Tal valoración, viniendo de quien viene, honra a las dos naciones pretendidamente objetos de la injuria.
Quien esto escribió el día del arribo a La Habana en visita oficial del presidente belaruso Alexander Lukashenko es nada menos que Elliot Abrams, una figura de tenebrosa trayectoria en la política exterior estadounidense.
Abrams ha prestado servicios tanto en gobiernos demócratas como republicanos. Pero siempre se las ha arreglado para aparecer directamente involucrado en las más execrables fechorías contra los pueblos, no solo de Latinoamérica sino también de otras partes del mundo.
El artículo de Abrams, titulado “Se reúnen en La Habana pájaros del mismo plumaje” (“Birds of a Feather Meet In Havana”), apareció originalmente en el blog del Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores) de Washington, el 25 de junio.
Como funcionario del Departamento de Estado durante la administración Reagan en la década de 1980, Elliott Abrams, estuvo implicado en los sistemáticos robos de niños de opositores asesinados y encarcelados por la Junta militar de Argentina que eran entregados a familias de personas incondicionales a la tiranía.
Por documentos del Departamento de Estado de Washington desclasificados en 2002, se ha podido conocer que, en diciembre de 1982, Abrams recomendó al Embajador argentino "mejorar la imagen" de la dictadura militar encubriendo el horrendo crimen múltiple mediante la devolución de algunos niños a sus legítimas familias en un proceso que sería respaldado por la Iglesia Católica.
Aunque Abrams ha reconocido posteriormente, en un mensaje testimonial transmitido en forma de videoconferencia a un tribunal federal en Buenos Aires que “los desaparecidos morían y los niños que les sobrevivían se convertían en un problema humanitario más grave aún”, ello no fue obstáculo para que el Departamento de Estado certificara que la situación humanitaria “mejoraba” en Argentina.
En 1978, antes de ser electo presidente, Ronald Reagan envió un escrito al diario The Miami News censurando las críticas formuladas por el presidente Jimmy Carter acerca de las violaciones de los derechos humanos que se estaban registrando en Argentina. Abrams fue entonces uno de los principales voceros de la tesis de Ronald Reagan de que la junta militar argentina actuaba así porque había sido "establecida para restablecer el orden" y que no se justificaba tanta algarabía por el encarcelamiento de “unos cuantos inocentes".
Fue ostensible el papel desempeñado por Elliot Abrams contra la revolución popular sandinista, en especial como coordinador del financiamiento por el gobierno estadounidense de los escuadrones de la muerte argentinos que entrenaban en Honduras a la Contra nicaragüense y a los paramilitares hondureños.
Pero Argentina no fue el único país latinoamericano que sufrió las atrocidades de Abrams. Fueron notables sus estrechos vínculos con el general Efraín Ríos Montt quien, entrenado en la Escuela de las Américas, gobernó Guatemala entre 1982 y 83 tras la toma del poder mediante un golpe militar.
La huella de Abrams en Guatemala no es ajena a hoja criminal Ríos Montt, a quien se considera responsable de 1.771 muertes, 1.400 violaciones de los derechos humanos y el desalojo de 29.000 indígenas ocurridos durante su tiranía.
En diciembre de 1982, con la asesoría de Abrams, Reagan viajó a Guatemala para elogiar al dictador Ríos Montt “por sus esfuerzos y dedicación a la democracia y la justicia social”. Pocos días después de aquella visita de Reagan, fueron masacrados por los militares 251 hombres, mujeres y niños en la localidad de Las Dos Erres.
Reagan, asistido por Abrams, patrocinó y encubrió múltiples violaciones de los derechos humanos en El Salvador, donde una guerra civil de 12 años dejó unas 70.000 muertes, 90 por ciento de las cuales consideradas responsabilidad del gobierno respaldado por Reagan y los paramilitares.
En 1993, cuando el Congreso planeaba investigar el papel de la administración Reagan en las violaciones de derechos humanos en El Salvador, Abrams calificó la actuación del gobierno de ese país como “logro fabuloso”.
Tras una ausencia de la actualidad política exterior que no pudo borrar ni hizo olvidar su lamentable expediente, se le vio resurgir como miembro del Consejo de Seguridad Nacional del Presidente George W. Bush y más tarde como asesor informal del Presidente Barack Obama desde una posición de “experto” en el Council on Foreign Relations (CFR), donde increíblemente aparece incluido en un listado con reconocidos intelectuales y académicos estadounidenses que no merecen tan desprestigiada compañía.
* Manuel E. Yepe periodista cubano especializado en temas internacionales.
Fuente: Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad
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