Yaquelín Collado Rodríguez perdió su nombre para ser bautizada por el pueblo como la «enfermera de Caibarién». En la mañana de este viernes abandonó la institución hospitalaria tras 59 días de ingreso y 37 de ellos en terapia intensiva. Video: TV Cubana.
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De alta la paciente de mayor estadía en una unidad de cuidados intensivos por COVID-19 en Cuba
Juventud Rebelde
Cubanos de todas partes preguntaban por ella aunque no la conocieran. Las redes sociales se saturaban de mensajes indagando por su estado de salud; hasta los más incrédulos encendían velas a su favor, y muchos no se perdían las conferencias de prensa nacional y provincial a fin de conocer la evolución de quien es considerada como la contagiada con el nuevo coronavirus de mayor estadía en una unidad de cuidados, no solo en Villa Clara —específicamente, en el hospital Comandante Manuel Fajardo Rivero—, sino de todo el país.
Lo cierto es que Yaquelín Collado Rodríguez perdió su nombre para ser bautizada por el pueblo como la «enfermera de Caibarién». Y para alegría de tantos, en la mañana de este viernes 22 de mayo abandonó la institución hospitalaria para reencontrarse con su tierra cangrejera.
«Que todo el mundo sea guerrero y luche por seguir adelante, que ayudemos a quienes podamos y sigamos adelante, que yo voy a luchar por mis hijos, por mis nietos y por mi país», dijo horas antes a un equipo de prensa que la visitó en su cubículo de estancia.
La verdadera historia de Yaquelín
El Dr. Jorge Eduardo Berrio Águila, director del «Manuel Fajardo Rivero», jamás olvidará el caso de esta cubana de 53 años. Asegura que las manifestaciones clínicas de Yaquelín resultaron un verdadero rompecabezas debido a la diversidad de síntomas y un estado de salud que mejoraba y empeoraba casi al unísono. Portadora de diabetes mellitus e hipertensión arterial, entre múltiples irregularidades, atravesó por un complejo cuadro que la mantenía en estado de gravedad, por el cual requirió un tratamiento sumamente costoso para estabilizarla.
Para el Dr. Jorge Eduardo Berrio Águila este resulta un caso sumamente complejo entre los asistidos en el hospital Manuel Fajardo Rivero con una estancia total de 59 días, y de ellos 37 en terapia intensiva. La institución ha ingresado, hasta la fecha, a 195 pacientes de Villa Clara y Sancti Spíritus, con 173 recuperados y solo 11 fallecidos.
«La paciente arribó al país el 14 de marzo, procedente de una misión en Venezuela. Comenzó a sentirse mal el día 23 del propio mes para ingresar en la institución un día después, cuando los estudios de PCR confirmaban la positividad».
El diagnóstico reflejaba insuficiencia respiratoria aguda, neumonía viral, y el síndrome severo de distrés respiratorio del adulto (SDRA), o sea, la aparición de fenómenos inflamatorios y necrotizantes del alveolo pulmonar que la llevó a la terapia intensiva.
«Estuvo 30 días acoplada a un ventilador mecánico, que a nivel mundial se considera un predictor de mortalidad elevado en gran número de los pacientes», precisa el Dr. Berrio Águila.
Entonces aparecieron contratiempos. Durante el periodo de asistencia con el ventilador mecánico se intentó el llamado destete o proceso de transición de la ventilación artificial a la espontánea, pero en dos oportunidades resultaron fallidas y hubo que volver a acoplarla.
«Tenía demasiada inestabilidad en las funciones respiratorias. Cumplió con todo el protocolo establecido por Cuba para estos casos, con la administración de fármacos indicados en cada etapa, incluidos los anticuerpos monoclonales que ofrecen excelentes resultados, como el Itolizumab, y a raíz de una neumonía nosocomial (NN) o sobreinfección, se le trató con una amplia gama de antibióticos suministrados con racionalidad».
Luego de recibir medicamentos citoprotectores, unidos a técnicas de reanimación pulmonar, hubo que emplear la anticoagulación —dado el deterioro de la función respiratoria—, tanto profiláctica como terapéutica. No fue suficiente, por lo que se decidió entonces aplicarle la trombolisis con estreptoquinasa, una modalidad muy común en pacientes con infarto agudo del miocardio.
«El proceso duró seis horas y así se convirtió en uno de los pocos casos trombolizados en Cuba producto del SARS-CoV-2», asevera el director del hospital militar villaclareño.
A pesar de todo, el Dr. Berrio Águila explica que el 27 de abril hubo que recurrir a la traqueostomía hasta que, en días posteriores, se le retiro la cánula endotraqual.
