Víctor Casaus - La Jiribilla.- Con el taller "Dos maneras de hacer y de mirar", el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau repasa su trabajo de los últimos diez años, a partir de dos programas fundamentales de nuestro Centro: los salones de Arte Digital y A guitarra limpia (AGL).
Es bueno hacerlo porque ese estudio valorativo nos aleja de la autocomplacencia que tanto daño hace a la voluntad de análisis y cambio, necesarios también en otras áreas de la vida social.
En ambos proyectos la agencia de cooperación para el desarrollo HIVOS participó ofreciendo su apoyo y su ayuda material. Recordamos aquellos primeros convenios de colaboración destinado a “jóvenes músicos y artistas digitales”.
De los primeros salió AGL, que continuó apoyándose en las ayudas de instituciones, amigos y amigas del país y de otras regiones geográficas. El 22 de noviembre próximo celebraremos todo un año de actividades realizadas para festejar su décimo año de vida creadora.
El segundo elemento de aquel dúo de sueños, el arte digital, celebrará su décimo salón en noviembre del próximo año 2009. Agradecemos especialmente a HIVOS que haya contribuido de manera decisiva a la creación y consolidación de esos salones durante un período de tiempo mayor al que se acostumbra en estos casos.
Es necesario decir en este momento de balance y análisis que la relación de trabajo y colaboración establecida entre el Centro Pablo e HIVOS ha sido no solo sostenida, sino ejemplar: se basó siempre en el respeto y la comprensión mutuos, en la valoración de los programas artísticos como proyectos de futuro, a los que hay que apostar desde la convicción y los criterios propios, con el margen de riesgo tan inevitable como necesario.
HIVOS comprendió el espíritu de aquellos sueños "centropablianos": rescatar del momentáneo silencio a una manifestación decisiva de la cultura cubana, la nueva trova, en tiempos de graves urgencias económicas para el país; y abrir un espacio de difusión, valoración y debate para una manifestación artística totalmente nueva entre nosotros: el arte digital.
La interrelación entre esos programas es también una característica del trabajo del Centro Pablo, que propone la eliminación de muchas fronteras, entre ellas las de los lenguajes artísticos y las de los artistas que utilizan distintos lenguajes.
Esa voluntad integradora, que potencia la creatividad y niega los compartimentos estancos en el trabajo cultural y en otras áreas de la vida, ha reunido en este pequeño ámbito de la Calle Muralla (necesitado, por otra parte, desde hace años, de una pequeña ampliación física que permita la consolidación necesaria de los sueños realizados), esa voluntad integradora, digo, ha reunido a trovadores y trovadoras, artistas digitales, memoriosos y especialistas históricos, periodistas, diseñadores gráficos, videoastas, artistas plásticos que han puesto a vivir sus obras junto a otras diferentes en su génesis, pero coincidentes en sus poéticas.
El apoyo de HIVOS y otras instituciones fraternas permitió también, en estos años, que ocupáramos este lugar de adelantados en la utilización de las nuevas tecnologías. Los salones de Arte Digital son un excelente ejemplo de ello: ofrecimos paredes, espacios, comprensión y difusión a un arte recién naciente, con todas las implicaciones que ello supone en cualquier momento de la historia humana, y algunas más, derivadas de los insuficientes recursos materiales para emprender una tarea de esa dimensión de futuro.
La media docena de sitios web en los que se ha mostrado la labor de artistas, músicos e investigadores en la Red ha enriquecido, desde hoy, la memoria de mañana: ahí están las imágenes, los textos, los sonidos de una zona importante y creciente de la cultura cubana que ha mantenido fluidos canales de comunicación con espacios similares en muchas partes del mundo.
A esa voluntad de comunicación artística (que es una forma especial y sensible de la comunicación humana, no olvidarlo) contribuyeron también los trabajos conjuntos de HIVOS y el Centro Pablo cuando realizamos, a principios de esta década, la primera acción de creación artística digital simultánea en la que participaron creadores de cuatro continentes. Los salones multiplicaron esas potencialidades año tras año, trayendo ante los ojos de los espectadores cubanos obras de artistas de más de cuarenta países.
La sensibilidad de los artistas participantes en estos programas desarrollados por el Centro Pablo y la voluntad poética que ha animado nuestro trabajo ha permitido también que diéramos a las nuevas tecnologías el espacio imprescindible que merece, enfrentando las visiones satanizadoras que sospechan la existencia de un peligro ante cada lenguaje nuevo y defendiendo la creencia firme de que el ser humano debe ser quien descubra, determine y establezca los alcances formidables de esas tecnologías aplicadas a la creación artística, y no sea un instrumento dócil y acrítico de ellas.
Al repasar en este Taller que ahora comienza, junto a las amigas y los amigos de HIVOS, el recorrido de esos sueños que he mencionado aquí, necesito agradecer desde estas palabras iniciales la labor, la inteligencia, el esfuerzo, la convicción y la entrega del pequeño equipo del Centro Pablo y las decenas de colaboradores y colaboradoras aquí y en otros claros rincones del mundo que se han jugado junto a nosotros en estos años irrepetibles.
Hoy, al repasar esta etapa de trabajo con HIVOS, creo que podemos confirmar, juntos, aquellas propuestas iniciáticas, arriesgadoras, animadas por este lema iluminador y participativo: "una apuesta a favor de la imaginación y la belleza".
En ella estamos, por ella estamos y continuaremos estando los que hemos hecho nuestra esta declaración (preposicional) de principios: no vivimos "del" Centro Pablo; vivimos "para" el Centro Pablo y su capacidad, tan necesaria, de soñar, de hacer y de soñar otra vez.