Siempre con Cuba


Rné González Barrios, director del Centro Fidel Castro durante el homenaje al El Chino Rojas

Un profundo tributo de recordación a Luis Rojas Nuñez (el Chino) (1952-2025), combatiente internacionalista e historiador chileno recientemente fallecido en La Habana, fue rendido este miércoles por chilenos y cubanos, compañeros de lucha, familiares, amigos y vecinos de quien fuera ejemplar comunista residente en Cuba por más de medio siglo. El acto tuvo lugar en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP).

Aun impactados por la dolorosa noticia de la partida física del Chino los asistentes a la ceremonia evocaron anécdotas y recuerdos del muy querido camarada, fiel amante de su tierra y de la Revolución Cubana. Infatigable y audaz luchador por su país de origen también integró las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba cumpliendo misión internacionalista en Nicaragua durante la guerra de liberación.

El Chino se hizo historiador en las aulas universitarias cubanas, desarrolló acuciosas y valiosas investigaciones que se convirtieron en libros; activo en la comunidad chilena en Cuba, siempre solícito, amable y modesto era destacado y muy querido participante en las actividades de las organizaciones de su barriada, en el CDR, en la Asociación de Combatientes.

René González Barrios, director del Centro Fidel Castro, rememoró al entrañable compañero, sus estudios en el Instituto de Historia, su preciada obra investigativa, trayectoria y legado, resaltando su sencillez y humildad “era callado, sin jamás presumir de su admirable historia revolucionaria”, significó, expresando conmovido “su espíritu revolucionario está con nosotros, él sentía a la patria chilena, a la cubana y latinoamericana; lo recordaremos vivo, patriota y revolucionario”.

Se sucedieron remembranzas como las de Fedora Lagos, de la comunidad de chilenos en Cuba, quien impresionada calificaba al Chino Rojas como “nuestro hermano, nuestro historiador, excelente ser humano, noble, querido por todos”, y con voz entrecortada refería que por voluntad del admirado revolucionario sus cenizas serían depositadas en el patio de su casa y en el Cacahual; en tanto una cederista comentaba tristemente que el barrio estaba impactado por la dolorosa noticia, “allí era querido de verdad, brindaba su ayuda a todos, a las familias, a los niños…”

El estremecedor homenaje confirmaba la sentencia martiana “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”. IGG/Fotos: Orlando Perera/Siempre con Cuba/

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