«Entre avances, retrocesos y sorpresas, los días finales de abril trajeron la noticia esperada: en dos muestras de PCR tomadas a Yaquelín, su carga viral era negativa, resultado ratificado el 20, con un tercer examen que la confirmaba como caso recuperado entre, no sin antes pasar por otras áreas de la institución».
Sin pensarlo mucho, el Dr. Berrio Águila atribuye el logro a los niveles de atención demostrados por la medicina cubana, a la implementación del Plan de Aseguramiento Médico Único para situaciones especiales, y a los avances de la ciencia en la nación.
«Además de la intensidad de trabajo vivida, resulta importante que se conozca que gracias a la disciplina y al empleo de todos los medios de protección que el territorio y el país han asignado, ninguno de los participantes en el largo proceso (médicos, paramédicos, trabajadores de servicios), fue afectado por la cercanía con Yaquelín. Ello constituye un éxito para la paciente, para el pueblo de Villa Clara, y también para Caibarién, que la espera».
Lo que la población desconoce es que un solo equipo vinculado al trabajo con los enfermos suma, aproximadamente, 164 valientes que incluye el personal de terapia intensiva, intermedia, de laboratorio, auxiliares generales, dietistas, pantristas y quienes atienden las comunicaciones a fin de asegurar la información del estado de salud, entre muchos otros.
A ello se agrega la participación conjunta y en extremo valiosa de los principales expertos de las instituciones de salud del territorio, incorporados a la toma de decisiones, junto a la contribución inestimable del Polo Científico villaclareño.
— Pero, ¿solo con Yaquelín?
— Ella es un ejemplo. Se hace con cualquier persona que necesite la atención médica y los servicios de enfermería con alta cuota de responsabilidad en los resultados.
Así lo confirma la máxima autoridad del centro asistencial, quien destaca, además, a los 57 enfermeros de Sancti Spíritus que se integraron al centro villaclareño y que actualmente pasan el período de cuarentena exigido. «Un grupo de experiencia, caracterizado por una disciplina extrema en la práctica de sus labores. Tenemos excelente opinión y estamos muy agradecidos por todo el apoyo espirituano», enfatizó.
Si de valores especiales se trata, el Dr. Jorge Eduardo Berrio recuerda cuando tuvo que comunicarle al colectivo que la unidad había sido seleccionada para enfrentar el SARS-CoV-2. «Nadie flaqueó, incluso, nuestro potencial femenino, aunque más del 50% de ellas tiene responsabilidades familiares, hogareñas u de otra índole, y aún así su repuesta fue la más digna, en el afán de darlo todo por esa humanidad necesitada».
Lo insólito e inesperado
Coincidencias como estas ocurren muy pocas veces en la vida. Mientras Yaquelín se batía con la gravedad de su cuadro clínico, ingresaron en la institución a su nieto Eduardo Hernández León y su hija Yanilda León Collado, quien cuenta que fue su pequeño el que dio positivo, pues ella, a la postre, no tuvo contagio.
Con un trato excelente, Yanilda conversó con la prensa, dijo que tuvo momentos de llorar y lo hizo, pero que nunca perdió la esperanza.
«Veía a mi mamá en medio de todo, con esa fuerza que constituía una fuente de inspiración. Si alguien de verdad merece el calificativo de guerrera es ella, y nunca podremos olvidar la profesionalidad de todo el equipo de este hospital, desde su director hasta el último de los trabajadores, a lo que se une nuestra fe y el deseo de miles de caibarienenses, villaclareños, cubanos y de otras latitudes que brindaron su apoyo emocional para que todo saliera bien».
De vuelta a la vida
Sepa que durante su estancia en terapia intensiva, la caibarienense tuvo tres paros cardíacos, y en medio de todo, la labor de Fisioterapia y Rehabilitación ha sido primordial para Yaquelín, quien con sus labios pintados por las «seños» de cabecera, que tantas veces la mimaron, declaró sentirse mejor. «He pasado por mucho, pero siempre he salido vencedora como todos los trabajadores de la Salud, ya que hace 33 años soy enfermera».
En todo este tiempo ha recibido muestras de afecto increíbles. «Yo no sé cómo agradecer tanto. Un gran equipo ha estado pendiente de mí y otras personas que no me conocen también. Me han escrito poemas, cartas, mensajes, incluso desde Venezuela, donde hice varias amistades.
«Quiero que sepan que doy gracias por haber nacido en este país, de lo contrario, creo que no existiera esta Yaquelín para hacerles el cuento».
