Noel Manzanares Blanco – Cubainformación.- La difícil situación que vivimos el grueso de cubanas y cubanos, no debe conducir a obviar sus causas ni a negar los beneficios de nuestra Revolución
En diálogo con estudiantes, colegas de diversas disciplinas, vecinos/as y otras personas, encuentro consideraciones importantes del acontecer internacional y del país. Ello enriquece mi sentipensamiento: me aporta conocimientos, nutre mi capacidad de observación y me revela que, como tendencia, suele perdurar el recuerdo negativo y se absolutiza alguna arista de lo que es objeto de análisis.
Adelanto que hago mío los discursos de los compañeros Raúl Castro (1) y Miguel Díaz-Canel (2) en Santiago de Cuba en ocasión de conmemorarse el 65 aniversario del Triunfo de nuestra Revolución (1959/1 de enero/2024), porque constituyen argumentos de la gloria vivida, de errores a veces inevitables, del valor de la unidad militante, de la confianza en nuestras propias fuerzas y de la sabiduría infinita de Fidel Castro.
Con estos presupuestos —y más allá de que esos argumentos me libera de la necesidad de acudir a ejemplos históricos para sustentar las ideas que aquí socializo— por una parte exhorto a mis compatriotas e interesados/as en general a comprender mejor la Historia de Cuba en las últimas seis décadas y media a aprender y aprehender de los mencionados discursos.
Por otra parte —íntimamente vinculado a lo anterior— llamo la atención acerca de la necesidad de situarnos en el lugar del interlocutor para entender la lógica de sus argumentos, evitar la clásica conversación entre quienes no se escuchan e incrementar el horizonte cognitivo.
En paralelo —para favorecer una comunicación fructífera y asertiva, sin menospreciar la percepción de los demás— asimismo llamo la atención acerca de la necesidad de —ante el análisis del comportamiento de una persona o de cualquier evento— considerar todos los factores relacionados, apreciar otros puntos de vistas y determinar las causas que provocan la dinámica del objeto de análisis.
Así, estamos en condiciones de ver cuánto ilumina el sol, al lado de sus manchas acompañantes; así, disminuye la posibilidad de inclinarnos a absolutizar lo que percibimos; así, nos acercamos más y mejor a un juicio sobre la realidad que nos rodea. Ejemplifico:
En medio de la crisis que vivimos —en rigor, afecta más a unas personas que a otras— se debe distinguir entre los factores externos (Guerra multidimensional de EEUU contra Cuba, incremento de los precios de los productos de primera necesidad, consecuencias y secuelas de la Covid-19…) y los factores internos (ineficiencia, burocratismo, corrupción, voluntarismo, falta de sistematicidad y control…); y sopesar cuál de esos factores se revelan como causa del efecto.
Simultáneamente, se debe identificar cuánto ha realizado la Revolución —¡¡¡contra viento y marea!!!— desde la resistencia creativa que ha permitido llegar hasta aquí sin perder la esencialidad de sus principales logros en salud, educación, cultura, deporte y tranquilidad ciudadana; sin menospreciar avances notables en el combate a la discriminación de la mujer, de origen racial, de orientación sexual, de credo religioso…
En este contexto, propongo que el tema que me ocupa sea asumido desde la crítica revolucionaria, proactiva, a saber —cual derecho/deber (3): reconocer qué hay de positivo en lo que se analiza; identificar dónde está lo negativo; y contribuir en alguna medida a la solución de los problemas. O sea, que cada quién haga lo mejor que esté a su alcance en aras del progreso en su terruño y en la Patria —indispensable aporte personal al emergente Proceso de Rectificación (4).
Concluyo: la difícil situación que vivimos el grueso de cubanas y cubanos, no debe conducir a obviar sus causas ni a negar los beneficios de nuestra Revolución; mientras que, en la perspectiva de 2024, asumamos como promesa luchar por perfeccionar la obra revolucionaria y aprovechar nuestras fortalezas y oportunidades en aras de más justicia social e incremento del poder ciudadano. ¡Amén!
Referencias: