Por Ivana Belén Ruiz Estramil - Asociación Euskadi-Cuba / Cubainformación.-
Hace apenas unos días, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, anunciaba la construcción y el lanzamiento del tercer satélite que pondrá en órbita este país Sudamericano. Recibirá el nombre de Sucre, en honor al mariscal Antonio José de Sucre, uno de los próceres más destacados de la lucha por la Independencia Latinoamericana.Ya en el espacio se encuentran los satélites Simón Bolívar, y Miranda, por parte de la República Bolivariana de Venezuela, se habla de un cuarto que será bautizado con el nombre de Guaicaipuro. El Estado Plurinacional de Bolivia, el pasado año, elevó también el nombre de otro de nuestros próceres al espacio con el satélite Túpac Katari.
Por estas fechas que rodean al 12 de octubre, fecha en la que hace 522 años nos dijeron que habíamos sido descubiertos, que iban a civilizarnos, mentalidad que perdura incluso hoy en día cuando nos estudiamos desde la visión del que nos invadía, es muy gratificante ver que los nombres de quienes lucharon por la independencia de nuestros pueblos no se olvidan. Es más, se reanuda bajo su estela el sueño libertador, interrumpido por esa larga noche, en la que América Latina, toda ella, sufriría innumerables atropellos, a manos de potencias extranjeras y de innumerables lacayos, hijos latinoamericanos. Dictaduras, medidas de ajustes económicos salvajes, eso sí bajo un régimen “democrático”, invasiones, terrorismo de estado y extranjero. Pero parece que Nuestra América ha cambiado las tornas de su cita con la Historia, y empieza a avanzar unida, consciente de los innumerables escollos que debe sortear, pero dispuesta a enfrentarlos con la vista puesta en el horizonte y la memoria en el corazón.
Nuestros próceres en el espacio, simbólico sí, pero sobre todo ilustrativo del modo en el que se planifica el porvenir de nuestros pueblos, conscientes del sacrificio y la sangre de miles vertida. De anónimos que su sola existencia se convertía en un gesto de rebeldía, de resistencia. Hoy se está mejorando, pero aún queda mucho por hacer, no será solo tarea de uno, sino de esos miles, millones, de esos que aventuraba Tupac Katari cuando lo estaban matando.
Podemos tocar las estrellas, pero no olvidaremos que nos quisieron enterrar en el fango.