La película, dirigida por Antonio Manuel y José Antonio Torres, muestra la vitalidad y la luz del poeta granadino en Cuba, una de sus etapas menos conocidas, donde se sintió libre y encontró su segunda Andalucía. "No es una película de memoria, de pasado. Es una película de futuro, especialmente en los tiempos que vivimos"

Olivia Carballar - La Marea.- La película se va a proyectar una mañana lluviosa a un lado y a otro del puente de Triana. La neblina apenas deja ver los piragüistas que reman por el río, entre la vieja Torre del Oro y la nueva Torre Sevilla. En ese momento no lo sabes, porque apenas nadie te ha hablado de la estancia de Lorca en La Habana, pero luego, cuando sales del cine, entiendes que este día tristón representa el estado de donde venía el poeta granadino cuando desembarcó hace 95 años, un día como hoy, 7 de marzo, en la isla de Cuba.


“Tiré los guantes y la gabardina al suelo al sentir cómo se disipaba esa luz de clínica que me perseguía desde Nueva York pa teñirse de un amarillo más radiante que el albornoz que llevo. […] La máscara se me derramó por las costuras del espíritu, se me hizo agua. Y se formó un charco a mis pies donde me vi reflejado nuevo, por estrenar. Y así, con un traje blanco novia, me eché a volar por la isla, pa demostrarme que no hay nada más invulnerable que un hombre sin máscara”. Con esa sentencia de vida, Federico –avisa– nació en Cuba, el lugar donde todos los Federicos se hicieron uno: “Me supe morisco, judío, gitano, guajiro, mujer, hombre, rojo, negro y escandalosamente andaluz”. 

El actor Javier Jiménez Noia representa a Lorca. Plano Katharsis

Comienza Lorca en La Habana, una película escrita y dirigida por Antonio Manuel y José Antonio Torres, sobre una de las etapas menos conocidas del autor de Romancero Gitano, asesinado en 1936 por ser, como dicen también en este trabajo alejado de la tragedia, Federico García Lorca, por ser él mismo. 

“La estancia de Federico en Cuba –viajó por unos días para dar unas conferencias y acabó quedándose más de tres meses– fue transcendental en su vida; lo que sorprende es que sea tan desconocida”, analiza Antonio Manuel en un coloquio tras un pase en Sevilla previo a su estreno en el 28º Festival de Málaga. “Fue transcendental –dice– porque, por una parte, puso luz a su vida personal, hizo ese viaje íntimo que de una forma tan magistral representa el actor Javier Jiménez Noia en la cinta. Un viaje a sí mismo, salir de esta España nacional-católica, de ese ambiente irrespirable, triste, de la dictadura de Primo de Rivera y llegar y encontrarse con una Andalucía abierta, con intelectuales de primer nivel que están luchando contra la dictadura de Machado, y que le hace ver que hay una hermandad entre su identidad y la identidad negra cubana. Todo eso es una auténtica revolución intima y hacia fuera”. 

Presentación de ‘Lorca en La Habana’ en los cines Odeón Plaza de Armas de Sevilla.

Hay un momento en la obra en la que Federico, en una representación teatral en la que va hilando todas sus vivencias en la isla, dice: “Mi sitio siempre estará con los que no tienen sitio, también en Cuba”. Allí participó, por ejemplo, en una manifestación en la que coreaban “abajo los teléfonos”. ¿Nos suena? “Qué revolución tan curiosa. No gritaban contra un rey o un mariscal. Era tan inverosímil que me fui a la calle a gritar yo también con el pueblo”. Allí se sumó a la denuncia contra el Yacht Club de La Habana por no permitir entrar a un negro en su piscina. Seguro que esto, hoy, también nos suena.

“Es en Cuba donde toma la decisión de regresar a España, donde decide que tiene que venir a ayudar a la República porque él sabe que comprometerse con los valores republicanos es comprometerse con la democracia, la libertad y su propia vida”.

Fue transcendental, según los directores, porque la vida de Federico cambia radicalmente después de este viaje: “Es allí donde toma la decisión de regresar a España, donde decide que tiene que venir a ayudar a la República porque él sabe que ayudar a la República es ayudarse a sí mismo, que comprometerse con los valores republicanos es comprometerse con la democracia, que comprometerse con la libertad es comprometerse con su propia vida”, explica Antonio Manuel, que incide, al igual que Torres, en que la película muestra no solo qué supuso Cuba para Lorca, sino qué mirada tiene Cuba del poeta. 

Esta es una de las grandes aportaciones del trabajo. Con un guion atravesado por el metalenguaje lorquiano y una canción original, la Habanera de la máscara, escrita por Antonio Manuel, compuesta por Jesús Bienvenido e interpretada por éste y la artista Roko, son los amigos y amigas, los escritores y escritoras que convivieron con el poeta andaluz en la isla del Caribe, artistas cubanos, quienes nos hablan de él, quienes nos dicen cómo fue su estancia allí, qué significó para todos ellos ese remolino de alegría e improvisación que era Lorca. Lo hacen a través de entrevistas ficcionadas a personalidades como el escritor José María Chacón y Calvo, la etnóloga Lydia Cabrera, el poeta Nicolás Guillén o la poeta Flor Loynaz, que son, a su vez, interpretadas por actores y actrices cubanas. También interviene la figura del musicólogo Adolfo Salazar, que coincidió con Lorca en Cuba.

