Por: Roberto G. Peralo. (roberto.peralo@umcc.cu) - @RobertoPeralo.- Aunque el nuevo modelo económico reconoce como actores activos de la economía a la propiedad privada, a la empresas mixtas y a las cooperativas, deja bien claro que la empresa estatal socialista es la forma principal en la economía nacional. Entonces, el éxito o fracaso del nuevo modelo económico cubano va a estar en la eficiencia que sea capaz de alcanzar este sector.

 


 

Si queremos seguir ondeando la bandera del socialismo, en este nuevo escenario, tendremos que contar con una empresa estatal: eficaz y productiva. Donde sean capaces de competir contra las grandes trasnacionales que estarán esperando al mínimo error para apoderarse de nuestra economía, como verdaderas aves de rapiña.

¿Qué hace a una empresa eficiente? ¿Dónde radica el éxito o el fracaso de una empresa? Estas preguntas tendrían respuestas muy disimiles pero concretas si me refiero a empresas que realizan sus actividades en una economía donde predominan las políticas neoliberales (poca regulación estatal y el mercado con sus leyes sería el único ente regulador). Pero en empresas que operan en un modelo económico diseñado para transitar hacia el socialismo la respuesta es más compleja.

Los defensores del modo de producción capitalista usan como argumento, y lo considero válido, la correspondencia entre la propiedad privada sobre los medios de producción y la eficiencia y productividad con que son empleados estos medios. El hombre es dueño de un objeto cuando decide el destino de ese objeto. Cuando esa decisión tiene relación directa con alcanzar un bienestar de vida adecuado a sus expectativas, entonces se convierte en una palanca impulsora del desarrollo.

Los procesos de toma de decisiones se convierten en una variable fundamental en el éxito o el fracaso de una organización. En el capitalismo esto se resuelve muy fácil, quien tiene el capital es el dueño y es el que al final decide. En un modelo socialista esto se complejiza un poco.

Cuando ocurrió la destitución del presidente de LABIOFAM José Fraga, circuló vía memoria Flash, un video de una manifestación espontánea por parte de los trabajadores que estaban en desacuerdo con tal decisión. Lo que vi realmente me impactó. En mi experiencia como trabajador pocas veces he conocido un caso en que los trabajadores sientan empatía por un directivo. Por lo general lo que predomina son opiniones negativas sobre sus cualidades como dirigente.

La causa de este fenómeno es que los administradores, dirigentes y jefes son decididos y traídos desde instancias externas de la organización. Los trabajadores solamente se limitan a darle la bienvenida el día que se les presenta.

Este es solo un ejemplo de la poca participación que tienen los trabajadores en el proceso de toma de decisiones en las empresas estatales. Empresas que han contraído un estilo de dirección, largamente establecido, donde predomina los niveles jerárquicos, y sistema político centralizado, que ha potenciado una burocracia vertical, administrativa, territorial, excluyente, que dificulta la participación de los trabajadores. En el capitalismo no es diferente.

Lo trabajadores cubanos dejamos pasar una gran oportunidad, cuando en el último congreso de la CTC se aprobaron los nuevos estatutos y reglamento de la organización. Este era el momento de haber dejado escrito en blanco y negro mecanismos de participación más efectivos. No se trata de participar como un fin, sino de una participación real de los trabajadores en los procesos de dirección. Implementar mecanismos de dirección cooperada que se basen en la igualdad de condiciones.

Para que una empresa estatal pueda aspirar a ser competitiva, es imprescindible implementar un sistema de gestión donde las decisiones estratégicas y operativas vinculadas a su gestión, se tomen con la participación de sus trabajadores. Se trata de que los colectivos laborales cuenten con una participación en las decisiones internas y externas, que lleven al desarrollo de un proceso de democratización de toma de decisiones, desde la planeación estratégica hasta la implantación, seguimiento y control de las decisiones. Sólo así se puede alcanza el máximo de eficiencia económica y productiva y de servicios, sobre la base de todo el potencial del colectivo laboral.

Es en este instante donde realmente se podrá realizar la propiedad social. No basta solamente que esté escrito formalmente en la Constitución, es necesario crear mecanismos donde los trabajadores puedan sentirse realmente los dueños de sus empresas. Cuando esto ocurra voy a sentir que la nave se está enrumbando por el camino correcto.

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