Así se expresa el periodista estadounidense Philip M. Giraldi en un artículo fechado el 18 de abril en curso con título de Rumores de Guerra: Washington Busca Pelea.
El excepcionalismo estadounidense se convirtió en el grito de batalla de un gobierno cada vez más desorientado, para un público engañado por los medios de comunicación. Cuando llegó el 11 de septiembre, el país estaba listo para atacar al resto del mundo. El presidente George W. Bush gruñó que “Hay un nuevo sheriff en el pueblo y de ahora en adelante quien no está con nosotros, está contra nosotros”.
Le siguió Afganistán, luego Irak y, con espíritu bipartidista, los demócratas protagonizaron otro escenario en Libia y el primer compromiso serio en Siria. En su manifestación actual, uno se encuentra a Estados Unidos amenazando a Irán casi semanalmente y rompiendo los acuerdos de control de armas con Rusia, al tiempo que mantiene despliegues de fuerzas estadounidenses en Siria, Irak, Afganistán, Somalia y lugares como Malí. En todo el mundo hay 800 bases militares estadounidenses, mientras que Rusia y China, los principales supuestos enemigos de Washington, sólo tienen una y ninguna, respectivamente.
Venezuela está siendo amenazada con una invasión porque está en el hemisferio occidental y por lo tanto sujeta a la supuesta autoridad proconsular de Washington. El vicepresidente Mike Pence dijo al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que la Casa Blanca retirará del poder al presidente venezolano Nicolás Maduro, preferiblemente con diplomacia y sanciones, pero “todas las opciones están sobre la mesa”. Pence advirtió que Rusia y otros amigos de Maduro deberán abandonar su apoyo a Venezuela ahora o tendrán que enfrentar las consecuencias. Rusia ha aceptado que la guerra está llegando y, según estimaciones muy objetivas, su ejército está mejor equipado y más preparado para el combate que el de Estados Unidos, pese a que éste último gasta casi diez veces más en “defensa”. Nunca antes en mi vida había visto a unos Estados Unidos tan beligerantes, y eso a pesar del hecho de que no hay un solo enemigo o combinación de enemigos que realmente amenace a la geografía de Estados Unidos o a un interés vital suyo.
El pasado miércoles el vicepresidente Mike Pence dijo al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que la Casa Blanca retirará del poder al presidente venezolano Nicolás Maduro, preferiblemente con diplomacia y sanciones, pero “todas las opciones están sobre la mesa”. Pence advirtió que Rusia y otros amigos de Maduro necesitan irse ahora o enfrentar todas las consecuencias.
Según Giraldi, Irán está mejorando su capacidad defensiva, que es formidable. Washington se ha retirado del acuerdo nuclear, le ha impuesto sanciones cada vez más punitivas y, recientemente, ha declarado que una parte del ejército iraní es una “organización terrorista extranjera”, sujeta a un ataque estadounidenses en cualquier momento. Está claro que la guerra será el siguiente paso. En tres semanas, EEUU tratará de imponer una prohibición global a las compras de petróleo iraní. Varios países, entre ellos Turquía, aliado nominal de EEUU, han dicho que ignorarán la prohibición y habrá que ver qué intenta EEUU para hacerla cumplir. O qué hace Irán para romper el bloqueo.
Pero incluso, pese al cúmulo de horribles decisiones que se están tomando en la Casa Blanca, hay una organización que está mucho más loca y posiblemente más peligrosa. Se trata del Congreso de Estados Unidos, un órgano legislativo que sólo el 18% del pueblo estadounidense toma en serio y aprueba sus decisiones.
*Manuel E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz.
- Especial para el diario POR ESTO! de Mérida, México.
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