradecemos nos hayan facilitado algo tan valioso como el documento informático definitivo del texto, a partir del cual realizamos la parte más mecánica de la traducción, lo que concedió a este que les habla, o sea, al traductor de la obra, varios días más de vida al ahorrarnos una buena parte del trabajo. Esto nos permitió aparecer en las librerías con una diferencia de poco más de dos meses sobre la 2ª edición española, que es la edición completa de la obra, revisada por el Comandante, como ustedes saben, en los mismos días en que era sometido a la intervención quirúrgica del verano de 2006.

Otro aliciente para que Xerais decidiese editar la obra era el hecho de que Fidel fuese hijo de un gallego y de que Ramonet hubiese nacido en Galicia. Para darle más sabor gallego al asunto, digamos que la foto de la portada, en nuestra edición, fue realizada en 1992, en Santiago de Compostela, en ocasión de la visita del Comandante a Galicia, por Felipe Lubián, antiguo funcionario del consulado de Cuba en Vigo; y que la foto de Ramonet fue tomada en Redondela, localidad de su nacimiento, por el fotógrafo redondelano Mundo Cal, también amigo de Cuba y que integró alguna brigada de trabajo solidario en este país.

Debemos agradecer aquí expresamente el importantísimo trabajo de Ignacio Ramonet al haber sometido —en el buen sentido— a Fidel a una disciplina de preguntas-respuesta que ha dado lugar a un documento de capital importancia; como le agradecemos también la confianza depositada en Xerais para realizar esta edición. Reconocer, ¡cómo no!, el trabajo del editor cubano, Pedro Álvarez Tabío, quien acaba de ser homenajeado en este país como editor del año 2007. Para él nuestras felicitaciones. Y, por supuesto, agradecer especialmente a Fidel Castro, al hijo de un hombre natural de la aldea gallega de Armeá, en Láncara, toda la doctrina y la excepcional lección de ideología, de política y de pensamiento revolucionario que ha sido y es capaz de producir en beneficio de los pueblos, mujeres y hombres y, en particular, de todos los "condenados de la Tierra".   

Hasta aquí la palabra del editor. Quien ahora les habla es el traductor. No les voy a explicar en qué consiste este libro, porque seguramente lo habrán leído ya todos o casi todos los aquí presentes.

Comencé precisamente a pensar en acometer la traducción de Cien horas con Fidel a partir de las informaciones sobre su presentación en la Feria del Libro de La Habana del pasado año. Quien les habla había traducido ya el Discurso de Río que el Comandante pronunció en la Cumbre de la Tierra realizada en 1992 en aquella ciudad brasileña, como también había escrito artículos sobre "los discursos de Fidel" para la revista de pensamiento crítico A trabe de ouro. De manera que al conocer la existencia de este libro, un comején interior se puso en acción conminándome a llevar a cabo los trabajos de versión al gallego de la obra.

Afortunadamente el mes de agosto de 2007 vino más bien fresquito en Galicia...

Dicen que la salida de un libro es como el nacimiento de un hijo para su autor o para su autora. Pues bien, yo, que nunca he escrito un libro, me considero, con el permiso de sus autores, algo así como un tío de la criatura. Y ello, no solamente por el esfuerzo incorporado, sino por las emociones que se me iban produciendo a medida que entraba a fondo en los contenidos.

Cuando el Comandante constata el elevado porcentaje de gallegos entre los asaltantes del Moncada, ¿cómo no se me iba a venir a la cabeza el nombre de Pedro Trigo? Allí murió su hermano, Julio Trigo, y él mismo fue hecho prisionero, a pesar de que fue uno de los que despistaron la ruta y no llegó a participar en el asalto.

Pedro fue uno de los principales proveedores de los uniformes que se utilizaron en aquella acción: él conocía a Florentino Fernández, militar del ejército de Batista, que fue quien consiguió gran parte de aquellos uniformes.

Fue el amigo Pedro quien me ilustró y me llevó a conocer in situ, en lo que es hoy el parque Lenin, el lugar donde hacían prácticas de tiro, como también los terrenos donde Fidel, con apariencia de excursionista, en plan pic-nic, fue a informarse de las circunstancias que rodeaban una operación de apropiación indebida por parte de los dirigentes del momento, en concreto el presidente Prío Socarrás; informaciones que utilizaría en su denuncia pública de la corrupción, denuncia que el utilizaba como arma de agitación contra la dictadura. Conocí también de su mano, en el Calabazar, a la mujer en cuya casa se organizaban las reuniones de los campesinos expropiados por el propio presidente de la República: Josefa Yáñez, gallega de Mondoñedo. Allí fue donde Fidel Castro expresó por primera vez la necesidad de acometer una Reforma Agraria en Cuba.

