Gala del Premio Casa 2024, en la sala Che Guevara. Foto: Ricardo López Hevia.


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La Habana, 26 abr (Prensa Latina) La edición 64 del Premio Literario Casa de las Américas concluyó hoy aquí con la entrega del prestigioso galardón en la institución cultural cubana, y Argentina triunfó en tres de las cuatro categorías.

Fotos: Jorge Pérez

El jurado de Novela decidió por unanimidad otorgar el lauro a la obra Buenos Aires, fin de otoño, de Guillermo Adrián Paniaga (Argentina); en tanto concedió Mención a Las noches de Cantalao, de Nieves Cárdenas (Cuba) y Ninjas de piñata, de José Llambías (Argentina).

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Por su parte, el tribunal en el apartado de Teatro distinguió por unanimidad al texto La piel de la tierra, de Marina Jurberg (Argentina); mientras Danzón, de Ulises Rodríguez (Cuba) e Hilados y tejidos, de Marcelo Romero (México) conquistaron Mención.

En Ensayo de tema artístico-literario, el jurado premió por unanimidad a la obra Hace tiempo que caminas. El testimonio andino de la violencia política en el Perú, de Betina Sandra Campuzano (Argentina).

Tres textos se alzaron con Mención en esta categoría: Utopías coloniales. Polémicas de los cronistas Las Casas y Fernández de Oviedo por el Nuevo Mundo, de Vanina María Teglia (Argentina); y No por no ver no veo. Poéticas del ojo en la literatura hispánica del siglo XXI escrita por mujeres, de Marta Pascua Canelo (España).

A estas obras se sumó La Muerte Blanqueada. Breve Atlas Mnemosyne sobre las formas de domesticar y ocultar la muerte en Colombia (1730-1937), de Nicolás Martínez Bejarano (Colombia).

En Literatura para niños y jóvenes el tribunal decidió por unanimidad otorgar el premio a El latido de los días, de Mario Carrasco Teja (México); categoría en la que alcanzaron Mención ¡Aquí dentro de la manzana!, de María Victoria Ramos (Argentina) y El niño del faro, de Jorge Accame y Julio Accame (Argentina).

Al finalizar la entrega de tan alta distinción, la trova del cantautor cubano Diego Gutiérrez amenizó la velada en la Sala Che Guevara de la entidad, próxima a celebrar su aniversario 65, el domingo.

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Convocado en 1959 y realizado, por primera vez, en enero de 1960, el Premio Literario Casa de las Américas es el certamen cultural más antiguo del país, y el concurso de su tipo con una trayectoria más larga en el continente.

 

Argentina en la cumbre de los Premios Casa

Al culminar la gala de premiaciones, se reconoció el trabajo realizado por los 12 participantes del jurado, quienes «hicieron una labor titánica», teniendo en cuenta la cantidad de material recibido

Laura Ortega Gámez

Granma

Un notable entramado narrativo en el que resuena, en la vida de cada personaje, la complejidad de una época y de la vida política de la Argentina en los años 50, constituye la trama de la novela Buenos Aires, fin del otoño, del argentino Guillermo Adrián Paniaga, galardonado con el premio Casa de las Américas en esta categoría, en la cual, además, resultaron mención las obras Las noches de Cantalao, de la cubana Nieves Cárdenas López, y Ninjas de piñata, del también argentino José Llambías.

En presencia de Abel Prieto Jiménez, presidente de Casa de las Américas, fueron ofrecidos los resultados de la edición 64 del concurso en la sala Che Guevara, de la institución. En el género de ensayo, convocado en esta ocasión con tema artístico-literario, resultó ganadora la obra Hace tiempo que caminas. El testimonio andino de la violencia política en el Perú, de la intelectual argentina Betina Sandra, con un análisis crítico de las culturas tradicionales y populares.

