Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Estamos a pocos días de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América.


Las estadísticas indican que serán elecciones reñidas por la división del voto existente.
La situación del país en sentido general no ha sido de las mejores, aunque no tienen comparación con las sucedidas en Europa. 
No obstante, podemos decir que la economía se ha ido nivelando, gracias en gran medida a la acción oportuna del Estado, cuyas acciones ayudó a detener los desequilibrios, producidos por una maquinaria privada, acostumbrada a actuar con independencia de las consecuencias sociales a las que dan lugar sus acciones. 
No podemos asegurar, cómo hubiese actuado el Partido Republicano de haber ganado las elecciones en el año 2008, pero por las declaraciones de sus dirigentes y su discurso guerrero, indican que hubiesen ocasionado mayores tensiones internacionales y los conflictos bélicos no solamente habrían permanecido, sino se habrían incrementado. Este tipo de política guerrera, fue precisamente uno de los factores que más contribuyó a mantener los desequilibrios presupuestarios y eliminar gran parte de la capacidad comercial del país. 
Durante la presidencia de Obama, estos asuntos han sido administrados con mucho cuidado, procurando soluciones salomónicas, ante que proceder a la amenaza que se ampara en la brutal fuerza militar acumulada por el país. 
El Presidente Obama es uno de esos hombres decentes, sencillos y de un pensamiento consistente que hace mucha falta, en un tiempo donde la política de chismes y leyendas tiende a entorpecer las libertades, la justicia y la democracia necesaria a un orden comunitario que aspira a la felicidad y el bienestar. 
Pero la propaganda respecto al desastre económico y la táctica de convertir en amenaza problemas que ya están marchando hacia soluciones parciales, confunde a la ciudadanía, la polariza y en lugar de unir pensamientos para mejorar el camino recorrido hasta hoy, disgregan las voluntades hasta conducir a las personas a elegir la alternancia al poder de una manera azarosa e irresponsable. 
La mala intención ha llegado a decir que por Obama votarían los vagos, lo cual encierra un menosprecio bochornoso hacia los sectores pobres, cuyos hogares solamente cuentan con ingresos inferiores a los 30,000 dólares anuales. Porque precisamente si las personas generan ingresos es porque trabajan. Y con un poco de sentido común se puede inferir que por esa remuneración realizan tareas que demandan gran esfuerzo y en gran medida cierto desconocimiento social, porque viven en un mundo de imágenes que no se corresponde con las realidades y no se caracteriza mucho por el respeto a la dignidad humana. Estas personas ejecutan labores mecánicas, demandantes de un gran esfuerzo y que sólo voluntades responsables están dispuestas a realizar. Seguramente vagos sean quienes acuden a tales expresiones y quienes por circunstancias han acopiado ciertos dineros que les permiten accesos materiales prohibidos para quienes pertenecen a sectores como el mencionado. 
Las personas tienden a confundirse y cuando escuchan a los republicanos decir que los servicios sociales tienen que ser reducidos, porque “esa gente no trabaja” y estamos “alimentando vagos”, no indagan lo suficiente para descubrir que las propuestas intentan facilitar la vida social de los menos remunerados y elaborar políticas que precisamente ayuden a reducir el número de los pocos vagos que existen en un país caracterizado por el trabajo y la responsabilidad.  
La política fiscal planteada por Obama es todo lo contrario de aquella orientada a alimentar parias. Se trata de una política que busca cómo proveer trabajo creando fuentes laborales y poniendo énfasis en sectores tecnológicos que son los que permitirán aumentar la productividad del país. 
La política económica de Obama lo que procura es mantener beneficios fiscales existentes y elaborar otros, dentro de las posibilidades del presupuesto nacional, para que las familias que trabajan, aquellos que constituyen entre el 52% y el 84% de la población, de acuerdo a la clasificación del sociólogo Dennis Gilbert, puedan abordar con mayor efectividad las obligaciones que demanda una sociedad en crecimiento. Esta valoración de las clases medias, es una visión ampliamente compartida por una gran diversidad de sociólogos.  
