Beatriz Ramírez López - Revista Mujeres.- El feminismo, aún en el siglo XXI, continúa siendo un concepto repudiado por algunas personas e incomprendido por otras. Estos rechazos al movimiento feminista residen, muchas veces, en el desconocimiento de sus luchas y prejuicios conformados durante décadas en torno al término.


Según la catedrática y periodista Isabel Moya, en el texto “El desafío mayor es cultural”, de la publicación Voces para el diálogo, entre las causas de estos comportamientos se encuentran los estereotipos impuestos por una sociedad donde los sistemas mediático y educativo también tienen un corte patriarcal. «Dicho modelo apela a representaciones peyorativas en las cuales las feministas son caricaturas masculinizadas, extremistas o lesbianas, marcadas por el desprecio a los hombres».

Desde el siglo XIX, mucha de la propaganda que llegaba a Cuba descalificaba a las mujeres con acceso al estudio y al trabajo, o con una actitud emprendedora no acorde a los mandatos sociales de la época. Surgía de esta forma un miedo asentado durante décadas: ser acusadas de masculinas o machorras.

A nivel social, eso provocó que las mujeres rechazaran el feminismo. En esa época no estaba bien visto que ellas trabajaran, por lo que dependían del padre o el esposo. Estaban obligadas a tener el matrimonio como proyecto de vida. Una mujer tildada de “masculina” tenía casi bloqueado el acceso al casamiento, refiere Raquel Vinat en el artículo “Feminismo en Cuba: pasado, presente y futuro”, publicado en la Biblioteca Virtual de Género del Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe (SEMlac).

Aunque todo ello ha cambiado con el devenir del tiempo y se ha remendado parcialmente desde los estudios de género, autodefinirse como feminista continúa siendo un reto, incluso, dentro del gremio académico y artístico, puesto que aún persisten los prejuicios en la conciencia colectiva. La incomprensión del feminismo conlleva errores garrafales, tales como la vinculación a actitudes de fanatismo que implican el odio al sexo opuesto o el establecimiento de un matriarcado.

Para la escritora cubana Mirta Yáñez en “Feminismo en Cuba: pasado, presente y futuro”, divulgado en SEMlac, confundir las ideas feministas con elección sexual o menosprecio del hombre es algo de lo cual debieran abochornarse los indocumentados que repudian el término.

A fin de cuentas, es un movimiento que se propone lograr la equidad entre géneros e igualdad de los seres humanos en todos los aspectos de la vida; tanto social, económico, político, como doméstico, sexual y emocional.

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