Manuel García Sánchez - Cubainformación.-

29 de julio de 2008 (una hora antes de aterrizar en la Habana)

Toda visión sobre algún lugar es, hasta cierto punto, arbitraria y egocéntrica. Los seres humanos, al perder "la unidad interpretativa del mundo", hemos dejado de regular nuestras vidas desde la exclusividad de lo orgánico, esto es: comenzamos, en nuestros orígenes, siendo seres realmente insignificantes, a los que la naturaleza (lo biológico) moldeaba según la necesidad o el azar que emanaban del mismo medio natural, tanto exterior (lo que nos rodea), como interior (la pasta de la que estamos hechos). Ahora, ¿qué somos? Una especie bastante incierta e insegura que ha perdido esa ancestral "unidad", esa tranquila seguridad: cada uno tiene su propia visión del mundo, hay tantas opiniones como personas, y aún más, pues cada persona suela cambiar de opinión (y hasta varias veces el mismo día). La objetividad, planteada "radicalmente", es un mito; la subjetividad, enfocada a entender ciertos fenómenos, es la mirada más competente y honestamente comprometida (para entender todo esto léase Sobre verdad y mentira de Nietzsche).


Esta introducción antropológica sirve al lector, si lo hay, y al mismo autor, si no se deshace de estas paginas, para reflexionar sobre el título de este escrito: Diario de un español en Cuba. Es un título, fatídicamente, equívoco y no unívoco, es decir, todos los diarios tendrían que ser iguales para que éste adoptara el significado universal de "diario", pero dicho sino es, a priori, imposible, pues no existe El Diario, sino múltiples y diversos diarios. Por ende, éste es uno de ellos, uno entre tantos. Sólo tiene una peculiaridad: es el mío.

Lo mismo para con el concepto "español": ¿qué significa ser español? ¿Aquel que tiene raíces hispánicas? ¿Aquel que está empadronado en la península? No vamos a entrar en este tema porque desbordaría por completo mi humilde finalidad. Conformémonos apelando a nuestra argumentación: hay muchos españoles y, por lo tanto, muchas ideas sobre qué es ser español (no digamos de ser europeo u occidental) y qué es España.

Entonces, ¿qué tipo de diario puede escribirse aquí? Sólo puedo decir que lo que busco  es relatar mis sensaciones sobre Cuba, al parecer, ésta, una tierra mitológica y legendaria como muy pocos lugares, al menos esos son los pre-juicios que tengo sobre la isla, prejuicios porque la experiencia no me ha permitido beber y mamar de Cuba, sobre todo, cómo bebo y cómo me sabe a mí este territorio.

Antes de aterrizar en la isla, y antes de posarme sobre el meollo de este diario, que no es otro sino poder crear mi propia idea sobre Cuba, quiero matizar un aspecto que, sin vacilación, considero imprescindible, sobre todo, para que no haya malentendidos entre yo y mis posibles lectores. Esto es lo que quiero explicitar: cuando en el preámbulo he insistido en la distinción entre lo objetivo y lo subjetivo, creo que merece la pena decir algo: como estudiante de filosofía, como persona crítica y polémica (esas son las bases radicales de la filosofía), es obligado (para complicar aún más las cosas) decir lo siguiente: cuando en la primera línea dije "hasta cierto punto arbitraria", no quise decir, en ningún momento, "gratuita", al menos, y perdón por la falta de humildad, es lo que yo pienso sobre mis ideas y opiniones, pues, aunque todos tengamos opiniones propias, es evidente que no todas valen lo mismo, ni todas son igual de respetables. Por lo que afirmo: sí, todo esto es mi opinión, mi experiencia personal, pero lo más fundamentada posible, es decir, argumentada; dado que una opinión sin argumentos es pura palabrería, un ruido de palabras, y yo nunca querría eso para mi salud intelectual; si escribo algo, por lo menos, que tenga sentido, una sentido respetable y que, con cierta autoridad, estoy dispuesto a contrastar con otros puntos de vista. Sucede lo mismo con el pensar: lo pertinente no es pensar, lo importante es cómo y en qué se piensa, si no se piensa con coherencia, rectitud y sobre temas preponderantes, lo mejor es no haber pensado. (los resultados son los mismos).

Y me niego a aceptar la tesis "cuando llegues a Cuba se te romperán todos los esquemas", pues yo, pretendo entender el mundo desde mis coordenadas y categorías (esquemas) y eso es lo que voy a intentar con Cuba, entenderla, en la medida de lo posible, pero sin caer nunca en la expresión: "no tiene sentido", pues esto equivale a decir que el reto es "absurdo", y creo que el estudio de una cultura me parece la mayor expresión de intentar dar sentido y significación a lo fenoménico, siempre, claro está, sin perder de toda consideración las perspectivas emic (la visión desde dentro) y etic (la visión desde fuera). Este ensayo es un intento más de mi vida, es decir, un anhelo de comprender aquello que me rodea.