Y es en el mismo capítulo, dedicado a comentar las vicisitudes del asalto al Moncada, donde el Comandante hace referencia al libro Carlos Marx, de la autoría de Franz Mehring, quien ejerciera de albacea del propio Marx a la muerte de Federico Engels. Pues bien, un ejemplar de esta biografía de Marx, en edición de la Editora Política, datado en La Habana, en 1964, ocupa lugar preferente en la biblioteca de mi casa. Pero este dato es apenas relevante; si lo traigo aquí es para dejar constancia de como la Revolución Cubana tuvo una influencia fundamental en muchos lugares, bien lejanos algunos del Caribe. El consulado de Cuba en Vigo era, a principios de la década de los 70 del pasado siglo, lugar de abastecimiento de literatura revolucionaria; en pleno franquismo, los primeros núcleos de jóvenes que enfrentamos la dictadura, frecuentábamos el consulado para aprovisionarnos de libros que llegaban en los barcos de la Flota Cubana de Pesca. Hubo quien llegó a salir de allí con una maleta repleta de volúmenes impresos.

Fue este uno de los motivos que me llevaron a plantearme el poner en gallego las palabras de Ramonet y del Comandante: pretendí con ello rendir homenaje a la Revolución Cubana por su influencia inequívocamente positiva y decisiva en nuestra formación ideológica, política y también moral.

Por la misma época en que traducía Cien horas con Fidel, andábamos Gustavo Luca de Tena y yo liados con otro trabajo de edición: la preparación para la editorial gallega Sotelo Blanco de un libro de nuestro querido Emilio Comas, que fue presentado aquí. Las dos obras se me entrecruzaban por momentos. El libro de Emilio es la historia de un emigrante gallego en Cuba, la crónica de todas sus ocupaciones, entre ellas los trabajos de la zafra, y ahí, el relato del paso de un ciclón y de cómo se había guarecido en un ranchito rudimentario, cuya pequeña altura y sistema constructivo evita que sea azotado por los vientos huracanados. Tal construcción, como muchos de los aquí presentes sabrán, recibe el nombre de “varaentierra”. Palabra que yo desconocía hasta el momento. Pues bien, fue en un “varaentierra” donde soldados de Batista localizaron a Fidel Castro en su huida a la represión subsiguiente al asalto al Moncada.

De inmediato se me ocurrió un símil elemental: la isla de Cuba es como un “varaentierra” que soporta con éxito los embates y las amenazas de bastantes peores enemigos que los meteorológicos.

Otra situación emotiva se me produjo cuando Fidel habla de los preparativos de la expedición del Granma en México. Allí vivía un exiliado gallego, de nombre Luis Soto. Según él mismo relata en un libro de memorias editado por Xerais, Luis Soto acompañó al diputado gallego Daniel Castelao en su visita, en 1938, a la isla de Cuba para realizar una campaña de mítines y de recogida de fondos en apoyo a la República española. 

Aquí, donde contaron con la colaboración, entre otros, de Lázaro Peña, de Juan Marinello y de Blas Roca, intervinieron en gran número de actos de propaganda en toda la Isla, incluso en los ingenios, donde sus propietarios yanquis se veían obligados a franquearles las puertas por la presión de los trabajadores, ansiosos por escuchar palabras verdaderas que reclamaban “un mundo nuevo, sin fascismo y sin oligarquías financieras”.

De La Habana a Santiago, Palma Soriano, Holguín, Camagüey, Mallarí, Morón, Matanzas, San Antonio de los Baños... fueron incontables los lugares que Castelao y Luis Soto visitaron. De todos los mítines, el más destacado, según Luis Soto, fue el de La Polar. ¿Cien mil personas? Puede que sí. La mitad, de raza negra, subraya.

Pues bien, este mismo Luis Soto coincidió en la ciudad de México con el Che y con Fidel; los contactos se realizaron por intermediación de Manuel Sousa Hermida, también exiliado gallego, que era sastre y había sido maestro de taller de Manuel Ponte, guerrillero perteneciente al maquis gallego en los primeros años posteriores a la Guerra Civil española. Manuel Sousa, quien fuera oficial del ejército de la República española, entrenaba, juntamente con el coronel Bayo, a quienes poco después embarcarían en el Granma con destino a Cuba para dar comienzo a la lucha en la Sierra Maestra.

Cuenta Luis Soto que conversaba con frecuencia con Ernesto Che Guevara y también en dos ocasiones con Fidel Castro quien le manifestó su deseo de tomar un caldo gallego. Mi querido amigo y compañero Luis Soto, fallecido hace ya unos 20 años, se manifestaba orgulloso de figurar en el cartel de un mitin organizado en la ciudad de México en apoyo a los revolucionarios cubanos. Tal mitin no llegó a realizarse debido a las presiones del gobierno de Cuba y de los norteamericanos. ¡Cómo no!, siempre atentos.

