Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- Agonizaba y, sin embargo, la mujer rechazó ser atendida por el enemigo. Prefirió morir vistiendo el traje de miliciana y reafirmar su condición de revolucionaria pronunciando solo dos palabras: ¡Patria o Muerte”. El 17 de abril de 1961 Cira visitó por última vez su querido uniforme de miliciana, el que usaba cuando recorría los caminos carboneros de la Ciénaga, llevando el mensaje de futuro a cada mujer.


A 61 vividos en la intensidad de una Revolución victoriosa, imposible olvidar historias como la de la campesina Cira María García Reyes, quien había elegido desde muy temprano en la vida estar al lado de su gente y de la Revolución, todavía en pañales, pero fuerte y robusta en su crecimiento posterior.-.

 En la Ciénaga reinaba la miseria, el analfabetismo y la más inhumana explotación. Ella, sin embargo, pudo asistir a una escuelita de barrio y estudiar hasta el sexto grado. Casada muy joven con un pescador de la Ciénaga de Zapata, su vida quedó compartida entre el mar y la tierra. De esta unión nacieron tres hijos, a quienes les enseñó el amor a la patria y trasmitió sus conocimientos.

En Caletón, lugar donde vivió e integró las filas de las Milicias Nacionales Revolucionarias. Cira se convirtió en la secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas en ese punto de la geografía cubana y dedicaba gran parte de su tiempo a las tareas de la organización femenina en esa zona y en Perdices y Buena Ventura, donde  se desempeñó como conserje voluntaria.

Los que conocieron a la campesina Cira María García, dijeron que ésta era un torbellino, incansable en todas las tareas, entre estas, las de apoyo a los jóvenes que a principios de ese año 1961,  llegaron a esas costas para defenderla.

En la madrugada del17 de abril, Normita, su hija mayor se percató del centelleo de ametralladoras y fusiles. Se iniciaba el ataque a Playa Girón  y, a las voces de alama, la gente buscó como refugiarse. Al amanecer, un miliciano orientó el traslado de los pobladores en un camión, apenas habían recorrido un  corto trecho cuando fueron interceptados por los mercenarios. Les dieron el alto y al parar, recibieron una descarga cerrada desde el monte.

Así vivió Cira García su último amanecer. Su cuerpo joven sintió un dolor de fuego y sus fuerzas se escapaban, pero prefirió que la abandonaran del todo antes de recibir ayuda del enemigo invasor. Herida de muerte, pero con su mirada de sueños y esperanzas puesta en su hija Normita, le pidió a ésta que continuara la defensa de la patria.

A 61 años de aquella epopeya victoriosa en que devino la invasión mercenaria por Playa Girón emergen historias que merecen ser retomadas, como la de Cira García y Fe del Valle, otra heroína de la patria, entre tantas otras que eligieron  el camino de la Revolución.

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