7 de agosto de 2008 (una hora antes de aterrizar en Madrid)

Poco tiempo he tenido en Cuba para entretenerme en escribir día a día (ésta es la supuesta función de un diario) lo que me iba ocurriendo (demasiadas cosas para tocar y oler.). Ésta es la razón por la que en esta recensión hay un vacío "nuclear": no hay desarrollo o nudo, solamente una introducción y una conclusión. La introducción ya esta expuesta, aquí viene, de modo concentrado, la conclusión, eso sí, de forma poética, o si se quiere, romántica.


A Cuba:
Por todos sus encantos y lindezas,
por la fuerza y valentía de este pueblo
que bien conoce su historia,
que bien elige su presente,
quiero dar la más sincera enhorabuena a unas gentes
que bien claro tienen la idea de quienes fueron,
de quienes son, y sobre todo,
de quienes quieren ser.
Estas líneas, son para ustedes.

A Carlos Manuel de Céspedes,
por ser el "padre de la patria";
al "apóstol" José Martí,
por ser el "héroe nacional";
a Antonio Maceo,
por poner rumbo fijo a la revolución:
"quien intente apoderarse de Cuba
recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre
si no perece en la lucha";


a Fidel,
por guiar con tanta firmeza a su pueblo,
por se la única persona en la historia universal
que ha vencido a nueve presidentes yanquis,
por ser el único que verdaderamente
le ha plantado cara al capitalismo vergonzante;
y cómo no, al Ché,
por luchar por y para Cuba como un cubano más,
por ser el mayor ejemplo de la justicia hecha carne,
por ser paradigma de la mayor de las solidaridades.

Pero ante todo,
GRACIAS por el "espíritu revolucionario"
que me habéis transmitido con tanta dignidad.
GRACIAS por hacerme pensar que un mundo mejor es posible,
por recordarme que, en ocasiones,
dar la vida por los demás es una obligación moral,
que morir por lo que uno piensa es la mejor manera de vivir,
que luchar por unas ideas firmes es poner en práctica una escala de valores,
un compromiso leal con la existencia de los demás y con la de uno mismo.

En esta vida, si se quiere ser feliz,
hay que ir lo más ligero de equipaje posible,
pues, no es más feliz quien más tiene sino quien más sabe prescindir,
sobre todo de todos los lujos que nos ofrece el capitalismo,
que nos inutilizan más que nos benefician.
Los caprichos sólo son hijos de ese mal padre llamado consumismo,
una ideología en la que la máxima que impera es la siguiente:
"pienso, luego  consumo".

Y recuerdo a Cuba que yo soy socialista,
que, por muchas razones, me siento cubano,
por ello, quiero que el mundo entero sepa que
Cuba es la "conciencia crítica de occidente";
quiero recordarles a todos
que hemos dejado de darle nuestro dinero a la nobleza y al clero
para dárselo a un puñado de oportunistas sin escrúpulos.
Quiero que occidente sepa que
EEUU, aquel al que Europa rinde pleitesía,
ahoga y estrangula a Cuba para que esta idiosincrasia
no sea ejemplo para los demás países.

Y que nadie olvide que sí,
el pueblo cubano es un pueblo pobre,
pero que tampoco olvide nadie
que es el pueblo que más conciencia histórica tiene,
que más se conoce,
y que va camino de ser uno de los pueblos más cultos del planeta:
ha renunciado a todo tipo de lujos estúpidos
por aquello que tanto escasea en occidente,
a saber, inteligencia, mucha praxis existencial.

En definitiva, y en palabras del Che,
"soy revolucionario, y donde me encuentre, actuaré como tal".
La diplomacia solo la mantienen aquellos que no quieren cambiar las cosas,
aquellos que se conforman con lo que tienen.
Si queremos cambiar el mundo,
necesitamos la revolución, y con ella,
la creación de unas sociedades en las que reine la justicia,
en las que se apremie más el valor y el compromiso
que la pasividad y la más vil de las indiferencias posibles.


Para ti CUBA,
para ese pueblo que no se cansa de luchar,
que no renuncia a sus convicciones,
que prefiere morir de pie a tener que vivir siempre arrodillado,
es todo este agradecimiento.
Aquí tenéis un patriota ideológico que, cuando pueda,
con vosotros se reunirá,
que con vuestros ideales morirá.

Una vez más,
GRACIAS.

Con todo el fervor revolucionario:
Manuel.

¡Hasta la victoria siempre!

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