Jaime Cedano - Suenan Timbres.- Hay que reconocerlo, es humillante e indigna profundamente que la Vicepresidenta de un gobierno elegido democráticamente en las urnas y respaldado sistemáticamente por millones de hombres y mujeres en las calles de Venezuela, no pueda entrar a España y a ningún otro país de la Unión Europea, y en cambio si lo haga sobre alfombras azules tendidas por las derechas el autoproclamado Juan Guaidó, y además recibido, con pompa oficial por la ministra de asuntos exteriores de un gobierno que algunos llegaron a llamar “de izquierdas”, luego progresista, para ir quedando simplemente como un “gobierno de coalición”.


Para Guaidó la visita es un indudable triunfo. Y es una derrota para la Europa que cree en los valores de la democracia, la libertad y los derechos humanos. Es una victoria para el Partido Popular. Es una situación de incomodidad para Pedro Sánchez y de humillación para Unidas Podemos quien tiene que guardar silencio ante las declaraciones de la ministra de exteriores que recibe a Guaidó “en nombre de un gobierno que lo reconoce como presidente de Venezuela”.

El triunfo de Guaidó será pasajero. Le dará un poco de fuelle frente al conjunto de la desvertebrada oposición venezolana que hace rato quiere prescindir de él  por incapaz y por las vendettas por el reparto del botín que significan las multimillonarias ayudas internacionales. Algunos opositores también le rehúyen por sus nexos con los narcoparamilitares colombianos. Su deslumbrante paso por Europa no le reportará ningún apoyo en las calles y entre el pueblo de Venezuela. Los medios han ignorado las manifestaciones de rechazo a la visita, para no quitarle brillo al paso de esta estrella fugaz del oropel y la vanidad.

La visita demuestra que ésta Unión Europea es un asco. Una Unión donde prevalecen las voces de los xenófobos, los racistas y los enemigos de la autodeterminación y soberanía de los pueblos. La UE de las murallas y los muertos en el estrecho, la de las guerras y el apoyo a guerreristas y a terroristas. Guaidó es uno de ellos. Un guarimbero.

La derecha española aprovecha la visita y la usa para silenciar las campanas lanzadas al vuelo por el gobierno de coalición para celebrar la subida consensuada del salario mínimo y otras medidas adoptadas. El PP, junto a VOX y Ciudadanos, lanza toda su artillería para intentar arrinconar al gobierno por la reunión, encuentro o saludo en la zona de tránsito del aeropuerto de Barajas del ministro Ábalos con la vicepresidenta venezolana. Exige la renuncia del ministro. Está claro que la estrategia opositora es liarla y armar ruido. Es lo suyo.

Por su parte Felipe González y José María Aznar salen de sus sarcófagos para mostrar sus muecas de satisfacción por la visita del guarimebero. Don José Luis Rodríguez Zapatero se muestra con la clase añeja de los vinos buenos.

En unas horas o días el “ilustre” visitante volverá a su madriguera y su visita a España solo será una anécdota. Le despedimos con un verso de un poema que Pablo Neruda escribiera hace 70 años para un innombrable del bestiario colombiano:

“Adiós Juanito Alimaña.
Príncipe nunca laureado,
sátrapa triste, rey advenedizo.
Adiós, emperador de cuarto piso
antes de tiempo y sin cesar pagado”.

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