Fernando Rojas - Rebelión.- 1. Hace algún tiempo un ensayista cubano de mi generación, me dijo esta frase: “Fidel ya le ganó la guerra a los norteamericanos…”. Se me antojó que la idea no terminaba ahí. Tomé conciencia de esa sensación el 17 de noviembre de 2005: el problema es si nosotros vamos a seguir ganando esa guerra.

Si hemos estado estos días discutiendo sobre los 50 –ó los 55– años de la Revolución , es sobre todo porque la Revolución está viva, y también porque queremos su continuidad. 
2. Este evento, sin ninguna duda, tuvo una adecuada preparación. La selección de los temas y de los ponentes y la organización de las sesiones fueron afortunadas, si bien la extensión de algunas de las exposiciones no siempre facilitó contar con el suficiente tiempo para los debates. Tuvimos la suerte de recibir las novedades editoriales de Ocean Sur y la oportunidad de encontrarnos con gente muy valiosa. El seminario se convocó por invitación, fórmula que parece la más lógica para poder discutir, a la vez, con toda la amplitud y la serenidad necesarias. Habernos reunido en esta fecha, a casi medio año del 1 de Enero de 2009, nos obliga a pensar y a actuar en pos de la conveniencia de organizar otros encuentros similares próximamente. Celebro la idea de publicar una antología a partir de los textos de las ponencias.

3. Sergio Guerra nos ilustró la radicalización de la Revolución a partir de su dinámica interna -expresión enorme en sí misma– y del incremento de la agresión imperialista.

Es la explicación que mejor resuelve una de las claves más auténticas y perdurables de la Revolución. El mismo Sergio nos esbozó después la alianza con la URSS , hito histórico que acompaña por un largo período el desarrollo de la Revolución y cuyas huellas perduran hasta hoy. El análisis de esa relación y su impacto sigue siendo una huella de la ciencia social.

Lo común entre revolucionarios, -y es lógico- es que resultamos ser muy críticos con esa alianza y así se puso de manifiesto en estas jornadas. María del Carmen Ariet nos ofreció el mejor ejemplo, el de más clarividencia y profundidad en el análisis, el del Ché, que resultó premonitorio.

4. Y sin embargo, una parte de esa época son los años felices de mi juventud: los de la beca que nos gustaba, el queso crema en el Parque Lenin, las más de 40 rutas de guaguas, los viajes a los países socialistas, los primeros años del Médico de la Familia , el Prado de Cienfuegos, el Pico Blanco a 20 pesos, la Casa de la FEU y la escalinata, la red gastronómica de Enramada, las noches de la calle Heredia, el auge de Silvio y Pablo, los primeros años del Festival de Cine...

Los mejores de esos años, como una intensa vindicación cubana del Che, son los del proceso de rectificación…

De este pasaje, sale mal parada la Unión Soviética. Las cosas, como se sabe, no son tan sencillas. Como parte de la deuda que tenemos con tan complicado asunto, me permito mencionar que, antes de que la discusión de los bolcheviques arribara al punto de la dicotomía escolástica insoluble de la Revolución Permanente y el Socialismo en un solo país, aquellas reflexiones concernían e influían en más de 600 millones de personas de Europa y Asia.

5. Además de los antecedentes brillantemente expuestos por el Dr. Armando Hart, en la Revolución influyó también el comunismo organizado de inspiración soviética. Junto a éste, y como resultado de aquellos antecedentes, se fue gestando lo que llamo el comunismo cubano, uno de cuyos padres fundadores es Antonio Guiteras. De esa fuente, se sabe, bebió directamente el 26 de julio.

6. En definitiva, llegamos hasta aquí por nuestros propios esfuerzos. Tenemos un presente y debemos tener un futuro. Es lo que más importa a los jóvenes y los que no lo somos no podemos olvidar ese axioma de la vida. Ello será imprescindible para que las nuevas generaciones sigan a los revolucionarios que han uncido el pensamiento creador a una praxis consecuente, y no a los teóricos recientes de la transición que tienen como denominador común carecer de aquella.