La poeta cubana Flor Loynaz representada por Inima Dulce Fuentes. Plano Katharsis

“Y en los textos de ellos se puede comprobar que Federico se sintió escandalosamente andaluz. No solamente en las cartas que enviaba a sus padres, donde en más de una ocasión habla del paralelismo, de la semejanza con su tierra, de que verdaderamente se había sentido andaluz en Cuba. Y que había conocido una Andalucía en Cuba”, sostiene Antonio Manuel. “Él le advierte a su madre que iba a reescribir la conferencia de Arquitectura del Cante Jondo y que iba a desvelar cosas que iban a provocar temblores de tierra en España –prosigue el director–, porque iba a hablar de la influencia negra en el flamenco. Él en Cuba descubre esa parte de Andalucía que aún no había descubierto. Y a nosotros muchas veces se nos olvida que hay un caribe afroamericano andaluz y que es como si el Mediterráneo estuviera allí o como si el Guadalquivir naciera en Cazorla y desembocara en Cuba”. 

Porque Lorca, como muestra la cinta, sigue allí, también en quienes viven el inicio de este nuevo siglo que tanto recuerda al principio de aquel otro. Desde compañías de teatro y guiñoles que continúan representando la obra del poeta granadino hasta los niños y niñas cubanas que juegan por sus calles. “¿Conocen a Lorca?”, cuenta José Antonio Torres que preguntó a la entrada de un instituto en La Habana. “Yo ya he sido Bernarda Alba en dos ocasiones”, dice que respondió una chica desde el fondo.

También participan en este acercamiento de Lorca desde la otra orilla expertos e investigadores cubanos como Ciro Bianchi, autor del libro García Lorca: pasaje a La Habana, y Urbano Martínez Carmenate, autor de García Lorca y Cuba. Y otros nombres como Luis Machado Ordext, autor de Lorca el Inquietante, Tania Licea Jiménez, lingüista y profesora de la Universidad de La Habana, Rubén Darío Salazar, director de Teatro las Estaciones, y Antony Bernal, director de Teatro Trébol Gitano.

«A Lorca se le ha tenido un poco secuestrado aquí, centrado en el martirologio, en su final, en la tragedia. Y en Cuba he descubierto un Lorca que era feliz”.

Producida por Plano Katharsis y con la participación de Canal Sur, la película es, insiste Torres, una muestra real de ese Lorca universal al que solemos referirnos de carrerilla. “A Lorca se le ha tenido un poco secuestrado aquí, centrado en el martirologio, en su final, en la tragedia. Y en Cuba he descubierto un Lorca que era feliz”. “Hemos podido comprobar –añade Antonio Manuel– cómo se respira a Federico en cada rincón de Cuba, en cada rincón del mundo. Y cómo Federico no es pasado, sino que sigue siendo futuro; cómo su mensaje y cada una de sus parcelas vitales –como poeta, como hombre, como persona comprometida– llegaron a su epifanía en Cuba”. 

La obra se centra en la vitalidad del poeta en su estancia en Cuba. Plano Katharsis

Recordemos: el venía de Nueva York, de haber padecido el crack del 29 y las secuelas más crudas del capitalismo salvaje. Él vio, como recogió en su Poeta en Nueva York y como rememora Antonio Manuel, la tristeza en los ojos de los obreros y de la negritud. Y cuando llegó a La Habana se encontró a la segunda Andalucía. Según sus creadores, la película y la canción que la cose tratan de reflejar, por tanto, esa dualidad del Federico que tiene que vivir la tragedia –que se pone el traje negro para volver con su madre y que sabe que regresar a casa significa despedirse de ella– y el Federico que, pese a todo, si se mira al espejo, sigue viendo un Federico con el traje blanco que se compró en La Habana, ya sin máscara. “Me vine con la certeza de haber sentido la esencia de la alegría y la libertad y eso es algo que ni la muerte podrá arrebatarme”. Lo llamaban el rey de Andalucía.

“Ojalá esta película sirva para reivindicar todo lo que Federico significa, entonces y hoy. No es una película de memoria, de pasado. Es una película de futuro, especialmente en los tiempos que vivimos”, concluye Antonio Manuel.

Y entonces, cuando sales del cine esta mañana lluviosa, y comienzas a reposar lo que has visto con los ecos de la Habanera de la máscara revoloteando en tus oídos, entiendes que este día tristón de donde venía Lorca vuelve a ser hoy. Entiendes, claro, que las iguanas andan cerca y que las ra-ta-ta-ta-ta / ra-ta-ta-ta-tas de Bienvenido las están viendo venir, una vez más, a nuestras ciudades sin alma. 

Cuba
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