Las menciones en este apartado fueron para los ensayos Utopías coloniales. Polémicas de los cronistas Las Casas y Fernández de Oviedo por el Nuevo Mundo, de la argentina Vania María Teglia; No por no ver no veo. Poéticas del ojo en la literatura hispánica del siglo XXI escrita por mujeres, de la española Marta Pascua Canelo, y La Muerte Blanqueada. Breve Atlas Mnemosyne sobre las formas de domesticar y ocultar la muerte en Colombia (1730-1937), del colombiano Nicolás Martínez Bejarano.

También Argentina se llevó el galardón principal en el entramado de teatro. Fue ganadora una obra cuyo protagonismo lo llevan las voces de tres mujeres y un bebé, que resalta el drama huma­no universal del na­cimiento, así como su felicidad y sus terrores: La piel de la tierra, de Marina Jurberg.

La acompañaron las menciones Danzón, del cubano Ulises Rodríguez Febles, e Hilados y tejidos, del mexicano Marcelo Romero Hernández.

Por último, y a medio siglo de que el Premio convocara, por primera vez, la categoría de literatura para niños y jóvenes, se alzó como vencedora la obra El latido de los días, del mexicano Mario Carrasco Teja, una creación literaria que, a juicio del jurado, hace un uso magistral de la ironía y el ritmo, además de presentar un final circular que fomenta el asombro y el amor por las letras.

En este caso, fueron menciones dos obras argentinas: ¡Aquí dentro de la manzana!, de María Victoria Ramos, y El niño del faro, de Jorge Accame y Julio Accame.

Al culminar la gala de premiaciones, Jorge Fornet, director del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa, reconoció el trabajo realizado por los 12 participantes del jurado, de quienes, exaltó, «hicie­ron una labor titánica», teniendo en cuenta la cantidad de material recibido. Además, agradeció a los más de 1 500 escritores que participaron, desde 30 países.

 

La Casa ha estado siempre en el centro de todos los debates de la intelectualidad

Ningún cubano de bien debe desconocer lo que significa, para la espiritualidad de Latinoamérica, esta institución, erigida en su Patria, a cuatro meses de haber triunfado la Revolución Cubana, y dada a unir, visibilizar y promocionar la cultura de la región

Madeleine Sautié

Granma

Entrar a la Casa de las Américas es mucho más que traspasar sus umbrales. Junto a su brillante historia, que llega este 28 de abril a sus 65 años, desfilan en la memoria de quienes la conocen hechos trascendentes, personalidades extraordinarias, fundaciones definitivas.

Ni adjetivos festinados ni exageraciones. Basta acercarse a sus dominios para percibirlo. Ningún cubano de bien debe desconocer lo que significa, para la espiritualidad de Latinoamérica, esta Casa, erigida en su Patria, a cuatro meses de haber triunfado la Revolución Cubana, y dada a unir, visibilizar y promocionar la cultura de la región, incluyendo la de los pueblos originarios.

El intelectual Abel Prieto Jiménez es el actual presidente de la institución. Allí nos espera para conversar con Granma. Sesenta y cinco años se dicen rápidamente, pero es apretada la agenda defendida, día a día, por un proyecto ambiciosamente humano, por el que se sienten tan agradecidos muchísimos escritores y artistas de la Patria grande. 

«En estos días he estado leyendo mucho», dice Abel, para encabezar sus argumentos cuando se le pregunta por la primera imagen que viene a su memoria cuando piensa en Casa de las Américas. Tiene en sus manos el libro Hay que defender la vida, Haydee Santamaría, una valiosa compilación, con sello del Fondo Editorial Casa de las Américas, a cargo de Jaime Gómez Triana y Ana Niria Albo Díaz.

«Ha sido verdaderamente muy importante tener este libro para esta fecha, porque es una oportunidad para que la gente se acerque a la fundadora de la Casa, más allá de la gran revolucionaria que fue, más allá de la heroína del Moncada. Ahí está una Haydee humana, que convive con los héroes y mártires que quiso mucho, admiró y perdió. Es un libro fundamental para acercarse a ella, que es en quien primero pienso».

