En dicho reportaje se cuenta la historia de un proxeneta que monta su negocio en Cuba utilizando a niñas de quince años como mercancía. A través de este sujeto deplorable se nos intenta dibujar un país donde todas las mujeres se tienen que prostituir por la decadente situación económica, producida, como no, por el diablo; Fidel Castro. Un estado donde las autoridades del orden son cómplices y coparticipes, y donde incluso se le da la culpa a los profesores. Claro está, que no están por la labor de explicar con datos claros y objetivos el estado de la economía, y las causas.

No era de extrañar que un mass media difamara  a la isla. Lo que supera el insulto es el hecho de intentar hacer de la excepción una norma. Nos engañaríamos si dejásemos que la prostitución no existe en Cuba. Nos intentan engañar al decirnos que Cuba es el mayor foco de prostitución. ¿A caso se han puesto a mirar los casos de países vecinos como Haití, Jamaica o República Dominicana? Y no por pasarle la patata caliente al vecino, simplemente por el simple hecho de contrastar casos y sacar conclusiones.

Por si fuera poco, y para ganar más audiencia se dice que Cuba no respeta los derechos humanos, así como tampoco los derechos de los niños, y que tener una copia de tales representa un delito. ¿Que prueba dan de ello? Ninguna. También dan propaganda a los llamados “disidentes”, mezclándolo con imágenes de movilizaciones, totalmente fuera de contexto y que no son llevadas a cabo por ellos.

Parece ser que a la cadena le interesa más difamar a Cuba que no combatir el comercio de niños; la prostitución infantil. El fin no justifica los medios, y ese tema nunca puede ser tratado desde el prisma del chulo, del impresentable de turno que se hace rico por las penas de otros. Insultar a un país y dibujarnos tal paisaje no les puede salir gratis. ¿Tendrían audiencia si dijesen que todas las chicas de quince años en España quieren prostituirse para tener ropa de marca?