Estas medidas, anticipadas hacía meses y solo retrasadas a causa de los huracanes, no habrían sorprendido a nadie si no hubieran ido de la mano del aún repleto de incógnitas apartamiento político de figuras claves del Gobierno como Carlos Lage, José Luis Rodríguez y Felipe Pérez Roque.
Por otro lado, en Estados Unidos, Congreso, Senado y Presidencia han refrendado el relajamiento de algunas de las restricciones impuestas por Bush a cubanos y cubanas residentes en EEUU, que ahora podrán viajar a la Isla sin restricción de tiempo. Aunque el fin del bloqueo no se vislumbra en el corto plazo, según confirmó recientemente el propio vicepresidente Joe Biden, y ni siquiera la normalización de viajes académicos y deportivos entre ambos países o de las compras cubanas en EEUU.
En plena crisis económica, el gabinete Obama parece no estar dispuesto a abrir un frente interno en el aún poderoso lobby mafioso de Miami. Mientras, Cuba sigue rompiendo históricas ataduras diplomáticas. Muestra de ello son su participación en la reunión del Grupo de Río, el fortalecimiento de las relaciones con China, Rusia y Brasil, las visitas de un sinfín de presidentes y presidentas de América Latina a la Isla, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Costa Rica y El Salvador, la visita del Comisario europeo para el Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Louis Michel, que pudiera anticipar la normalización de las relaciones entre la Unión Europea y Cuba, o el reciente viaje de una importante delegación del Congreso de EEUU. No parece casualidad que, en la citada remodelación gubernamental de marzo, Raúl nombrara a Bruno Rodríguez como ministro de Exteriores, quien fuera embajador de Cuba en la ONU durante diez años, un gran conocedor de la política estadounidense y respetado en numerosos círculos políticos de EEUU.
Los resultados de la abrupta reestructuración gubernamental interna en Cuba, que sin duda dará paso a medidas de avance y cambio en el terreno del modelo económico, se conocerán en los próximos meses. Pero el verdadero cambio necesario, el fin del cruel, injustificado y anacrónico bloqueo yanki, verdadero dogal del desarrollo económico de la Isla, no parece cercano. Mientras, eso sí, la aritmética interesada de quienes controlan la difusión de información e ideas en el mundo, los grandes oligopolios mediáticos, siguen cargando las tintas en la “falta de cambios internos” en Cuba para justificar, directa o indirectamente, la política de guerra de EEUU contra la Isla.