Marianela González (Fotos: Archivo de la Compañía) - La Jiribilla.- Se conoce que en la cuna de la civilización occidental, la Atenas clásica, el teatro para niños fue uno de los ejes centrales de la vida pública. Así lo historió Platón, en sus Leyes, y Aristófanes, en el prólogo a La Paz. No habría de remontarme a tantos siglos de distancia para referirme a una compañía de teatro de títeres si no fuese por la ventaja del paralelo: hace 15 años, la Atenas de Cuba engendró Teatro de Las Estaciones, quizá el más importante conjunto de este tipo que se registre hoy en Latinoamérica.
Cierto es que las agrupaciones artísticas nacen, como los mejores hijos, enlazadas al vientre de su tiempo y que 1994 no fue precisamente un año feliz para los cubanos: sin embargo, al calor de aquellos meses de verano, la llamada generación del Boom de artistas del teatro de títeres daba a luz una de sus más optimistas y perdurables creaciones. El 12 de agosto, Teatro de Las Estaciones abría su primera temporada en el escenario del Sauto, en Matanzas.
Quince años más tarde, aquel fuego avivado solamente por el “amor al arte”, goza del reconocimiento de la crítica especializada y de la fidelidad de un público cada vez más diverso. La caja de los juguetes, La virgencita de bronce, El patito feo o Los zapaticos de rosa —estrenadas entre 2003 y 2007— remiten a ¡Viva el verano!, Canción de otoño, El cuento de invierno o ¡Buenos días primavera! —algunos de sus primeros macroespectáculos de los 90— como señales de constancia de una compañía que no abandona el sentido ético y artístico de su fundación, sin caer en la trampa del estatismo.
¡Buenos días primavera!
Por estos motivos, al llegar el día exacto en que Teatro de Las Estaciones celebraría su nuevo aniversario, especialistas y creadores reverenciaron la validez de su ya habitual vocación de unir en un mismo espectáculo varias manifestaciones artísticas, y su protagonismo en el rescate de valores tradicionales y expresiones genuinas del arte y la literatura.
La dramaturgia, la música, el diseño, la actuación titiritera y la puesta en escena en la compañía estuvieron también en el centro de las ponencias, como parte del coloquio efectuado en el Centro de Información y Documentación de las Artes Escénicas de Matanzas. Participaron, entre otros expertos, Norge Espinosa, Lourdes Fernández, Ulises Rodríguez Febles, Yamina Gibert y Marilyn Garbey. El encuentro propició, además, la presentación del nuevo sitio web de la compañía y del más reciente número de la revista Matanzas, que incluye un dossier por los 15 años de Teatro de Las Estaciones.
El grupo teatral, comandado por el Licenciado en Artes Escénicas Rubén Darío Salazar y asesorado por la maestría del diseñador Zenén Calero, celebró así sus 15 años de constante experimentación técnica, renovación lingüística y proyección escénica. La fiesta, no obstante, no limitó sus fronteras a Teatro de Las Estaciones, sino que favoreció la reflexión sobre el teatro para niños en Cuba y el estado actual del arte titeril en nuestro país.
“Al cabo de casi 20 años de aquellos inicios del llamado Boom de los 90 —dijo Rubén Darío—, lo más preocupante no es cuando los del teatro dramático pasan de largo ante el teatro de títeres, o tan solo lo utilizan como complemento de sus montajes, o como mera utilería escénica, sino cuando nuestros propios colegas se parapetan en conceptos sobre el niño y el teatro de figuras pertenecientes a siglos pasados”.
El sueño de Pelusín
El teatro de títeres —Teatro, en su genealogía más inmediata— es arte, aun con sus peculiaridades. Requiere de los artistas un poder imaginativo que les permita desdoblarse y renacer en un pequeño muñeco de tela o madera, a quien cederán todo el protagonismo. De su público, una disposición especial: la de creer, la de despojarse por un rato de toda ciencia y dejarse seducir por la ingenuidad. Teatro de Las Estaciones celebra el haber potenciado todos estos requisitos: sobre todo, sus primeros 15 años de existencia anónima, ante quienes solo tienen ojos para los títeres. Quince años celebrando la invisibilidad.
