Cuando muy niña vio por primera vez un avión, Eddislay Pino Morfa sintió un estremecimiento especial: ¿Cómo podría volar aquello? ¿Qué sentiría una persona allá arriba? ¿Acaso será un pájaro...?, fueron las preguntas de entonces que ahora, con 20 años recién cumplidos, la muchacha mantiene como razón de sus días.
La cienfueguera Eddislay es alumna del quinto curso en el Centro de Instrucción de Vuelos de la Aviación Civil de Cuba, ubicado en áreas aledañas al aeropuerto internacional Ignacio Agramonte, de la ciudad de Camagüey, escuela donde otras cinco jovencitas como ella comparten con siete varones una de las ansias más viejas del hombre: la de volar.