Y va otra de palabras, para mí, desconocidas. En el invierno de 2005 preparaba mi compañero Fran Alonso, aquí presente, la edición de Contra Maquieiro, un libro de poemas de Xosé Luis Méndez Ferrín, que ha salido publicado en estos días por la editorial Arte y Literatura con el título Contra Maquilero, en edición bilingüe, sin que anteriormente fuese publicado fuera de Galicia. (Libro cuya lectura recomiendo a todos ustedes.) Tuve que ir al diccionario para descubrir lo que significaba maquieiro: "Persona que muele y hace la maquía." Y hubo que buscar maquía: "Porción de grano, harina o aceite que le corresponde al molinero por moler."

Palabras desconocidas y coincidencias. En el capítulo dedicado a las crisis migratorias con los EE.UU., Fidel Castro se refiere extensamente, por supuesto, al caso cubano; pero también a México y a Santo Domingo, y hablando precisamente de este país aparecen las "empresas maquileras", o sea, aquellas que se dedican a la manufacturación de productos para compañías extranjeras. Las compañías llegan a México o a cualquier otro país y hacen un convenio con la maquiladora en la cual instalan su propia planta y la maquiladora se encarga de dar mantenimiento a esta, hacer la contratación y manejo del personal. Dentro de dichas plantas se suelen hacer pequeñas piezas, generalmente productos no acabados, los cuales son enviados a otros países para que se les dé continuidad y se logre crear productos terminados.

La misma preocupación por la explotación de países y trabajadores. El libro de Ferrín se abre con la denuncia del imperialismo en Cuba en los albores del siglo XX y dice, ya en sentido amplio:

"Mi siglo fue desgobernado por la furia

del Molino de Maquila del Maquilero Voraz

del Molinero de Maquila Voraz de aquel que cobra

y negocia incluso con el resplandor de los ratones y las caras de la luna"

La denuncia permanente de la opresión, de la explotación, del imperialismo. Una obsesión de Fidel.

Para ir finalizando, yo quiero ahora reiterar mi reconocimiento por el extraordinario trabajo de edición realizado por Ignacio Ramonet y por el editor cubano, Pedro Álvarez Tabío, como también por Carmen Remigio. Un importante aparato de notas y una cronología de Fidel Castro y de la Revolución acompañan a la entrevista, enriqueciendo, informando y dando claves para una mejor comprensión de la misma.

Yo me he permitido hacer una única acotación sobre una nota de Ramonet, puntualizando que los hermanos Josué y Frank País eran hijos de gallegos. Precisamente en el mismo verano de 2007 realizamos en Marín un acto de homenaje en su memoria por cumplirse los 50 años del asesinato, por balas de la policía de Batista, de Frank País, como antes sucediera con su hermano Josué.

Tal vez esta intervención haya resultado excesivamente personal. Estando donde estamos no hubiera podido hacerlo de otra manera. Y discúlpenme Ramonet y el propio Comandante por considerar este libro casi como mío.

Fue un esfuerzo considerable, pero lo cierto es que en las muchas horas ocupadas en el trabajo de traducción nunca me he sentido solo. Conmigo estaban, animándome, muy buenos amigos gallegos y cubanos; dos de ellos ya fallecidos: Roberto Hernández Alum, quien fuera director en Vigo de la Oficina de la Flota Cubana de Pesca, y Lázaro Enríquez, artista habanero que tantas obras, sobre una docena, ilustró para nuestra editorial (seguramente más de uno de los aquí presentes tendrá en su casa un diploma caligrafiado por Lázaro.)

Estaban también conmigo René Negrín, autor del monumento a José Martí ubicado en Vigo, muy cerca del muelle de donde partían los transatlánticos llenos de emigrantes con destino a Cuba, a Venezuela, a Panamá, a la Argentina o al Uruguay; estaban Emilio Comas, Norberto Codina y Luis Toledo Sande, actual consejero cultural en la Embajada de Cuba en Madrid. (A estos amigos tuve la inmensa suerte de conocerlos en ocasión de las Jornadas de Homenaje a José Martí celebradas en Vigo, en 1989.) 

Estaban conmigo el ya citado Pedro Trigo y Graciela Arbajal, una auténtica heroína del trabajo en los momentos más difíciles de la caída del sistema que creíamos socialista, instaurado en la Unión Soviética. Estaban los compañeros y compañeras de la Asociación de Amizade Galego-Cubana Francisco Villamil y de las otras asociaciones gallegas de amigos de Cuba. Y estaban mi compañera Lucía y mi hija Eire, que respetaron escrupulosamente mi decisión de dedicar un verano entero, vacaciones incluidas, a poner en idioma gallego la palabra de Fidel.

Con el deseo de que el Comandante Fidel Castro siga por mucho tiempo aportando su sabiduría para facilitarnos la mejor interpretación del tiempo histórico que nos tocó vivir, reciban ustedes, queridos amigas y amigos, mi agradecimiento por su asistencia y por su atención.

Muchas gracias. 

Xosé Manuel García Crego, editor y traductor de la obra.

Intervención en el Acto de Presentación del libro Fidel Castro. A miña vida. Conversas con Ignacio Ramonet. Feria del Libro de La Habana. Sala Nicolás Guillén. 23 de febrero de 2008.

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