En día de conmemoración y digno emblema de los trabajadores jurídicos cubanos han devenido el 8 de junio y la imagen del Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz.
En esta fecha de 1865, el joven estudiante camagüeyano Ignacio Agramonte expuso su Tesis de Grado para recibirse como Licenciado en Derecho Civil y Canónico en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, y resultó con la calificación de sobresaliente.
En la época prerrevolucionaria, se nombró Día del Abogado, por la costumbre en ese entonces de llamar así a quienes se relacionaban con asuntos legales; luego de 1959, adoptó la de Jurista hasta la actual calificación de Día del Trabajador Jurídico, que abarca a todos los que laboran en este sector: jueces, fiscales, asesores, notarios, especialistas, abogados, cartularios...
Los trabajadores jurídicos cubanos enfrentan decisivas tareas en su gestión. Las transformaciones económicas y sociales que ocurren, requieren de una concreta plataforma a través de normas legales que las implementen adecuadamente, seguidas de correctas interpretaciones y aplicaciones que garanticen su exacto cumplimiento.
El fortalecimiento de la legalidad interna así como la lucha contra el enemigo yanqui, que no cesa en sus agresiones de todo tipo, a lo cual se une la cruzada por el regreso de nuestros Cinco Héroes prisioneros del imperio, forman parte del entorno actual de nuestros trabajadores jurídicos.
El pueblo de Cuba disfruta de un sistema de Derecho sólidamente afianzado en una Constitución que preconiza el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre y consagra el poder del pueblo como la principal conquista que debemos salvar.
La expresión de ese poder que tiene el pueblo en sus manos es su sistema jurídico. De su salvaguarda y funcionamiento eficaz, responden estos más de 16 mil trabajadores jurídicos que, agrupados en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Administración Pública, cada 8 de junio celebran su día en todo el archipiélago cubano.
Ignacio Agramonte y Loynaz: hombre de leyes y brazo guerrero
Uno de los líderes más sobresalientes de la contienda revolucionaria del siglo XIX en Cuba fue Ignacio Agramonte y Loynaz, que puso su vasta cultura y su brazo guerrero al servicio de la causa independentista.
Nacido en Camagüey el 22 de diciembre de 1842, en un medio familiar desahogado y próspero, cayó en combate el 11 de mayo de 1873 frente a las tropas españolas en los potreros de Jimaguayú, en tierra camagüeyana.
Intelectual revolucionario, formidable y prestigioso jefe militar hecho con la práctica de la lucha cotidiana, hombre de leyes y honesto de principios y esposo ejemplar, alcanzó dimensiones extraordinarias que lo caracterizan en las páginas de la Historia de Cuba como “El Mayor”.