La evocación regresa todo el tiempo a la conversación. Abel habla de la sensibilidad tan particular de Haydee por la memoria, de ese «increíble instinto, esa delicadeza, al responder cada carta que se le escribía, tanto a un gran intelectual, como a alguien de la población».

–Hay un sello suyo en la Casa…

–Haydee le dio a la Casa una mística muy particular. Roberto Fernández Retamar le llama sentido de servicio, una generosidad, es la idea de que tú estás aquí para servir, y eso es muy martiano. La convirtió en un lugar con una imantación particular para alguien que le interesara la literatura y el arte.

–De Retamar, que también fue presidente de Casa de las Américas, siempre habrá que hablar…

–Roberto fue el presidente desde 1986 hasta que falleció. Dirigió la institución después del pintor Mariano Rodríguez, que lo hizo desde 1980 hasta 1986. Yo tuve la fortuna extraordinaria de que Retamar fuera mi profesor en la Escuela de Letras, junto a otros profesores increíbles. Era una fiesta escucharlo en sus clases.

«Tenía un carisma muy particular,  era brillante, con una cultura excepcional, un martiano con un exquisito sentido del humor. A pesar de la diferencia generacional, nos acercamos mucho y terminamos siendo amigos, para mi orgullo. Roberto también marcó esta institución. Era un interlocutor de Haydee, un apoyo tremendo, yo creo que hay una huella de Haydee, en primerísimo lugar, y también de Mariano, y de Roberto.

«Roberto decía que él no podía usar la palabra “sustituir” con respecto a Haydee. Decía que eso era impensable, que lo que procuraba era tratar de seguir su huella. ¿Qué puedo decir yo, que me correspondió dirigir el Ministerio de Cultura después de Armando Hart, y más tarde, la Casa que presidió, antes de mí, Roberto? Sustituir no es la palabra, sustituir no sirve de nada. En esos casos es intentar, por todos los medios posibles, ser dignos de esa misión que gente tan excepcional ha cumplido, de manera tan deslumbrante».

–La Casa tiene siempre una respuesta ante los ataques imperialistas contra Cuba y el continente…

–Esta institución ha estado, a lo largo de estos 65 años, en el centro de todos los debates de la intelectualidad de este continente y del mundo, todo el tiempo. La Casa ha levantado su voz contra todas las tormentas, contra todas las manipulaciones, contra todas las trampas que se han diseñado para impedir la integración cultural de nuestra América, para tratar de halar, hacia la derecha, a los intelectuales y los artistas del Caribe y de la región. A todo eso, los yanquis han dedicado mucho dinero».

Abel recuerda cómo el premio literario Rómulo Gallegos, que se creó en la época de Raúl Leoni, en Venezuela, se funda para contraponerse al premio Casa de las Américas. Y recuerda que la revista Mundo Nuevo «fue diseñada, construida y lanzada como contrapeso de nuestra revista Casa de las Américas. Eso Roberto lo vio muy claro, y lo denunció.

«En el centro de todas esas polémicas estaba la disputa por esa zona tan importante que es el ámbito intelectual, por ver si los artistas y los intelectuales van a ser servidores de su vecino del Norte, o si van a pensar con cabeza propia, si van a defender

la verdad, la justicia social, la igualdad… y esta institución ha estado todo el tiempo en el centro de esos huracanes.

–¿Podemos decir que Casa de las Américas es la institución que más ha hecho por la cultura regional?

