Marta Núñez Sarmiento - Por Esto! / Rebelión.- En la XXIX edición de la Feria del Libro de La Habana, la revista cubana de ciencias sociales Temas presentó el libro Estudios de género en Cuba. 25 años en Temas, de su colección digital Recuento.
Antes de resumirles mis reflexiones sobre esta obra, les presento a los miembros del equipo que la convirtieron en un CD, especialistas a quienes los lectores solemos ignorar: Ana Molina fue la coordinadora de la edición; su editor y corrector, Ronald Ramírez; diseñó la cubierta con un toque “retro” Ernesto Niebla [Premio Nacional de Diseño del Libro 2020]; el diseño interior para ebook corresponde a Yadira Rodríguez, y Alejandro Villar tuvo a su cargo la “maquetación”.
Comparto con nuestros lectores las ideas que me surgieron mientras leía el libro. En sus 769 páginas la obra contiene 29 artículos en el orden cronológico en que la revista los publicó, entre 1995 y 2014. Estos fueron, en mi opinión, los años más duros de la transición socialista cubana que comenzó en 1961. A lo largo de este período, los autores analizaron lo que venía ocurriendo principalmente a las mujeres cubanas en comparación con los hombres, para extraer las particularidades de lo que ha significado ser mujer y, por supuesto, lo que las diferenciaba de los hombres cubanos. A fines de la década de los 90 aparecieron en Temas dos trabajos que incluyen por primera vez lo que denominaron “homosexualismo” y solo en 2014 hay un artículo que se dedica a tratar científicamente a las personas LGBTI en Cuba y, específicamente, a las personas “trans”.
¿Quiénes escribieron estos 29 trabajos? Intento describirlos someramente con mi mirada sociológica. De los 25 autores, 24 son mujeres, por lo que a partir de aquí hablaré de “autoras”. Hay entre ellas 22 cubanas y 3 son de los Estados Unidos; 19 de las cubanas residen en La Habana, dos en Camagüey y una en Holguín. Por lo tanto, los trabajos están cargados de una visión “habanerocentrista” que debe subsanarse en los números futuros de la revista. Entre las autoras cubanas, 13 nacieron en las décadas de 1940 y 1950 del siglo pasado, 8 en los años 60 y una nació en la década de 1930. Esto significa que todas crecieron, estudiaron desde la primaria hasta la universidad, se graduaron en maestrías y doctorados, y obtuvieron las categorías docentes y científicas superiores, después de 1959. Ejercieron simultáneamente sus labores en la docencia universitaria, la investigación, la literatura, el periodismo y el cine.
Cuando investigaron los problemas publicados en la revista Temas, habían experimentado en carne propia las transformaciones que la Revolución cubana produjo en toda la trama social y, en especial, en lo que significa ser mujer, ser hombre y ser LGBTQ. Luisa Campuzano resumiría estos avatares con el título de su artículo “Ser cubanas y no morir en el intento”. Me atrevo a parafrasear el exergo con el que inicia Mirta Yáñez su trabajo, cuando cita del Génesis “Y entonces la mujer de Lot miró atrás a espaldas de él y se volvió estatua de sal”, para atestiguar que las autoras de este libro nos atrevimos no solo a mirar atrás, sino que miramos el presente y el futuro sin pedir permisos… pero no nos convertimos en estatuas de sal.
Los 29 artículos son una muestra de cómo especialistas altamente calificadas en disciplinas de las ciencias sociales, las humanísticas, la psicología y la economía enseñan a los lectores sobre la evolución de los estudios de género en Cuba entre 1995 y 2014.
A medida que los interesados recorran los ensayos en el orden cronológico en que aparecieron, comprobarán que la mayoría de ellos contiene una concepción dicotómica del género, porque lo identifican con lo que significa ser hombre y ser mujer. En esta dualidad enfatizan en el género femenino y, con este fin, comparan a las cubanas con los cubanos para sacar a la luz las especificidades de unas y de otros. Solo en 1996 comienza a “abrirse” esta dicotomía para ir incluyendo poco a poco lo que hoy conocemos como LGBTQ en un trabajo sobre cómo las religiones afrocubanas asumen a los hombres, a las mujeres, a los gays y a las lesbianas. Dos años después, en 1998, hay un segundo ensayo que evalúa la construcción cubana de los estereotipos femeninos, masculinos y “homosexuales”. En 2004 el único autor masculino incluye a los homosexuales en su investigación sobre las masculinidades en Cuba. Tuvieron que pasar diez años más para que en el 2014 apareciera el estudio que resume los infinitos y entreverados factores sociales que explican las causas de la homofobia en Cuba, en nuestra historia y en el presente. Este ensayo comienza por explicar a los LGBTQ en Cuba para concentrarse en los programas para lograr incluir a las personas transexuales con plenos derechos a la sociedad. También en 2014 aparece un trabajo que estudia “la cara de género” de las personas inmersas en los empleos de la pequeña propiedad privada cubana que busca las especificidades con las que actúan en ellos las mujeres, los hombres, las lesbianas y los gays.
¿Cuáles son las cuestiones que trataron las autoras?
