Ana Hurtado - Original en Cubadebate y Cuba en Resumen / Resumen Latinoamericano / Cubainformación


Solo tenemos la lluvia.

Así decía un niño palestino en un vídeo que ha salido por todas las redes sociales.

No tenemos agua, no tenemos comida, tenemos frío. Solo tenemos la lluvia.

Quién no se conmueva viendo a un niño con pocos años de vida diciendo eso es que no tiene corazón o que tan siquiera no merece el lujo de tener el privilegio de estar vivo.

Más de dos meses y medio, ya casi tres, de horror. Un horror que tú todavía no has visto porque no ha venido a tocarte la puerta de tu casa. Lo has visto en la tele, o cuando abres Facebook o Twitter. Pero te queda lejos. Te conmueves y puede incluso que la rabia y la impotencia te haga llorar. Que imagines como sería si… Pero por mucho que desates la imaginación, lo que se está viviendo en la Franja de Gaza y en los territorios ocupados palestinos es de una magnitud tan espantosa, que subvierte los límites de la imaginación.

Estamos justo en el punto de pasar a la acción. En el punto en el que la conciencia por el holocausto palestino pase de nuestra cabeza a nuestras acciones.

¿Qué pueden hacer los pueblos dignos del mundo para apoyar esta causa? ¿Qué podemos hacer? Es una pregunta que yo misma me hago cada día cuando me levanto y cuando me acuesto. Porque ha llegado un momento en el que se me ha roto el corazón.

Y se me rompió cuando asesinaron al padre de nuestro compañero Bassel hace unas madrugadas en su casa en Gaza. Un hombre valiente de 88 años que murió mirando al cielo con la cabeza alta. Un padre luchador que resistió hasta el último momento.

Ismail Salem decidió quedarse en su casa junto a toda su familia, a la que junto a él, asesinaron. Más de un centenar de vidas se llevó por delante el terrorismo de estado sionista.

Los mismos que crucificaron a un palestino que hace más de 2000 años llegó al mundo a hablar de paz, los mismos que le pusieron vinagre en las heridas en un costado y los mismos que lo entronaron en medio de dos ladrones, hace unas noches mataron a Ismail y a su familia.

Una familia que ha transitado su propio monte Calvario, y que no ha dejado la cruz que estos asesinos les endosaron en la espalda, con mucha dignidad y más honor todavía. Porque pasara lo que pasara no se irían. Nadie les iba a echar de su tierra ni de sus casas.

Los mártires no mueren, los mártires resucitan.

Baba Ismail, como le llamaban cariñosamente, iba a reunirse en octubre con algunos de sus hijos a los que llevaba quince años sin ver. Todos sabemos que después de la masacre, ese encuentro familiar no pudo tener lugar. No pudo volver a ver a cuatro de esos hijos que crio con los mejores valores, porque tuvieron que refugiarse en diferentes países del mundo sin poder retornar a su tierra heroica.

Cuando contaba solo con trece años, ocurrió el Nakba. Y desde ese momento nunca se dio por vencido. Sembró semillas que siguen germinando en el mundo, a pesar de que hace unas noches el “IV Reich” sionista acabara con la vida de más de un centenar de sus familiares.

Los soldados entraron en su casa y les hicieron salir a todos a una explanada simplemente con la ropa que llevaban puesta. En el momento, asesinaron a cinco de los familiares delante de todos. Los más jóvenes hicieron un esfuerzo para que Ismail, a su edad, pudiera refugiarse en casa de otros parientes a la que aún no habían llegado.

Y así pudieron hacer.

Pero entonces un avión americano F16 pilotado por un asesino israelí bombardeó y destruyó la casa donde habían conseguido llegar. Murieron todos y no dejaron ni uno.

En estos días han podido ir sacando cuerpos de los escombros y el de Ismail Salem, padre del compañero palestino en Cuba y luchador incansable Bassel, era uno de ellos. Le han podido dar sepultura.

Ya no hay casa. Ya no hay familiares. Ya no está Ismail.

Hay fuego, hay impotencia, hay rabia. Hay ira contra aquellos que deciden cuando tu vida tiene que acabar. Esos que se erigen como todopoderosos atacando a población civil. Gente que muere con historias de vida atrás. Que han sido niños, que han tenido amores de juventud, sueños, esperanzas, proyectos.

Pero también nos estamos preparando psicológicamente para enfrentar si hay un nuevo orden mundial. Para enfrentarlos a ellos. A los que están detrás. A cualquiera que se nos ponga por delante.

Han matado a Ismail. Cada día nos matan un poco a todos.

Pero sabemos y estamos seguros de que a “cada Hitler le llega su Stalingrado”. Que nadie se pare a dudarlo.

A la memoria de Ismail Salem.

 

La Columna es un espacio de opinión personal y libre de las personas autoras y no necesariamente tiene por qué representar la de Cubainformación.

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