–Yo percibo que es la que más ha hecho por la integración de la cultura latinoamericana y caribeña. Esta es la plataforma de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez, después en el campo de la cultura. La Casa ha trabajado duramente, durante 65 años, para crear una plataforma de comunicación. Darcy Ribeiro, el gran antropólogo brasileño, decía que Brasil se había reconocido latinoamericano gracias a la Casa de las Américas. Roberto me decía que era el mejor elogio que él había escuchado de la Casa de las Américas, que Brasil, que es casi un continente, se reconociera latinoamericano por una institución cubana.  Y es verdad que se ha venido creando y tejiendo un pensamiento bolivariano, en términos artísticos, en términos literarios, en términos estéticos…

«Benedetti –que fundó aquí el Centro de Investigaciones Literarias–, en un texto  dice  que  el  imperialismo  nos quiere  fragmentados,  y es verdad que uno de los instrumentos más importantes que tiene esa hegemonía cultural de los americanos tiene que ver con que nos fragmentemos. Benedetti usaba una palabra más fuerte, “desmembrados”, y la Casa de las Américas se opone a ese desmembramiento con la integración, con la voluntad de unidad».

Muchos son los nombres que menciona Abel cuando recuerda a personalidades relevantes que han dejado su estampa en la Casa.  Manuel Galich, Ezequiel Martínez Estrada, Augusto Roa Bastos, Gabriel García Márquez, Roque Dalton, Julio Cortázar, Eduardo Galeano… Pensativo, interrumpe la lista porque realmente sería interminable. «Mucha gente dice que el llamado boom latinoamericano, sobre todo en la novela, tiene que ver con la Revolución Cubana, en primer lugar, y en segundo lugar, con la labor de la Casa de las Américas», comenta, y se le nota el orgullo. De ahí salta a un texto de Galeano, autor de Las venas abiertas de América Latina.

«Recordemos lo que dice Galeano, en su Fe de erratas. “Donde dice: 12 de octubre de 1492, debe decir: 28 de abril de 1959. En ese día de abril, fue fundada en Cuba la Casa que más nos ha ayudado a descubrir América y las muchas Américas que América contiene”. Él dice que el descubrimiento de América es la creación de esta institución, y eso es algo hermosísimo».

–La Casa ha asumido hermosas misiones a lo largo de los años. ¿Cuál es la que debe cumplir en estos tiempos?

–Tenemos grandes desafíos… Es innegable que la ofensiva colonizadora global le hace daño a la misión esencial de esta institución, y la clave está en saber cómo nos defendemos, cómo lograrlo. En Cuba tenemos mejores condiciones que en ninguna otra parte, porque tenemos toda la población infantil escolarizada, tenemos los maestros, instructores de arte, los medios masivos de comunicación, tenemos gente en las redes que pudiera ayudar muchísimo. Pero no somos siempre coherentes, tenemos que ser más coherentes, tenemos que articular a la fuerza revolucionaria de la cultura.

«Tenemos que defender la historia del país, la identidad nacional. Es horrible la cantidad de locuras, llenas de mentiras, que se dicen en torno a la historia de la Cuba prerrevolucionaria, y de la Cuba de la Revolución. Pero mucha gente se las cree, y es por desconocimiento.

«Combatir la manipulación fue siempre una obsesión de Fidel, que insistía en que no podía perderse la capacidad de pensar. En su discurso, el 17 de noviembre de 2005, en la Universidad, dice que la desinformación te dificulta entender tu entorno y el mundo. Pero los reflejos condicionados te quitan la capacidad de pensar. ¿Y qué son las redes sociales? Ese pasaje del discurso de Fidel es un análisis brillante del tipo de reacción que provocan las redes, que no te invitan a analizar, te invitan a reaccionar instintivamente.

«Creo que es esencial crear un pensamiento crítico, crear un instinto, que es lo que quería Fidel, que la gente instintivamente sepa que la están manipulando, que detecte dónde está la trampa, dónde está la emboscada que le están tendiendo para conducirla de un lado a otro. Hay que evitar ser manipulado, por eso Fidel insistía, parafraseando a Martí, que sin cultura no hay libertad posible. La cultura, el conocimiento, el razonamiento implica la posibilidad de ser libre».

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