El presidente del Consejo de Estado acaba de decir:

“Que el trabajador se sienta dueño de los medios de producción, no depende sólo de explicaciones teóricas -en eso llevamos como 48 años- ni de que su opinión se tenga muy en cuenta en la actividad laboral. Es muy importante que sus ingresos se correspondan con el aporte personal y el cumplimiento por el centro de trabajo del objeto social para el que se constituyó, es decir, alcanzar la producción o la oferta de servicios que tienen establecido.”

7. Entre los antecedentes, habrá que conceder merecido lugar a la cultura popular, a la multiplicidad de sus fuentes, a su condición mestiza sustancial, que fecunda sin menoscabo –ello cada vez es más importante- de sus componentes originales.

Una nota adicional a la ponencia de Aurelio Alonso: entre los acuerdos del tan mencionado Congreso de Educación y Cultura de 1971 estaba la caracterización de algunas religiones de origen africano como proclives a influir en las conductas antisociales de los jóvenes. Este dato suele escapar a los observadores porque no está en los documentos relacionados con los temas de la cultura artística y literaria. Buena lección.

De la creación popular, de la cristalización de lo cubano, de la revolución educacional y de la política cultural de Fidel ha resultado uno de los logros más indiscutibles de la revolución, visto también en perspectiva: la revolución Cubana es el proyecto de construcción socialista que más ha avanzado en el indispensable cambio cultural.

Ni aún este resultado está garantizado, también en perspectiva, automáticamente. La última década, y quizás un poco más, ha sido pródiga en incursiones de la producción cultural -si es que puede llamársele así- del capitalismo, no sólo a través de los medios de difusión masiva, sino -lo que es mucho más grave- en la misma creación nacional.

8. En el mismo discurso que ya he citado, se asumen como compatibles con el socialismo, la producción agropecuaria cooperativa y la del campesino individual. Un acto de justicia más: eso mismo decía Bujarin –y no sólo él- en 1925.

Las cuestiones de la economía, ventiladas también durante este seminario, cobran importancia adicional por estar en el centro de un debate público entre nosotros los cubanos, que no cesa, y probablemente continuará durante mucho tiempo. Tendremos que aprender a trabajar de esa manera. Tendremos que ser capaces de participar cada vez más y de actuar, sin que ello nos condene, con la disciplina necesaria para permanecer unidos. Es este un desafío histórico de todos los movimientos revolucionarios, sin resolver hasta hoy, un reto a la altura de la Revolución Cubana.

9. Seguimos conviviendo con el capitalismo. Tendremos que continuar calibrando su historia, su evolución, sus conquistas, su crisis, su peculiar capacidad de sobrevivencia, que aquí se ha proclamado agotada para el caso del imperio yanqui, y muy especialmente, su eficaz habilidad para enmascarar la apariencia de dominación. El asunto no es tan sencillo. No se trata de que muchos en el mundo piensen en el capitalismo como única alternativa, sino de que hace dos décadas nos lo ofrecen como la liberación.

La cuestión sigue siendo superar al capitalismo.

Para Cuba se trata también, como reflejara el panel sobre las Relaciones Internacionales, de un asunto de seguridad nacional.

10. ¿Seremos capaces de transmitir a los jóvenes nuestras convicciones? ¿Podremos convencerlos de los asertos en los que coincidimos, mayoritariamente, tres generaciones de revolucionarios?

Habrá que tener argumentos, no teleologías; principios, no dogmas; convocatorias, no imposiciones; alternativas que convenzan, no prohibiciones; cultura, participación, satisfacción y disciplina.

En esta sala hay una respuesta: “Seamos realistas, soñemos lo imposible”

11. Frank Delgado, un trovador cubano de los 80, activo y más querido hoy, pero todavía no pegado en la radio, ha hecho una canción: “Conversación de un niño cubano con Harry Potter”. Termino estas líneas con sus últimos versos:

Harry Potter, ya puedes estar convencido

Que mi nganga se enfrenta a tu vara y le gana.

Tu lechuza no puede con mi bijirita

Y tu escoba no puede con mi chivichana

Mira, Harry Potter, llégate un día a La Habana.  

Mira, Harry Potter, y aprende magia cubana .

¡Viva la Revolución !

Muchas gracias.

* Intervención de Fernando Rojas, viceministro de Cultura de Cuba, en la clausura del Seminario “50 Aniversario de de la Revolución Cubana.
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