Dixie Edith - Red SEMlac.- Las migraciones desde el campo hacia las ciudades en Cuba tienden a feminizarse, confirman especialistas. Para frenar el éxodo se necesitan intervenciones integrales para el desarrollo local, pero bien ajustadas a cada comunidad concreta.


Sentada en su pequeña salita del barrio de San Juan, al centro de la ciudad de Bayamo, a poco más de 760 kilómetros de la capital cubana, nada apunta a que Mysladys Duvergel, una cubana de 47 años, vivió la mayor parte de su vida en un paraje impresionante de la Sierra Maestra, el principal macizo montañoso del oriente cubano, muy lejos de cualquier civilización citadina.

"Nací en un caserío cerca de la comunidad de El Roble. Era obrera agrícola y allí me junté con mi primer esposo y nacieron mis hijas. Era un lugar lejos de todo y con muchos problemas con el agua, que a veces había que cargar desde un arroyo a casi un kilómetro", contó a SEMlac.

La comunidad natal de Duvergel es parte del municipio de Bartolomé Masó, muy al sur de Bayamo, en la provincia de Granma. Pero no fueron ni el pobre abasto de agua, ni la tardía conexión de su asentamiento al sistema electroenergético nacional las razones que apresuraron su decisión de emigrar a la cabecera provincial.

"Cuando la mayor de las muchachitas iba a empezar la secundaria, tenía dos posibilidades: o viajar varios kilómetros dos veces cada día, o ir a una escuela becada (interna); y a mí no me convencían ninguna de las dos. Una tía muy mayor estaba necesitando compañía acá en Bayamo y cargué con las dos niñas y cuatro maletas", relata.

Según esta mujer, actualmente trabajadora de la gastronomía estatal, no ha vuelto a la montaña "ni de visita". "El padre de las niñas me dejó cuando ellas tenían tres y dos años, y nunca más apareció; yo no tenía más familia en la loma", precisó.

Ahora vuelve a estar sola. Su tía falleció y su hija mayor, de 30 años, estudió Agronomía, pero se casó y vive en La Habana, donde comparte con su esposo un negocio por cuenta propia. La más pequeña, de 29, trabaja en el polo turístico de Jardines del Rey, al centro del territorio nacional.

Duvergel y sus hijas integran la lista de las 859 personas que se trasladaron desde Bartolomé Masó a Bayamo entre 2000 y 2009, según datos publicados por el investigador Yanel Pompa Chávez, en su artículo "Las migraciones rurales-urbanas. Su incidencia en el contexto urbano bayamés", publicado en julio de 2012 en el espacio digital Contribuciones a las Ciencias Sociales.

De ellas, poco más del 56 por ciento fueron mujeres, una tendencia que viene perfilándose desde hace varias décadas en el panorama migratorio cubano.

¿Ellas se mueven más?

Aunque la migración entre localidades rurales es más común en los hombres, las mujeres son mayoría entre quienes migran "hacia áreas más urbanizadas, en busca de una estructura más diversificada de las fuentes de trabajo y de la oferta de servicios", asevera la demógrafa e investigadora Blanca Morejón en su artículo "Características Diferenciales de los Migrantes Internos en Cuba", publicado en 2007 en la revista Novedades en Población del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana.

La tesis de Morejón ha sido confirmada por otras investigaciones de gran alcance, como la Encuesta Nacional de Migraciones Internas (ENMI), realizada en 1995 por el Instituto de Planificación Física (IPF), el propio CEDEM y la actual Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

También fue respaldada por los Censos Nacionales de Población y Viviendas de 2002 y 2012.

"A lo largo de casi dos décadas, se ha incrementado discretamente la participación de la mujer en la migración", afirma, por su parte, la monografía "Migraciones internas en Cuba", otro análisis conjunto del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE), de la ONEI y el CEDEM.

Las principales corrientes migratorias en la isla, en general, no han variado en las últimas décadas: los movimientos se originan en el Oriente, con Santiago de Cuba y Granma como principales provincias emisoras y la capital -o algunas provincias centrales- como receptoras.

Además de la cifra de mujeres, también ha crecido la de personas jóvenes con alto nivel escolar, que abandonan el lugar donde nacieron en busca de otros futuros.

Las mujeres constituyen alrededor del 47 por ciento de las personas que habitan en las áreas rurales cubanas, según el CEPDE, y las causas más mencionadas por ellas para abandonar los campos son el matrimonio, el divorcio, la necesidad de acercamiento a seres queridos y otras similares.

