Enrique Cuadrado Gambardella – Cubainformación.- Los países capitalistas, o el denominado eje del Bien… también llamado Mundo libre, o todos aquellos que viven bajo la influencia o el dominio del imperialismo, aunque no lo admitan; y que también forman parte del llamado mundo occidental, cristiano y democrático… constituyen una aberración si nos atenemos a sus embustes en referencia a la democracia y a las sociedades ditas democráticas. Porque acumulan en su seno las mayores injusticias, imperfecciones, omisiones y violencias varias. Casi todas erróneamente justificadas, caracterizándose por priorizar el término “democracia” (la palabra), sin aplicarla.


Los norteamericanos y sus aliados se perpetuaron a través de una imagen, al parecer criada en Hollywood, por los descendientes del “loco inventor” del macartismo; el senador republicano Joseph McCarthy (1907-1957). Este había promovido una nueva legislación por la cual cualquier ciudadano/a que no estuviera domesticado/a, y no comulgase con los manejos oficiales, o fuese denunciado por un vecino; pasase a integrar las listas de “caza de brujas” promovida por el gobierno. Para integrar esas listas, bastaba tener algún amigo que fuese de izquierda o pertenecer a algún movimiento a favorde la Paz. Pensar diferente y expresarlo públicamente, podía acabar con el ciudadano despedido, en la calle, sin lograr un nuevo empleo, denostado y/o atrás de las rejas.

Sus congresistas, no aceptaron de buen talante la escalada soviética, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. El temor de que la Unión Soviética se apoderarse de la vieja Europa, y la posibilidad de que se expandiera a su propio territorio, les quitó el sueño. Entonces, alrededor de 1950, el  macartismo había conseguido ocupar buena parte de los espacios en las mentes, en los corazones, y en la propaganda oficial de los súbditos inmediatos, y sus lacayos del exterior.

El presunto robo de los planos atómicos, la ocupación de parte de Europa por la URSS, y el triunfo de la revolución de Mao en China, acabaron por crispar los nervios de los norteamericanos, que para eliminar el peligro de contagio en su propia tierra, hicieron que el Congreso aprobara Leyes de Seguridad Interna en 1950, y de Inmigración y Nacionalidad en 1952. Estas Leyes, prohibían toda actividad y/o militancia comunista dentro de fronteras, o lo que su gobierno consideraba como tal.

Paulatinamente en el correr de la segunda mitad del siglo XX, esa concepción de las obligaciones del gobierno yanqui, fueron trasladadas a otros gobiernos aliados y/o cómplices, a quienes los comunistas locales, tenían a mal traer.

Conocidos por su capacidad emprendedora, los norteamericanos no dudaron en mirar para “su patio trasero”, y resolvieron acabar con los sobrevivientes de la generación del ’28, que habían luchado contra los gobiernos militares, cuando estos habían tomado por asalto, las frágiles repúblicas de los años ‘30… y de paso, con los movimientos anarquistas y comunistas, que poblaban sus pesadillas.

Comenzaron por influir en los nuevos dirigentes sin aparecer. Apoyando la presencia y la intocabilidad de sus multinacionales en pequeños países; socavando prestigios, descalificando movimientos sociales, o hasta comprando voluntades. El programa de dominación se aceleró después del 1º de Enero de 1959, con el triunfo de la Revolución cubana, y la negativa de sus principales dirigentes a aceptar la tutela y la intromisión a la que, los norteamericanos se habían acostumbrado. En el resto de la América, al Sur del Río Grande, algunos gobernantes fueron mantenidos y sostenidos. Otros fueron dispensados; en su lugar nuevos elementos fueron “digitados” y al primer “desmadre”, eliminados y sustituidos, por otros de su elección.

Por aquellos tiempos se insistía en que, para mantener la democracia, era necesario conservar el pluri-partidarismo y practicar el sufragio universal periódicamente. Nunca nos hablaron de que “el visto bueno” para los candidatos, los daban allá en el Norte. Minúsculos comités llamados de “fuerzas vivas” por la prensa local, realizaban el papel de cretinos útiles; además de ser bien aceitados con valores, distinciones, y/o viajes de estudio y perfeccionamiento. En la ciudad en que vivía por esa época,(Montevideo), podían verse pintados en los muros, la frase: “comunismo es traición a la Patria”. La Patria ofrecía muchas complejidades. La “democracia” presentaba algunas imperfecciones. Cuando reclamábamos a nuestros mayores, por alguna falla que a nuestro entender ocurrían, se nos respondía que: “la Democracia, si bien no era perfecta todavía… era perfectible”. Algo así como que le faltaba tiempo para madurar. ¡Bananas!

Casi al final de los ’80, la caída de la Unión Soviética, acabó con “el peligro comunista”; pero no con el ansia de dominación. El terreno quedó limpio y a disposición. Los norteamericanos creían que el mundo siempre debió ser como ellos entendían y lo querían. Los pueblos tenían que obedecer sus postulados, bajo pena de ser desestabilizados y arrasados. Sin grandes enemigos para tener el mundo en vilo, como en la fase de la guerra fría, pasaron a atacar con su propaganda mediática todos aquellos movimientos sociales que, en el mundo, luchaban por independencia, libertad y democracia. Enseguida, pasaron a aprovechar lejanos conflictos regionales, para tomar partido, invadir y ocupar pequeños países, pobres y débiles. Luego pasaron a aplicar el término “terroristas” para mencionar todo acto contra su presencia. Algunos realmente los fueron; y a partir de ahí ellos consiguieron universalizar el término, confundiendo y partiendo el mundo al medio, como si fuera una naranja. Tan serios, tan celosos y tan preocupados por ordenar la vida de todos los pueblos; los yanquis consiguieron subvertir el orden del mundo. ¡Se metieron donde fueron llamados, y donde no…! Perdieron casi todas, porque no les creían, pero quedaron enquistados como la garrapata, con lacayos y cómplices, “en cada esquina” del planeta.

