Deisy Francis Mexidor - Cubainformación.- “Nosotros vivíamos en Miami en un condominio de muchos apartamentos, iban hasta allí y me tocaban a la puerta, luego se escondían y de pronto me sacaban las cámaras, y esas imágenes sorpresa las ponían en la TV”.


Así recuerda Olga Salanueva Arango, esposa de René González, parte de la pesadilla vivida, tras el arresto en aquella ciudad estadounidense de los Cinco luchadores antiterroristas cubanos el 12 de septiembre de 1998. Han transcurrido más de diez años de aquel horrible hecho, marcado en lo sucesivo por un proceso judicial totalmente amañado; condenas arbitrarias y desproporcionadas; violaciones a los derechos humanos de los prisioneros y sus familiares…
Precisamente, una cruel expresión de esas violaciones lo constituyen las demoras de visas para ir a visitarlos o en el peor de los casos, la negativa a que han sido sometidas tanto Olga como Adriana Pérez, la esposa de Gerardo Hernández durante la última década.
SANCIÓN ADICIONAL
El 16 de julio del 2008 a Olga se le informó que había sido declarada inelegible con carácter permanente, pero que sus abogados podrían recurrir a esa categorización que en la practica le impide volver a solicitar visa ante la Sección de Intereses de EE.UU. en Cuba. A ella la deportaron de territorio estadounidense el 22 de noviembre del 2000.
En cuanto a Adriana presentó nuevamente su solicitud del permiso para viajar a ver a Gerardo en abril pasado y todavía esta esperando la respuesta del Departamento de Estado para que le otorguen su visa. Al resto de los familiares les demoran más o menos tiempo la entrega, pero resulta de veras una angustia.
El caso de Gerardo duele. Tiene una familia compuesta por su hermana y sus sobrinos. Su mamá, lamentablemente no puede ir  a visitarlo por serios problemas de salud y su afecto más importante el de su esposa Adriana le es vetado.
Ese afecto es el que en alguna medida podría iluminarle la mirada en medio de la fría prisión donde cumple injustamente dos cadenas perpetuas más 15 años de prisión.
“Hay un elemento sumamente importante: existe una Comisión Internacional por el derecho a visitas familiares, la cual integran 170 personalidades de 27 países, entre ellos varios premios Nobel”, señala Graciela Ramírez Cruz, coordinadora del Comité Internacional por la Libertad de los Cinco. 
“En fecha reciente —dijo—, se envió una carta a Hillary Clinton, secretaria de Estado norteamericana, a Janet Napolitano, secretaria del Departamento de Seguridad Interna, y a Eric Holder, fiscal general. Copia de esas misivas fueron dirigidas al presidente Barack Obama”, precisó.
“A esto se une una declaración de Amnistía Internacional en la que se llama, justamente, a una campaña para el envío de cartas al gobierno de EE.UU.”, aclara Ramírez Cruz, quien a su vez reitera que esta negativa “es una violación que se comete de forma directa contra los prisioneros y sus familias, y con el devenir del tiempo se ha convertido en una forma de tortura y crueldad.
LA FOTO INCOMPLETA
En medio de esta “terrible pesadilla”, como ha denominado la propia Olga estos últimos años, Ivette ha podido ir a visitar a su papá.
“Esta niña tuvo que enfrentarse a ese momento del reencuentro con su padre de la mano de su hermana debido a la irracionalidad del gobierno norteamericano de impedir que Olga y René se abracen”, plantea la Coordinadora del Comité Internacional por la Libertad de los Cinco.
El daño psicológico que ha sufrido la pequeña Ivette —hoy ya con 11 años— es enorme, recuerda Graciela que “cuando la niña tenía cuatro meses de vida fue arrancada la figura paterna de su hogar abruptamente por un grupo salvaje del FBI que allanó de manera ilegal la casa de René y Olga. Luego, con apenas un año y ocho meses se enfrentó a un episodio muy difícil, pues vio al padre esposado a una silla y con posterioridad a la expusieron ante la escena de su mamá en prisión detrás de un cristal sin poderla tocar ni hablar directamente con ella”.
Por eso los especialistas sugerían que el día en que Ivette volviese a tener contacto con su padre y más en un lugar tan hostil como la cárcel solo debía ser guiada por su mamá. Sin embargo, no fue posible. En la actualidad Ivette “ha crecido, está más madura y por  sí misma solicitó ir a ver a su papá”, añade Graciela.
Se le permitió entonces que viajara con su hermana mayor Irma “y es así como han transcurrido las visitas. La gran tristeza es que todavía no tenemos una foto de Olga, René, Ivette e Irmita, aunque sea en las condiciones terribles de la cárcel.  Es una foto incompleta”.
EL TIEMPO PASA
“Han pasado casi diez años del arresto y nos damos cuenta de que este es un caso muy difícil (…), así señaló Olga. “Para cada una de nuestras familias es sumamente fuerte, porque la vida sigue transcurriendo, son muchas las cosas que han quedado truncas, cosas tan íntimas y serias en una pareja como los planes de tener hijos, el crecimiento de estos, el desarrollo mismo de nuestra relación como pareja...Ver todo esto inconcluso por una injusticia tan grande es realmente muy doloroso.
“Desde que me deportaron y durante todo este tiempo he solicitado visa para ir a visitar a René. Como respuesta he recibido las continuas negativas de las autoridades norteamericanas que se han amparado en razones ilógicas y absurdas. Cada negativa es ver alejarse otra posibilidad de ver a Rene, de poder conversar, de tocarlo al menos un momento, conversar como no se puede hacer a través de una carta, darle un beso aunque sea en el frío salón de una cárcel…”
Entretanto, en los organismos más importantes de derechos humanos en el mundo, hay una demanda muy fuerte, firme y seria, para que termine esta injusticia. Ya no son solo Olga y Adriana las que piden las visas, hay una demanda internacional que está haciendo un seguimiento de esa solicitud y que apela a la sensibilidad que pueda tener la nueva administración norteamericana para que les concedan de modo inmediato la aprobación para que puedan ir a visitar a sus esposos en prisión y que se otorguen visas múltiples al resto de las familias para que no tengan que dilatar cada reencuentro.
Mientras, se sigue en un compás de espera. El caso se  extiende en el tiempo. Nadie posee la certeza acerca de cuándo se acaba este proceso, quizás en este minuto solo le falten unos meses o, tal vez años, como de hecho está ocurriendo. ¿La Corte Suprema responderá positivamente a la solicitud de la defensa de que el caso sea analizado en esa instancia judicial? Aún se ignora. Lo que no es lógico que tanto Adriana como Gerardo, así como René y Olga tengan que sufrir además de la separación, la crueldad de no verse siquiera.

LOS NIÑOS CRECEN 
Uno de los mayores sufrimientos familiares durante todo este tiempo, ha sido separación de los hijos o la imposibilidad de tenerlos, como son los casos de Gerardo Hernández y Fernando González. Las hijas de René González: Irmita se graduó con título de Oro en Psicología en la Universidad de La Habana, tiene 24 años; Ivette (11) está en quinto grado. De los de Antonio Guerrero: Tonito (23), se graduó en la Universidad de Ciencias Informáticas. Gabriel (15), estudia en el preuniversitario. Las de Ramón Labañino: Lizbeth (12), cursa el sexto grado; Laurita (16), se encuentra en onceno grado; Ayli (21), estudia Informática en la CUJAE.

 

 

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