Pero la insatisfacción con el empleo y la búsqueda de opciones laborales en otros territorios les siguen muy de cerca, coinciden las citadas indagaciones.

Datos del IPF publicados a fines de la pasada década confirmaron, además, las dificultades con el transporte, la dotación de agua potable, la disposición de residuales, la electrificación y alumbrado público, las telecomunicaciones, la urbanización, la vivienda y las posibilidades de superación y recreación, entre las principales causas del abandono de los pequeños asentamientos rurales.

Más recientemente comienzan a aparecer, entre las posibles causas, la centralización de servicios médicos específicos en cabeceras municipales y provinciales, parte de una reestructuración en marcha para la atención primaria de salud en la isla.

"Pero aún no se pueden considerar como una tendencia, pues resulta muy pronto para medir el impacto final que tendrán esas acciones sobre las migraciones", dijo a SEMlac la máster Livia Quintana, psicóloga e investigadora del CEDEM.

En busca de luces

Luisa Íñiguez, geógrafa especializada en los análisis demográficos, suele hablar de zonas "opacas" o "luminosas" para describir las diferencias de desarrollo entre los diferentes asentamientos cubanos.

Así, asocia las "zonas luminosas" a espacios donde se concentran "las más fuertes inversiones en el sector turístico, la exploración y explotación de recursos minerales y energéticos, y en el sector agropecuario industrial", precisó en julio de 2012, durante un taller por el 40 aniversario del CEDEM y los 20 años de la Conferencia de El Cairo.

Sin embargo, la propia Íñiguez y otros especialistas defienden que la migración desde las pequeñas comunidades rurales merece más de una mirada, todas muy detenidas.

Trinidad Sierra, especialista en Desarrollo Humano y coordinadora de proyectos de género en la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) en Granma, coincide y aporta sus propios argumentos.

En esa provincia se ubica un municipio como Pilón, muy cerca de Marea del Portillo, una zona eminentemente turística. Allí, en la comunidad de Mota, "hay muchas casas, pero solo un par de personas viviendo porque faltan servicios básicos. En este caso, no resuelve nada estar cerca de un polo de desarrollo, si no hay electricidad o caminos", explicó a SEMlac.

Para Sierra, incluso las intervenciones evidentemente muy favorables, tienen que ser muy bien pensadas para no provocar efectos contrarios al previsto.

"Es el caso de la experiencia que tuvimos con la UBPC (Unidad Básica de Producción Cooperativa) Papi Lastre. Allí, una interesante propuesta de intervención con enfoque de género cambió conductas, generó capacidades; pero no pudo evitar algunas migraciones de mujeres", reflexionó Sierra.

La especialista alude al proyecto "Fortalecimiento institucional para la implementación de una estrategia de género en cooperativas agropecuarias", ejecutado en cuatro UBPC del país por la ACPA y las organizaciones no gubernamentales Mundubat y ACSUR Las Segovias, con financiamiento de la Agencia Española para la Cooperación Internacional y el Desarrollo (AECID) y la Comunidad Autónoma de Murcia.

"En la Papi Lastre hicimos un diagnóstico importante de empoderamiento femenino y trabajamos en la sensibilización y capacitación de género. Llegamos a tener cinco delegadas mujeres (representantes de gobierno a nivel local) y hasta una presidenta de Consejo Popular. Pero ya esta última emigró para La Habana, pues descubrió que tenía otras posibilidades", detalló la funcionaria de la ACPA.

Para Sierra, quedó como lección que las intervenciones para el desarrollo deben ser integrales, bien meditadas, y apuntar a todas las causas posibles del abandono de las zonas rurales.

Los Lineamientos de la Política Económica y Social, aprobados en 2011 durante el VI Congreso del Partido Comunista, otorgan prioridad al desarrollo territorial como iniciativa que potencie de manera sostenible su crecimiento económico.

Pero conocedores como Sierra, con experiencia directa en proyectos de desarrollo local, aseguran que cualquier iniciativa para el despegue socioeconómico y productivo en las áreas rurales debe ser endógena; o sea, nacer desde las necesidades de las propias comunidades y tener autonomía para avanzar.

"El desarrollo local aún no ha llegado completamente a la base y la clave está en que los proyectos tienen que parecerse al lugar donde van a ser aplicados", aseveró Sierra.

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