Y no se olvidaron de Cuba. La isla, su pueblo y su gobierno eligieron su futuro, sin “la inestimable colaboración norteamericana”; pero sufriendo con la eterna intervención de los yanquis en el desarrollo de sus planes.

La negativa inesperada, dio lugar a tentativas de invasión, varios atentados contra la vida de Fidel, actos de terrorismo dentro y fuera de la isla, y un bloqueo criminal que ya dura más de 50 años; pudiéndose agregar en esta lista, la permanente intromisión, y el apoyo financiero brindado a la oposición interna, sin dejar de dirigir la campaña mediática de mentiras contra Cuba, junto a aliados y cómplices.

Los cubanos ya admitieron que fue un descuido imperdonable, la muerte de Zapata. A nosotros nos resulta por lo menos curioso, el amplio período del ayuno. Hasta diría amplísimo: 85 días. ¿Sería posible que una persona sobreviva 85 días sin alimentarse? ¿O sería parte de la puesta en escena promovida por los norteamericanos para descalificar al gobierno cubano? Me resultaba imposible creer que con ese récord de tiempo de ayuno, el preso no fuese monitoreado permanentemente. Las autoridades de la isla se han manifestado acusando al preso de ser un delincuente común, con varias entradas en los últimos tiempos. Y Alejandro Torres Rivera en Rebelión del pasado 1º/04/2010, relata que: “En el historial delictivo de Zapata Tamayo dado a conocer por las autoridades cubanas se encuentra que ya desde 1990 había sido procesado y condenado en varias ocasiones por delitos de alteración del orden, daños y resistencia, estafa, exhibicionismo público, lesiones y tenencia de armas blancas. En el 2000 agredió con un machete al ciudadano Leonardo Simón fracturándole el cráneo. Su última condena en el 2004 se debió a actividades relacionadas con la alteración del orden público, resistencia y desacato, de lo que se deduce, contrario a la campaña mediática, que Zapata no forma parte de los alegados prisioneros políticos cubanos juzgados en marzo de 2003”.

Los norteamericanos lo elevaron a la categoría de preso político. Y no desperdiciaron la oportunidad, de echar un poco más de leña en la hoguera, de la mayor injusticia de estos últimos tiempos. Ni sus aliados europeos.

Los más virulentos fueron los ibéricos de El País, del PP de Aznar, y del Borbón Juan Carlos I… que no se enteraron, que su tejado era de vidrio.

Accedimos a una información del Centro de Información contra la Tortura publicado en Rebelión, el pasado 27/02/2010 por J.M. Álvarez que informaba: “En lo que va del año 2010, tenemos noticia de 13 personas muertas en el Estado español mientras se encontraban bajo custodia, o en el transcurso de operaciones policiales: La última, por ahora, se produjo el 20 de febrero, en la cárcel gaditana de Puerto de Santa María-II. El año 2009 al menos 110 personas murieron en esas circunstancias”. “Desde el 1º de enero de 2001, existe constancia de 765 personas que han muertos en estas circunstancias,si bien las administraciones penitenciarias reconocen que en prisión se producen más de 250 muertes anualmente. Estos son sólo son los casos que conocemos, ¿Cuantas muertes bajo custodia se han producido en estos años?”

En el coro de los cipayos no falto nadie. Ni siquiera un manojo de intelectuales uruguayos, que expresaron su enojo con una declaración, en algunos medios de prensa locales. Pasé los últimos días esperando que alguien, aunque mas no fueran los intrépidos intelectuales compatriotas, (aquellos que hacían la revolución, discutiendo a Debray en una mesa del Sorocabana y que puteaban y escupían, cuando pasaban junto a El Día… en las inmediaciones del Ateneo… o frente a la vidriera de la Pan American), otro comunicado denunciando otras muertes provocadas en los últimos años, por diferentes protagonistas. Algo que tuviera relación con la acción de los drones norteamericanos, en Irak y Afganistán. O la matanza de civiles inocentes que nada habrían hecho para ser diezmados por las bombas de la OTAN caídas desde el cielo. La guerra tal como ellos dicen; no es la guerra. La guerra de los norteamericanos, es un asesinato en masa, que se conoce como genocidio. Es la invasión y el bombardeo implacable contra gente indefensa; no hay muertes casuales, son muertes provocadas y las vítimas no son soldados enemigos. Mueren todos aquellos que se encuentren en la línea de tiro: Mujeres, viejos y niños… y no han escrito una sola línea…

¡Es claro que la historia está mal contada!

Enrique Cuadrado es un ex paciente uruguayo de la Misión Milagros operado con suceso en el mesde Marzo de 2006, en el Hospital Hermanos Ameijeiras de La Habana, junto con otros miles de hermanos de nuestra América negra y mestiza.

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