Tatú fue el nombre que utilizó el Che en el Congo
Los médicos de la ONG Propuesta Tatú, formados en la Escuela de Medicina cubana, asisten gratuitamente a los vecinos del barrio 17 de Noviembre, en Lomas de Zamora. Dadas las condiciones de salud, el esfuerzo deben ponerlo en la cura y no en la prevención.
Lapolillacubana.- “Curar, no prevenir. Acá ésa es la necesidad urgente.” Desde una banqueta de plástico, la misma en la que se sienta para atender a cada uno de los pacientes que desfilan sin cesar delante de sus ojos, Celia dispara la certeza.
Y le dice que está libre a la coordinadora de la lista de vecinos del barrio 17 de Noviembre, en Lomas de Zamora, que haga pasar a otro. Celia es una de las integrantes de Protesta Tatú, un grupo de médicos y médicas formados en la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba (ELAM) que presta asistencia sanitaria en asentamientos y barrios en situación de pobreza. Estetoscopios al cuello y sin guardapolvo blanco, el grupo de jóvenes desembarcó en el 17 de Noviembre, de donde no planean irse, hace poco más de un mes.
Cada jueves a las 16, los improvisados consultorios abren sus puertas y el desfile de pacientes no cesa hasta pasadas las 19. Así funciona la décima misión Propuesta Tatú en Argentina, cuya mecánica de trabajo ponen en marcha profesionales médicos y estudiantes de la ELAM, pero también voluntarios que ayudan en la organización del trabajo. El equipo no es muy numeroso, pero funciona de una manera perfectamente aceitada. Las personas se acercan hasta la puerta de la casilla donde deben registrarse. Planilla en mano, una persona les toma sus datos, único requisito para obtener un turno. Sin carnet de obras sociales. Sin pagar un centavo. Esos datos, por otra parte, son útiles a la organización ya que a partir de ellos se conforman las historias clínicas y las estadísticas sanitarias de cada lugar.
Silvia anotó a sus dos hijos en la lista de espera y se sentó en una silla que llevó desde su casa hasta la puerta del “hospitalito”. Así nombró al espacio de Propuesta Tatú en el barrio, que durante los primeros días consistió en una carpa en el sector medio del predio y que luego se trasladó a la casilla de planchas de madera donde funciona hace dos semanas, a media cuadra de Camino Negro. Ambos tienen catarro y dolor de garganta, pero la que más le preocupa es Alejandra, de cuatro años. “Tiene una erupción en toda la piel hace por lo menos un mes y no se le va”, contó a Página/12, y fue interrumpida por el llamado: “Silvia, te toca”.
Celia, Laura y Teresa, ayudadas por Alejo, revisan a cada uno de los pacientes en una habitación de tres por dos metros. Sobre un piso de tierra, la misma tierra de las 99 manzanas donde se distribuyen las más de 3600 familias, ubican tres mesas y un par de banquitos de plástico. Y ahí trabajan. Son médicos que intentan sanar, pero también voces que aconsejan, oídos que escuchan y brazos que abrazan. Cuando se asienten mejor, comenzarán a trabajar en la capacitación de las personas que allí viven para conformar los “grupos de salud”. Además de informarlos sobre diferentes enfermedades, cómo reconocerlas y cómo prevenirlas, les enseñarán a dar inyecciones, tomar la presión y técnicas de primeros auxilios.
Si descubren cuadros de gravedad, en alguna urgencia, o incluso para la realización de exámenes de rutina, los médicos derivan a sus pacientes a los hospitales de la zona “donde trabajan médicos integrados al proyecto”, apuntó uno de los coordinadores de la propuesta, Gino Straforini. “Tenemos contactos en el hospital Santamarina, de Esteban Echeverría, en Almirante Brown y en La Plata, pero sabemos que eso es muy lejos ya”, agregó. “Encontramos casos de enfermedades que no son comunes para nada, y que sólo atacan a personas con sistemas inmunológicos muy deteriorados –apuntó el auxiliar–. Son enfermedades de la pobreza, producidas muchas veces por el ambiente en el que los pacientes viven.”
Sólo basta dar un vistazo por encima al predio para comprender de qué se trata. Tierra, basura, letrinas al aire libre, agua estancada y paredes de madera y cartón, en el mejor de los casos, son las características principales del ambiente en el que los vecinos del barrio viven desde que tomaron el gigantesco terreno de más de 100 hectáreas.
“A la gente le cuesta creer que un médico les ofrece cuidarlos, curarlos, totalmente gratis. Sin pedirle nada a cambio”, explicó Straforini. La experiencia que adquirió desde su participación en Tatú en el trabajo sanitario en villas y barrios vulnerables, “no muy extenso pero tremendamente enriquecedor”, lo habilitan para reconocer que “los vecinos tardan en tomar confianza y acercarse”. Entonces, la presentación casa por casa en cada nuevo territorio donde desembarcan es una de las estrategias que utilizan para romper el hielo, pero es el boca en boca el que tiene “definitivamente más éxito”.
Además de revisar y diagnosticar, los profesionales de Tatú también brindan los medicamentos necesarios. “Trabajamos con donaciones. Tratamos de que la gente no tenga que comprar ningún medicamento por su cuenta, porque sabemos que no tienen los recursos necesarios”, justificó.
“Ya pedimos a los vecinos del sector que nos den un lugar para armar una casilla que sea nuestra”, puntualizó Straforini, que reconoció que el 17 de Noviembre es, de los lugares que recorrió Tatú, “en donde la pobreza muestra su peor cara”. Y no sólo eso. Reconoció el funcionamiento feroz del punterismo político, aunque recalcó que “les dejamos en claro que nosotros nos mantenemos al margen. Y nos ayudan, de todas las puntas. Por ahora, nos ayudan”.
Propuesta Tatu, esta integrada por los siguiente médicos regresados de la ELAM.
Dra. Valeria Aguirre
Dr. Cristian Pertot
Dra. Carla Straforini
Dra. Laura Fainland
Dra. Mariana Marchionni
Dra. Teresa Singer
Dra. Celia Espinoza
Dr. Emiliano Mariscal ( representante en Cuba )
Son parte de Propuesta Tatu, 15 jóvenes de diferentes años, estudiantes de medicina de la ELAM, cuyo representante se encunetra en Santa Clara, Pablo Bien. y los representantes en la Habana son Daniela De Diago y Laura Mercedes Paz.
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