Pedro De La Hoz - Granma.- Alejo Carpentier es una presencia tutelar irrenunciable. Aún para quienes no le perdonan su fidelidad a la Revolución cubana, su irreductible vocación de justicia y su íntegra militancia.


Mientras en La Habana, como punto culminante de la agenda de este viernes en las jornadas Leer la Historia (Pabellón Cuba y las principales librerías del país, 5:00 p.m.), será presentada una nueva edición de la novela La consagración de la primavera (1978), hito de la serie editorial del Instituto Cubano del Libro dedicada al cincuentenario de la Victoria de Enero, en España acaba de salir una espléndida publicación del sello Atalanta que contiene Concierto barroco y Viaje a la semilla.

Como esta última salida nadie, que se respete medianamente, puede ignorarla, el diario El Mundo advirtió el pasado martes a sus lectores la novedad editorial rociándola con el vitriolo de la frustración segregado por un paniaguado cronista —bastante ignorante, por cierto, al decir que en Viaje a la semilla el autor "retuerce el lenguaje, lo hace plástico pero muchas veces también hermético, lleno de preciosismo y arabesco, con cultismo de Europa y jerga cubana; no está de más tener el diccionario cerca leyendo esto que los editores de Atalanta consideran una joya, fruto exótico de la espontaneidad artística"—, a quien le duele que Carpentier haya sido "señorito y comunista". Cabría en todo caso hablar de señorío, una cualidad ética que en el caso de Alejo se sustanció de manera orgánica en su proyección intelectual y social.

De su grandeza literaria, Claude Couffon, uno de los más notables hispanistas franceses, opinó: "Me parece que Alejo Carpentier es, con Gabriel García Márquez, la más alta figura de las letras latinoamericanas contemporáneas, porque con una ciencia creativa poco común, dominó y explotó una corriente tan original y tan profundamente americana hasta integrarla a la literatura universal".

Una magistral definición del lenguaje carpenteriano la aportó el insigne escritor chileno Fernando Alegría: "Consideramos como legítimo el uso del vocablo tropical para designar la variedad del barroco que constituye el estilo de Carpentier. Tropicalismo en su obra —como en la de Asturias— sería el nombre para una expresión artística en la que el fondo mágico de las culturas primitivas de América se funde con la belleza formal de la tradición barroca europea en un espléndido intento de interpretar el espíritu y la realidad ambiente del hombre del Caribe y de la América Central en la época contemporánea. Ningún otro estilo sirve para tamaña empresa: ni las viejas normas costumbristas, ni el seco y rudo regionalismo, ni el impresionismo modernista. Se necesita un instrumento para crear mitos o para rescatarlos del pasado precolombino, para hacer vivir al hombre y al paisaje en la unidad esencial que exige la creación artística moderna, para llevar la voz de la América indígena al intelectualismo cansado de la Europa de hoy".

En cuanto a la dimensiòn de su compromiso, debe suscribirse la siguiente valoración de Roberto Fernández Retamar: "A la Revolución, su Revolución, Alejo le sirvió como el más humilde de los soldados: un soldado de la guerra del tiempo, el tiempo en que volvieron a arder en él las voces, que lo convocaban a la lucha, de Mella y Martínez Villena; el tiempo en que Nuestra América entró en su segunda independencia".

Sobre un momento particular de la conquista de esa segunda independencia trata La consagración de la primavera. De la gesta internacionalista por salvar la República española a las arenas de Playa Girón, los escenarios de esta novela épica, de profundo contenido humanista, nos llevan a momentos cruciales de la toma de conciencia en nuestro tiempo.

El ensayista y profesor Rogelio Rodríguez Coronel ha argumentado cómo esta novela "culmina la evolución del método artístico y la perspectiva ideológica de un escritor que encuentra respuesta a las inquietudes que en torno al hombre y su realidad histórica se debaten en toda su obra. Es el surgimiento de un mundo mejor en el reino de los hombres lo que, desde un punto de vista teórico y práctico, provoca una maduración ideológica del ámbito carpenteriano, lo que le otorga un sentido objetivo a su concepción de la historia, lo que reacondiciona valores estéticos —gnoseológicos y artísticos— presentes en su narrativa del periodo prerrevolucionario".
 

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