Patricio Montesinos - Cubainformación
Desde el mismo triunfo de la Revolución cubana, el 1 de enero de 1959, los sucesivos gobiernos de EE.UU. han manipulado y utilizado a los migrantes de la isla caribeña en favor de su política agresiva, pero ojo, ahora la administración del mandatario Donald Trump amenaza con deportar a miles de ellos.
Washington estimuló y financió el reclutamiento de nacionales de la mayor de las Antillas para la frustrada invasión mercenaria de Playa Girón, en 1961, y armó bandas que operaron en varias regiones del país en la década de los años 60.
A partir de entonces y hasta ahora ha promovido y organizado en territorio estadounidense numerosas acciones terroristas perpetradas por cubanos contra su nación, las que provocaron la muerte de miles de personas, jóvenes deportistas diplomáticos, defensores de la Revolución, y ciudadanos extranjeros.
Los blancos de esas acciones violentas han sido hoteles, embajadas, centros laborales, fabricas e incluso un círculo infantil, y el más repugnante el derribo con bombas de un avión de la línea aérea de Cubana de Aviación en Barbados, en 1976, que acabó con la vida de sus 73 pasajeros y tripulantes.
Al mismo tiempo, inquilinos de la Casa Blanca incitaron la emigración irregular hacia EE.UU. con la denominada Ley de Ajuste Cubano y su política de “pies secos, pies mojados”.
Todas esas agresiones, además de la inclusión de la isla en el ilegal listado de países patrocinadores del terrorismo y continuas campañas mediáticas difamatorias, se han escenificado en medio del criminal bloqueo que Washington le impuso hace 65 años al decano archipiélago del Caribe, y que se ha arreciado aun más con el regreso de Trump en enero pasado al Despacho Oval.
Pero ahora parece ser que a Trump y particularmente a su secretario de estado, Marco Rubio, les interesan poco los migrantes de la nación antillana porque ya se han anunciado medidas en su contra.
Sobresalen, entre otras, nuevas restricciones para enviar remesas a sus familiares en la isla, suspensión del llamado Parole humanitario y la reunificación familiar, y la eventual deportación de buena parte de los 900 mil cubanos que llegaron a EE.UU. a partir de octubre de 2021.
Esas personas con riesgo de expulsión corren también hoy el peligro de ir a parar a cárceles en otros países, o al conocido centro de torturas de la base naval que Washington mantiene ilegalmente en territorio de la oriental provincia cubana de Guantánamo.
Tales determinaciones demuestran cuanto el imperio norteamericano desprecia a todos los migrantes, los manipula y utiliza políticamente, y luego los castiga y los abandona a su suerte.
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