(Publicado originalmente en el periódico Vanguardia)
Agradezco haber nacido en Cuba, de lo contrario no hubiera salvado mi vida
La enfermera internacionalista que padeció en formas muy graves la COVID-19 y mantuvo en vilo al país, ya está de vuelta a la vida y a su hogar
Freddy Pérez Cabrera - Granma
Yaquelín Collado Rodríguez, la enfermera villaclareña que mantuvo en vilo a sus familiares, al personal médico que la atendió y a los millones de cubanos que a diario se han preocupado por su evolución, está de vuelta a la vida y a su hogar. Fue dada de alta este viernes del hospital «Manuel Fajardo», donde estuvo ingresada durante 59 días, resultado que puede considerarse como una verdadera proeza médica.
Con el lógico agotamiento provocado por la larga estadía hospitalaria, la mayor parte de la cual permaneció en la sala de cuidados intensivos, ella tuvo fuerzas para expresar: «Agradezco haber nacido en este país. Si no fuera así, creo que no hubiera salido con vida».
Igualmente, tuvo palabras de gratitud para el personal médico de la institución y de la provincia, que día y noche se batió por su vida, hasta lograr devolverla al seno de su familia. A la vez, dio las gracias a las miles de personas que desearon su curación, enviaron mensajes de aliento a través de las redes sociales o realizaron llamadas al centro, a fin de interesarse por su situación.
«Llevo 33 años de enfermera, y como el resto de los trabajadores de la Salud, soy una guerrera», expresó la caibarienense, quien envió un mensaje de felicitación a los que se dedican a ese noble oficio, conminándolos a que continúen siendo solidarios con el mundo.
Por muchas razones, en su despedida hubo aplausos para ella y el personal que la atendió, y lágrimas en los rostros de hombres y mujeres por igual. Y no era para menos, porque Yaquelín ha sido uno de los casos más complejos a los que ha debido enfrentarse la ciencia médica cubana en los días de pandemia.
Ella, que enfermó de la covid-19 mientras cumplía misión en la hermana República Bolivariana de Venezuela, tuvo un largo ingreso hospitalario, incluyendo los 37 días que permaneció en la terapia intensiva en estado crítico o de gravedad; periodo en el que, por su disposición a luchar por la vida, se ganó el cariño de las más de 160 personas que intervinieron en su recuperación.
Aunque en esa institución se hace por igual con todos los pacientes, como reconoce el doctor, teniente coronel Jorge Eduardo Berrio, director del Hospital Militar «Manuel Fajardo», la batalla por salvar a Yaquelín se convirtió, para todo el colectivo, en una cuestión de honor, porque en ella se resumían la justeza y el prestigio de la Medicina cubana.
Por complicaciones propias de la enfermedad, la paciente debió estar asistida por un ventilador mecánico durante 30 días, lo cual, en cualquier lugar del mundo, constituye un predictor de mortalidad, narra el galeno, quien se conmueve al contar las dos ocasiones que intentaron desacoplarla del equipo y no fue posible, debido a la inestabilidad respiratoria de la enferma. También dijo de la alegría del colectivo cuando al fin pudo lograrse el objetivo.
Igual le sucede al doctor Armando Caballero López, reconocido intensivista cubano que estuvo al frente de los expertos que día a día valoraban su caso y emitían las consideraciones correspondientes: «Le tiramos con todo, con lo mejor que hay en estos momentos en Cuba y en el mundo», dice el galeno, quien recuerda la tensión vivida, en especial, aquel instante en que todos pensaban que salían adelante con Yaquelín, y entonces apareció la neumonía intrahospitalaria que mereció la aplicación una amplia gama de antibióticos de última generación.
Cuenta cómo en la enfermera de Caibarién debió realizarse tratamiento trombolítico con estreptoquinasa, siendo uno de los pocos pacientes con el virus que ha sido objeto de ese proceder en Cuba, y hasta una traqueotomía a fin de facilitar otros métodos ventilatorios durante el proceso de separación definitiva del ventilador mecánico, recordó el galeno.
Sobran razones para la felicidad de Yaquelín y la de sus familiares, así como la de intensivistas, enfermeras, expertos del territorio, laboratoristas, pantristas, auxiliares generales, dietistas y hasta los especialistas de las comunicaciones, quienes, entre todos, concretaron esta nueva proeza de la Salud cubana.
Detrás de este resultado están, como dijo una colega, las miles de horas sin dormir de mucha gente; los días enteros al lado de un microscopio, las marcas en el rostro, que duelen; la osadía de los jóvenes que hicieron de esto su guerrilla; la tristeza de los niños que hace mucho no ven a sus padres; las madres que no tuvieron abrazos el domingo que les pertenecía.
Están también los que, con o sin miedo del contagio, estuvieron junto a ella, a sabiendas de que había que salvarla de la muerte. Para orgullo de la Medicina nuestra, eso fue lo que pasó.