Vincenzo Basile - blog Desde mi ínsula. - Cubainformación. - El pasado 1 de marzo*, un numeroso grupo de dos mil personas, entre estudiantes y varios activistas de derechos humanos, volvieron a tomar una vez más las calles para marchar pacíficamente hacia una base militar perteneciente al histórico aliado del gobierno del país.
Los estudiantes y los activistas querían pedir el cese de la injerencia en los asuntos internos del país ejercida por el poderoso régimen extranjero.
Además, la protesta estaba dirigida contra un objetivo principal: una nueva instalación de un sistema de comunicación militar vía satélite (MUOS, por su acrónimo) en la misma base extranjera que -según los manifestantes- estaría acabando con la fauna local; estaría provocando numerosas enfermedades a las poblaciones de toda la provincia, como leucemias, cánceres e infertilidad; y sobre todo representaría el último elemento de un sofisticado sistema de espionaje de las telecomunicaciones, local y universalmente integrado.
Sin embargo, cuando los manifestantes pacíficos intentaron dirigirse hacia las puertas de la base extranjera, encontraron un cerco policial organizado por la dictadura que trató de bloquearle el camino. Convencidos de las razones de sus protestas y siempre animados por un espíritu pacífico, los manifestantes decidieron seguir su marcha y superar el cordón de seguridad levantado por los agentes de la tiranía. A este punto, policías y agentes de la seguridad del estado asaltaron al grupo de pacifistas, los golpearon brutalmente y, con palizas y empujones, disolvieron violentamente la marcha.
No es la primera vez que este pequeño poblado del sur del país es teatro de semejantes atrocidades policiales. Esto ha pasado en numerosas ocasiones en los últimos meses, cada vez que grupos de jóvenes activistas han intentado protestar contra la injerencia y el aniquilamiento de la soberanía nacional por parte de los militares de un régimen extranjero que desde hace más de seis décadas ha convertido al gobierno local en un títere en sus manos y que se está quedando en territorio nacional contra la expresa voluntad de la inmensa mayoría del pueblo.
Esta protesta se inserta claramente en un más amplio y dramático escenario de inquietud socio-económica que vive el país desde hace ya muchos años. Un desempleo juvenil que ha superado el 40%; 8 millones de personas (el 16% de la población) que viven bajo el umbral de la pobreza absoluta; el 10% de las familias que controlan más de la mitad de la riqueza nacional, son solamente algunos de los índices que ayudan a comprender el completo fracaso económico que vive una nación al borde del colapso.
Muchos sectores del mundo democrático esperan que medios internacionales, organizaciones no gubernamentales en defensa de los derechos humanos, organizaciones internacionales independientes y líderes de los principales países del mundo expresen muy pronto su contundente rechazo contra la enorme y desproporcionada violencia ejercida por los agentes del régimen títere y pidan el cese inmediato de la represión y de la injerencia extranjera. Algunas voces están pidiendo también la imposición de sanciones económicas y comerciales hasta que el régimen no deje definitivamente el poder y su aliado extranjero abandone el país.
*Estos hechos se han producido en Sicilia (Italia). La base militar en cuestión pertenece a los Estados Unidos y a la OTAN (NATO) y el sistema de comunicación vía satélite, el Mobile User Objetive System (MUOS), está dirigido directamente por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Se puede entender que claramente no ha habido -ni habrá- resonancia mediática alguna, ni condena por los grandes líderes de los países occidentales, ni sanciones económicas. Pero así es como hubiera sido presentada la noticia si hubiese ocurrido en Cuba, en Venezuela o en algún otro “régimen dictatorial”.
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