En próximos días conmemoraremos un aniversario más del fallecimiento de Vilma, como siempre le gustó a nuestro pueblo llamarla. Recordarla es un deber y un honor.

Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- Me preguntaba sobre las veces que hemos pronunciado a lo largo de los años estas dos palabras: mujeres y Revolución. Claro, vivimos en un país donde esos vocablos se interrelacionan: digamos que la fuerza misma de la Revolución y el fervor patriótico de las mujeres, su consagración y entusiasmo arrastraron como un gran alud a aquella masa que años atrás sufría despidos y hambre.


Aquellas mujeres apenas podían emplearse como domésticas y vivían una vida de miseria y dependencia, en una sociedad que las marginaba y solo las concebía cargadas de hijos,  limitadas al ámbito exclusivo del hogar y subordinadas al hombre de la casa.

Y pensé en alguien que consagró toda su vida a luchar contra siglos de discriminación y prejuicios, con las mismas fuerzas con las que se enfrentó a la lucha clandestina  en su Santiago de Cuba natal y guerrillera en la Sierra. Mucho hizo Vilma por redimirlas de la explotación y subordinación en que vivían otrora las cubanas. Eran las más explotadas y oprimidas y también la mayor parte de las analfabetas, sin posibilidades de empleo, educación, accesos a servicios de salud y seguridad social.

“De tanta miseria solo era posible librarse con la muerte”, dijo Fidel en su alegato La Historia me Absolverá.  Pero con su reconocimiento e inserción en la sociedad, vino el cambio. Casi al unísono  de las transformaciones que se daban en el país, las mujeres se organizaron y alistaron en las filas de la Federación de Mujeres Cubanas, una recién nacida que crecería robusta y dinámica.

Y echaron raíces los preceptos concebidos por Vilma para su liberación plena: la prevención y atención social, el trabajo comunitario, la superación educacional, el apoyo a la escuela, a los planes de salud, por solo mencionar algunos de los desempeños de esos años fundacionales.

A veces nos pasa lo que a los padres con sus hijos; a fuerza de verlos crecer, ni nos percatamos de cuán fuertes, hermosos y sanos se desarrollan, hasta que alguien nos lo hace notar, llenándonos de orgullo el corazón.

Vilma hizo eso y mucho más desde el impulso que le dio a la Federación de Mujeres Cubanas y claro, con la colaboración de otras organizaciones y organismos del Estado se pudieron romper trabas sociales y se alcanzaron resultados técnicos, científicos y de promoción superiores a los de muchas mujeres en el mundo.

En un aniversario más de su fallecimiento, ocurrido el 18 de junio del 2007, el recuerdo de la heroína, la dirigente, la mujer que fue Vilma Lucila Espín Guillois, nos acompaña como lo que fue: una verdadera artífice de la cultura de la igualdad, porque lo que somos hoy y lo que seguiremos siendo para desarrollar y empoderar desde la belleza, la inteligencia y la fuerza el protagonismo femenino en Cuba, tiene en Vilma, en su ejemplo y memoria, toda nuestra energía, capacidad y creación.

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