Comenzaron por estudiar a las mujeres en la literatura, en el cine y en la pintura, atendiendo a las funciones que cumplen en las tramas, destacando si existen diferencias si los creadores son hombres o mujeres e intentando acercarse a cómo los auditorios perciben estas peculiaridades. Las autoras son las cubanas Luisa Campuzano, Mirta Yáñez, Adelaida de Juan, Nara Araújo y Mercedes Santos Moray. Aparecen también ensayos acerca de las especificidades del empleo femenino en comparación con el masculino y atisbos de las manifestaciones entre las personas LGBTQ. Hay una especialista norteamericana, Carollee Bengelsdorf, además de las cubanas María del Carmen Barcia, Yuliuva Hernández, Maribel Almaguer; Ana Lidia Torres, Dayma Echavarría, Dalia Virgilí y una servidora. Otros textos se dedican a la sexualidad, la diversidad sexual –siempre comparando a las mujeres con los hombres, con énfasis en las primeras– y hay un artículo dedicado a las masculinidades. Son tres los autores cubanos, Natividad Guerrero, Julio César González Pagés y Mariela Castro, más la norteamericana Susana Peña.
Las cubanas Mayda Álvarez, Inalvis Rodríguez y Lourdes Fernández se dedicaron a analizar los programas nacionales y las políticas sociales para desarrollar a las cubanas con plenos derechos. Tres trabajos incursionaron en el enfoque de género y resumieron analíticamente los estudios sobre la mujer escritos en Cuba y en los Estados Unidos. Sus autoras son la norteamericana Carollee Bengelsdrof y las cubanas Inalvis Rodríguez y Marta Núñez, quien les escribe.
El resto de los tópicos solo fueron tratados por una autora. El de las mujeres jóvenes lo escribió María Isabel Domínguez; el de las mujeres en las religiones afrocubanas lo investigó María Margarita Castro; el dedicado a las mujeres en una zona rural fue responsabilidad de Maribel Almaguer y Ana Lidia Torres. Todas las que he mencionado son cubanas. La antropóloga norteamericana Helen Safa trató a las familias en el Caribe y, específicamente, en Cuba.
Llamo la atención a los editores de la revista Temas sobre tramas que estuvieron ausentes en estos 29 trabajos y que deben convocar a los autores para que escriban sobre ellos en próximos números: los relativos a los enfoques de género que trasciendan la dicotomía mujer/hombre e incorporen las particularidades que emanan de los estudios sobre las personas LGBTQ; los del racismo y el antirracismo; aquellos que profundicen en las desigualdades y en la pobreza; investigaciones sobre la violencia de género y la violencia familiar; los estudios rurales; más sobre las características similares y diferentes de acuerdo al género en los sectores públicos y privados y, por último, las imágenes sexistas, racistas, consumistas y prácticamente pornográficas que contienen los medios de comunicación cubanos.
Deseo resaltar que todas las autoras que aparecen en esta antología digital analizaron críticamente en sus obras los aspectos de las realidades cubanas que escogieron. ¿Cuáles fueron sus intenciones? Llamar la atención sobre la urgencia que tenemos en nuestro país de estudiar la evolución de las mujeres y su influencia en las relaciones de género, para comprender cada etapa de la transición socialista, enfatizando desde la década de 1990 hasta hoy. Todas estas especialistas ofrecieron soluciones para que las ramas científicas, no solo las sociales, resolvieran estos vacíos de conocimientos. Asimismo, aprendieron de las historias de cada uno de los asuntos que estudiaron en Cuba e igualmente extrajeron experiencias de las investigaciones que se llevaron a cabo en otros países sobre estos temas para no perder el tiempo repitiendo los errores que ya se cometieron. Por ejemplo, la historiadora cubana María del Carmen Barcia nos ilustró sobre un asunto que ignoramos, el de los oficios que ejercían desde el siglo pasado las mujeres en el despalillo del tabaco, lo relativo a la proliferación de las costureras, así como el de las mecanógrafas y taquígrafas desde inicios del siglo xx.
Los textos alertaron a los dirigentes de mi nación sobre lo imperioso de incorporar una mirada de género a las decisiones y a las actuaciones que ellos llevan a cabo en todas las esferas del país. ¿Por qué afirmo rotundamente que esta es una posibilidad realista? Porque las autoras convencen con sus argumentos que no hay realidades femeninas ni de género homogéneas, sino una multiplicidad de ellas, lo que obliga a considerar las diferencias de razas, generaciones, regiones geográficas, profesiones, niveles educacionales y muchas otras más. Imbuidos en estos saberes, los decisores y los activistas pueden actuar, experimentar y rectificar sus políticas para hacer avanzar las relaciones de género y a Cuba toda.
Las autoras incorporan en sus investigaciones algo que pareciera ser una verdad de Perogrullo para todos, pero que de hecho se minimiza o simplemente se desconoce. En Cuba persisten modos de ser y de pensar patriarcales que explican por qué existen los prejuicios de la supremacía masculina y sexistas que subordinan a las mujeres y desprecian a los LGBTQ. Así los explican Natividad Guerrero y María Isabel Domínguez en sus textos sobre cómo se forman los estereotipos sexuales desde la niñez y cuánto chocan con los avances que se han alcanzado en la vida cubana.
La fuerte presencia de la ideología patriarcal entre los cubanos y las cubanas explica por qué la presencia femenina en distintas esferas sociales no significa que ellas posean una conciencia de lo que implica ser una mujer cubana y, mucho menos, estar inmersas en las relaciones de género que prevalecen en mi país. Esto lo reconocen las autoras que tratan el empoderamiento femenino como Mayda Álvarez.
Por último, este libro tiene una importancia que no podemos pasar por alto. Con las citas y las referencias de cada artículo se puede reconstruir una bibliografía del estado de los estudios de género en Cuba antes de 1959 y desde esta fecha hasta hoy. Se incluyen textos escritos por cubanos que residen en la isla y en el exterior, así como escritos de especialistas de otros países.
Cuando los lectores beban de sus páginas agregarán otros valores que yo no pude reconocer. ¡Que así sea!