Con datos como estos podemos inferir, para el análisis político que pretendemos en este artículo, que los créditos y las deducciones en materia de impuestos propuestas por Obama no son para quienes no trabajan sino precisamente para ese porcentaje mencionado, que genera ingresos entre 32.500 y 60,000 dólares al año. 
Pero las razones de esos créditos y deducciones, que tanto preocupan a la Administración de Obama, no es para que las familias que perciben ingresos dentro del rango mencionado, obtengan más bisutería tecnológica, más teléfonos sofisticados que para nada le sirven a la mayoría de los ciudadanos, o para que vivan en una casa más grande o para que puedan comprar un “automóvil inteligente” que puedan mostrarle al vecino. Esta batalla fiscal está dirigida a facilitar que dichas familias puedan darle una mejor educación a sus hijos, porque una gran cantidad de estos privilegios relacionados con las obligaciones impositivas, se han estado estableciendo para facilitar la educación preuniversitaria. Esta educación es la que otorga las bases para poder aprender las tecnologías exigidas por la mayoría de los trabajos de hoy.  
La propaganda distorsiona esta batalla y procura  por otro lado endulzar los planteamientos del aspirante Romney cuando dice que quiere eliminar los impuestos sobre los dividendos y las ganancias del capital. Los republicanos hacen este planteamiento, en un contexto que les hace creer a las personas de ingresos superiores a la media, aquellos con ingresos entre 62,000 y 100,000 dólares, pero que a pesar de eso no alcanzan a educar desahogadamente sus hijos, que ellos se beneficiarán con esas medidas, cuando en realidad las políticas económicas defendidas por Obama, son para el beneficio de ellos, incluso en una mayor medida que para los otros más necesitados. 
Las personas en el rango de esos ingresos no tienen ningún beneficio porque se eliminen los impuestos de los dividendos de capital, porque en realidad sus ingresos por ese concepto, son irrelevantes en términos de un verdadero beneficio. Quienes se benefician de manera extraordinaria son el 1% que percibe el 90% de la producción del país y en gran medida también aquellos que perciben por encima de los 100,000 dólares, pero más aún para aquellos que sobrepasan los 250,000 dólares anuales.  
Precisamente aquel recorte de impuesto aprobado en época de Bush a principios del siglo XX, permitió algunas migajas para los más necesitados, pero representó un extraordinario regalo para el 5% de las familias millonarias y billonarias del país. 
En el aspecto impositivo, Obama quiere mantener los recortes para el 85% mencionado y que aquellos que se han enriquecido geométricamente en estos once años, paguen la cuota correspondientes por disponer de la fuerza de trabajo y de los recursos naturales, que les permitieron acumular sus grandes riquezas. 
En esto consiste el panorama del país. No se trata de alimentar vagos, ni de hacer obras de caridad. 
Entre las barbaridades propuestas por Romney y su equipo republicano, están la eliminación de las deducciones por una serie de gastos en que incurrimos para mantener nuestros hogares. Esto consistiría en eliminar el derecho de deducir los intereses sobre las hipotecas de las casas, la deducción de los inmensos y agobiantes impuestos que se pagan sobre las propiedades que nos cobijan, el mísero porcentaje de gastos médicos que hoy nos autorizan a reducir de nuestros ingresos y toda una serie más de pequeñas dádivas que hoy se nos conceden y que son beneficio para la mayoría de la población.
Las personas acostumbradas a la propaganda y los cuentos pierden su objetividad y su capacidad para informarse y analizar, por esos es que en medio del desconcierto estas elecciones parecen que van a ser tan reñidas, porque las personas no saben qué van a hacer y ni siquiera qué está sucediendo. 
La gente está ahogándose en un mar de desinformación y ha perdido su capacidad de pensar. 
Vamos a ver que nos deparan los próximos días.

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami

Martianos-Hermes-Cubainformación

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