“La violencia de género se agudiza cuando se trata de mujeres lesbianas, porque ellas la sufren doble: como mujeres que son y por su condición de ser lesbianas”, asegura la filóloga Teresa de Jesús Fernández

Dixie Edith - Red Semlac / Foto: SEMlac Cuba.- Prejuicios, estereotipos y una tradición que las ignora y condena fomentan el rechazo y el maltrato a las mujeres lesbianas en las familias, escuelas, comunidades, centros de trabajo, espacios públicos y otros donde transcurren sus vidas.


Sus historias muestran dolorosas experiencias de rechazo familiar y escolar, acoso de todo tipo, sanciones laborales injustas, malos tratos en los servicios de salud, entre otros muchos maltratos.

La lesbofobia está atravesada por esa cultura patriarcal muy presente aún en la sociedad cubana, pero también por posturas muy conservadoras que reemergen una y otra vez. Esas actitudes expresan una violencia que impacta en la salud física y psicológica de estas mujeres, así como en el ejercicio de sus derechos.

Para la filóloga Teresa de Jesús Fernández, “la violencia de género se agudiza cuando se trata de mujeres lesbianas, porque ellas la sufren doble: como mujeres que son y por su condición de ser lesbianas”, con todo el estigma y la discriminación que ello implica.

Activista, feminista y coordinadora de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales en Cuba, ubica la invisibilidad y el silencio entre las más dolorosas violencias que ellas sufren.

¿Por qué se afirma que la violencia de género es más aguda cuando se ejerce contra mujeres lesbianas y cuáles son sus principales manifestaciones?

Estas violencias se manifiestan de muchas maneras. Principalmente, se sufre mucho acoso durante los años escolares; se sufre acoso en el hogar cuando hay una familia que es incapaz de entender a esa persona; se sufre acoso social y, sobre todo, con una cultura tan patriarcal, tan férrea, tan machista, tan sexista como la que existe en nuestro país. Es muy difícil ser una mujer lesbiana, estamos continuamente agredidas.

Desde el imaginario popular, siempre se representa a la mujer lesbiana desde la violencia, la fealdad y los supuestos negativos; por tanto, es muy difícil. Hasta se han dado muchísimos casos de quienes han sufrido violencia y acoso solo por el mero hecho de ser mujeres lesbianas. En la red los hemos recepcionado.

Muchas de las historias de las mujeres lesbianas, recogidas en este libro, muestran dolorosas experiencias de rechazo familiar y escolar, acoso, sanciones laborales injustas, entre otros muchos maltratos. Foto: SEMlac Cuba

En tu opinión, ¿son suficientemente visibilizadas, comprendidas?

Otra violencia hacia las mujeres lesbianas es justamente su poca visibilidad o la manera en la que se les visibiliza a nivel social, siempre desde una mirada muy negativa.

Sería importante, realmente, que hubiera una forma mucho más digna de representarnos, de normalizar la realidad de las mujeres lesbianas, su existencia; de hablar de ellas cuando se habla de las mujeres en general; de nombrarlas, porque es importante nombrar a las personas y las condiciones en que cada una de ellas vive.

Creo que eso es fundamental porque, incluso, entre las batallas de la población LGBTIQ+, las lesbianas son muy invisibilizadas. Sufren también de discriminaciones por parte de sus pares, algo muy difícil y que habría que enfrentar y solucionar desde la inteligencia, la sensibilización y la comunicación.

Hay que mostrar sus realidades, sus vivencias, en un contexto amable, que permita que se perciba a la mujer lesbiana como una persona igual a cualquier otra y se comprenda que su orientación sexual o su expresión de género no tienen por qué colocarlas en una situación de desventaja.

¿Cómo avanzar en su atención?

Se puede perfectamente avanzar en la atención hacia estas realidades de las mujeres lesbianas. Por ejemplo, tenemos una Carta Magna donde, en el capítulo quinto, muchísimos artículos hablan a favor de los derechos de todas las personas y ahí nos vemos incluidas. También el Código de las Familias ha sido importante, porque garantiza derechos para las mujeres lesbianas, para sus familias, como el derecho a las técnicas de la reproducción humana asistida. En fin, son todas posibilidades que las mujeres lesbianas han pedido.

El Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres también es una oportunidad que tendríamos para trabajar las realidades de las mujeres lesbianas. Es importante que todo eso se discuta, se visibilice, se verbalice.

Hay mujeres que han vivido toda la vida alejadas de sus familias porque las han discriminado y, sin embargo, al final de la vida se convierten en las cuidadoras de sus mayores; otras han tenido muchas dificultades para poder progresar en sus vidas en sentido general, económicamente o en su formación profesional.

Todo eso tendría que tenerse en cuenta para lograr políticas públicas, estudios, trabajos que permitan que las mujeres lesbianas reciban una atención específica, con una mirada que tenga en cuenta cuál es su realidad y, sobre todo, saber de qué se enferman, cómo envejecen, cuáles son las condicionantes sociales de salud que tienen. Por tanto, sí habría mucho que se podría hacer para mejorar su atención.

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