Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- La enfermedad de Hugo Chávez no es la enfermedad del proceso cubano, tal y como la prensa insidiosa ha intentado presentarla. Creo que más allá, anterior y después de la enfermedad del Presidente Chávez, está la nueva cultura política cubana y el afán de continuidad del pueblo de Venezuela.
No sé si Cuba perderá ciertos privilegios comerciales adquiridos con Venezuela, de ocurrir un cambio en la dirección política de ese país.
Repito lo dicho con anterioridad: no sé hasta qué punto hay verdaderos privilegios para Cuba concedidos por Venezuela o si existe una relación comercial equitativa, donde ambas partes se hacen concesiones que, al propio tiempo, son consecuentes con el deber de sus dirigentes con los ciudadanos de sus respectivos países.
La relación entre Venezuela y Cuba, así como de Venezuela con otros países de la región, puede ser fácilmente tergiversada por las corrientes mediáticas que defienden los grandes intereses internacionales, haciéndolos parecer como concesiones de Hugo Chávez a Raúl Castro, cuando en realidad pudieran ser meras relaciones normales de dos economías que desean complementarse.
Los comercios minoristas y los mayoristas, muchas veces hacen rebajas extraordinarias que ocasionalmente son más del 50% de los precios originales y eso no significa una subvención pública. Sabemos que detrás de la promoción está la necesidad de impulsar la maquinaria productiva, para mantenerla en movimiento. No creo que a persona alguna se le ocurriría decir que los comercios subvencionan al público por razones altruistas o políticas de otra naturaleza. Si consideramos que el principal objetivo de la llamada Revolución Bolivariana es impulsar el desarrollo social colectivo, no sería desafortunado pensar que el intercambio actual es más favorable a Caracas que a La Habana. Los técnicos y profesionales que Venezuela recibe todos los años, no se “construyen” con la rapidez que se perforan nuevos pozos petroleros o se financian buques tanques para su transportación.
Con Chávez o sin Chávez, con petróleo más fácil o más costoso, es de suponer que el gobierno cubano continuará el camino de las reformas, dentro de concepciones políticas de carácter social y comunitario, mientras que con toda seguridad los países del Continente, al Sur del Río Bravo, obligarán a Washington para que reconozca a Cuba como parte integral de un mismo destino.
Chávez quizás sea el último Gran Líder latinoamericano. Su labor anticipa la posible creación de sociedades objetivamente racionales en lo político, donde el entusiasmo mimético de multitudes y la incondicionalidad hacia sus dirigentes, cedan el paso a los debates multinacionales, a la fidelidad en los criterios, al respeto por las funciones informativas y a la participación real y consciente en la elección de sus administradores políticos.
Hace muchos años que Venezuela no vota por Chávez como Presidente, sino por el cambio como solución.
La afectación momentánea que pueda provocarle a Cuba un reemplazo en la dirección política venezolana o variantes en el manejo institucional del proceso, tienen grandes probabilidades de ser compensada en el mediano plazo. Después de todo, lo más probable es que, luego de más de medio siglo de absoluto irrespeto hacia la Isla, Estados Unidos de Norteamérica no tendrá otra alternativa que establecer relaciones bilaterales cordiales con ella o al menos abandonar su estrategia de agresión política, económica y diplomática y dejar a su suerte a los pequeños grupos subversivos que aún reciben la indecorosa ayuda estadounidense, amparada por los órganos de inteligencia de ese país.
La continuidad del nuevo orden político venezolano sin Chávez (lo cual por ley inexorable de nuestro destino mortal ocurrirá y ojalá ese día esté lejos), será el último martillazo para dejar sentadas las bases de una nueva época y posiblemente la consumación de la Segunda Gran Revolución Americana.
Del brazo de esa epopeya estará Cuba de igual manera que las fuerzas progresistas de Latinoamérica, han marchado del brazo de Cuba.
Cuando parecía que todo se había agotado en la Isla y que era imposible continuar avanzando, surgió el liderazgo de Raúl Castro, quien resultó una continuidad actualizada de Fidel Castro, una vez que el líder histórico del proceso cubano perdió sus fuerzas físicas para ejercer la nueva dirección.
Si Chávez desapareciera de la administración del Estado venezolano, pudiera variar el tipo de intercambio económico existente con Cuba, pero siguiendo el mismo racionamiento también podríamos decir que mantendrá los mismos patrones.
La reciente toma de posesión presidencial sin que Chávez estuviese presente, es una señal rotunda de un proceso con profundas raíces sociales. La argumentación que plantea un cambio en las relaciones económicas entre ambos países, basado en el supuesto de que Chávez desaparezca, también puede aplicarse perfectamente, para decir que con Chávez a cargo de esa administración tienen las mismas probabilidades de cambiar. Lo que queremos resaltar con esto es que todo eso es relativo y no constituye un elemento esencial para presagiar, con fundamento, un acontecimiento apocalíptico o cosa por el estilo, que indefectiblemente significará un perjuicio para la nación cubana y su Estado.
El nuevo socialismo ha aprendido a escuchar las leyes económicas esenciales para su funcionamiento y sin convertirse en una caja de resonancia de todas las tendencias que generan durante el proceso productivo, actúa en consecuencia con los intereses sociales, y procura la mínima afectación del desarrollo y el crecimiento económico. La meta actual se centra con mucha claridad en garantizar esos dos aspectos y por otro lado, legislar para mejorar los mecanismos de distribución y especialmente el de los ingresos personales, todo lo cual solamente podrá hacerse dentro de un marco político enteramente nuevo.
Alrededor de este tablero se mueven todos los peones, los alfiles, las torres, los caballos y el Rey y la Reina. Estos últimos, claramente representados por una ciudadanía mayoritaria, muy consciente de sus metas, limitaciones y objetivos. El voto es el arma mortal de la injusticia.
No creo que el éxito electoral a favor de las promesas de cambios en la superestructura, haya sido una consecuencia de la votación masiva de los pobres, quienes en apretado bloque aspiran a un mundo mejor para ellos. En realidad la justicia gana en votación diáfana y cerrada, porque los ricos inescrupulosos (y no todos lo son) están constituidos solamente por un reducido grupo que en ningún país sobrepasa el cinco por ciento. El otro 95% de la población que ejerce el voto en Latinoamérica y cuya mayoría no es pobre, ha demostrado votar por el cambio.
Repetimos, con petróleo más fácil o quizás más costoso, todo indica que Cuba continuará el camino de las reformas y Venezuela y el resto de los países latinoamericanos seguirán el curso de las transformaciones. Ese proceso favorecerá una mejor integración de los recursos de la nación cubana con la dinámica del Hemisferio Sur y con los propios Estados Unidos de Norteamérica, cuya aberración política, en el orden de sus relaciones internacionales, está llegando al final.
Esto es un resumen parcial de cómo lo pienso yo y de cómo lo veo.
Lo pensado, escrito está y al hacerlo siento un especial cariño por aquellos que gustan de mis opiniones y también por quienes las odian.
*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.
Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación
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