Club de Amigos de la Unesco/Coordinadora Estatal de Solidaridad con Cuba/Colectivo 26 de Julio/Sodepaz - Cubainformación.- Las guerras coloniales del siglo XIX se denominaban en la jerga militar de la época "small wars" (pequeñas guerras). Estas guerras no se declaraban porque no eran conflictos amparados por el derecho internacional, ya que como decía John Stuart Mill, gran liberal y empleado de la Cia. de las Indias Orientales, realmente no eran países en el sentido occidental del término, sino lugares donde Inglaterra "consideró útil producir azúcar, café y otras mercaderías tropicales". Otro teórico de la democracia capitalista Alexis de Tocqueville, aunque admiraba el orgullo "aristocrático" de las tribus “indígenas” y no era partidario de su exterminio, consideraba que estas "ocupaban" el continente, pero que realmente no lo "poseían" y estaban allí esperando a ser reemplazados por los europeos que eran los propietarios legítimos.


Basándose en tan "éticos" principios, las guerras coloniales eran guerras de pillaje y destrucción, en las que prácticamente todo estaba permitido al enfrentarse a enemigos que no eran ni “gobiernos” ni “verdaderos ejércitos”, sino poblaciones enteras sin distinción entre militares y civiles, mujeres, hombres o niños. Un ejemplo cercano fue la arenga del general Bugeaud a sus soldados para el combate, que no estaba "dirigido en contra de un ejército enemigo, sino en contra de un pueblo enemigo": el pueblo argelino.

Los métodos empleados por el ejército colonial francés se exportan a toda Sudamérica. Militares franceses fueron monitores en la Escuela de las Américas en Panamá, donde recibieron formación 57000 militares latinoamericanos como Anastasio Somoza, Manuel Noriega y Leopoldo Galtieri. Estos métodos al amparo de la doctrina de "Seguridad Nacional", acuñada por los EE.UU. en los años 60, se utilizaron en Latinoamérica para coe Club mbatir la "subversión comunista", haciendo de toda la población un objetivo militar a combatir.

En esos momentos de la Guerra Fría cualquier atisbo de disidencia frente a la hegemonía colonial europea y el tinte macabro que tomaba la doctrina Truman en Guatemala, Cuba, Nicaragua… en Centroamérica y Sudamérica tuvo (y tiene) su legítima y subversiva respuesta. El famoso lema de “América para los americanos” del imperio del norte fue tomado a la inversa y contestado -con las armas en la mano en numerosos lugares- por las poblaciones del sur frente a tanto expolio, torturas, muertes y dictaduras militares.

El triunfo de la revolución cubana vino a modificar la correlación de fuerzas a favor de los pueblos oprimidos y a empujar el combate frente al colonialismo y al imperialismo a nivel mundial. El carácter internacionalista de la lucha revolucionaria cubana es una mecha que prende con fuerza en el continente africano y desenmascara en la comunidad internacional las “buenas intenciones para el Desarrollo” que los “desarrolladores” del norte practicaban en África y Latinoamérica. El discurso del Comandante Ernesto Che Guevara en la 5ª sesión plenaria del Consejo Interamericano Económico y Social (Punta del Este, Uruguay, agosto de 1961) no podía ser más explícito respecto al sentido de ese tipo de “ayudas”: “…yo no sé, pero casi lo calificaría como una condición colonial; me da la impresión de que se está pensando en hacer la letrina como cosa fundamental. Eso mejora las condiciones sociales del pobre indio, del pobre negro, del pobre individuo que yace en una condición sub-humana (…) Con servicios de técnicos tan eficientes, con su inteligencia y capacidad de trabajo (…) ¡Cuba sería ahora el paraíso de la letrina!”.

Cuba es hoy país ejemplar de ayuda solidaria en este mundo poscolonial. Los logros de la revolución cubana están al servicio de su pueblo y de tantos otros en muy diferentes lugares, desde Haití al Sáhara. Pese al embargo, pese al cerco hostil, criminal e injusto en el que se encuentra, pese a la cínica guerra mediática: “Cuba vulnera los Derechos Humanos”, Cuba demuestra, con la firmeza de los hechos, que tiene como prioridad la vida y la dignidad del ser humano. Este ciclo de cine va dedicado a poner en valor y a situar en el lugar que le corresponde en la historia la aportación del pueblo cubano y su revolución a la emancipación de los pueblos oprimidos. ¡Viva Cuba!.

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