Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- El derecho de elegir a los gobernantes en Estados Unidos fue, en un comienzo, un derecho exclusivo de blancos y masculinos. Las mujeres no fueron consideradas porque dentro del modus vivendis de aquella sociedad, el hombre regía los destinos de la familia. Nada resalta mejor esta costumbre que la manera en que vestían a los niños, quienes hasta la edad de siete años usaban batas para uno y otro sexo. Cuando el niño llegaba a la edad de siete, los vestían con indumentarias similares a las del padre, ahondando en ese instante una diferencia que ya ambos sexos habían conocido durante los años de crianza: el hombre era el rector y símbolo de la autoridad suprema.
Fueron entonces los antecesores del Partido Demócrata actual, los liberales de entonces, quienes establecieron el privilegio del voto. Hoy esa tendencia se acentúa entre los republicanos.
En aquella época, dicha decisión señalaba con claridad que el mando pertenecía a los fundadores de las colonias. Los negros eran un agregado útil para atender labores simples donde la mano de obra no era suficiente. En el pensamiento de la élite que dirigió el proceso de rebelión, no existían razones para incluir a ese sector.
En la actualidad, con los cambios demográficos que han venido operándose en el país, los temores de perder Poder parecen estar estimulando esta tendencia y especialmente en los estados sureños, se buscan constantemente fórmulas que dificulten o limiten las facilidades para que puedan votar determinados sectores que, por lo general, no están constituidos por blancos.
El voto, como dijimos en el más reciente artículo, supera todos los defectos de la democracia representativa y de cualquier sistema que lo contemple como instrumento de elección. De aquí que todo sistema político que utiliza este procedimiento, lo primero que imagina es como manipularlo a favor del grupo o grupos de Poder.
Para limitar la discriminación del mecanismo electoral, el Congreso aprobó en 1965 la llamada Voting Rights Act, prohibiendo las acciones tendiente a limitar el voto ciudadano. Entre las prohibiciones consideradas, estableció que los estados o condados, con historias discriminatorias, tuviesen que recibir un tipo de autorización del US Attorney General o US District Court for DC. Por muchos años esta sección ha sido impugnada y finalmente en el año 2013 recibió un fallo favorable, a través de una demanda conocida como Shelby vs Holder.
La sociedad estadounidense se está enfrentando a cambios como consecuencia de las nuevas formas de producir desencadenadas por la Tercera Revolución Industrial, pero también por la nueva cultura que viene gestándose por los movimientos migratorios de los últimos cincuenta años.
En la medida que la sociedad se reorganice como consecuencia de ambos factores, el balance político perderá nivel y el platillo de la balanza en que se asienta el Poder actualmente, perderá su peso.
En ese punto el voto será devastador, tal y como está sucediendo en Latinoamérica.
Los intereses que hoy defienden los antiguos valores, bajo los cuales se organizó el Estado más eficaz que haya existido hasta hoy en la historia política de las naciones, pondrán más presión para constreñir el poder del voto y reducir la amenaza que representa para ellos.
Ninguna expresión podría expresar mejor el peligro que representa para los sectores del Poder que las palabras del fundador del movimiento conservador, Paul Weyrich, en el año 1980, cuando ya se vislumbraba la “amenaza” que representa el voto para el sector del Poder.
Dijo entonces el Sr. Weyrich “Yo no quiero que todos voten. Las elecciones no son ganadas por las mayorías del pueblo. Nunca lo han sido desde el comienzo de nuestra patria y tampoco es así en la actualidad. De hecho nuestra importancia en las elecciones sube, en la medida en que el voto popular disminuye”.
Sin embargo, de todas las restricciones impuestas a los votantes en el proceso de democratización del país, un elemento que jamás ha sido cambiado es el día fijado para la votación.
Hace poco un amigo me dijo que me había equivocado al decir que las elecciones de medio término eran el 2 de noviembre próximo.
Aunque en un trabajo de análisis una fecha es algo desechable que no cambia su contenido, en este caso la importancia estriba en que ese día es domingo y la fecha de votar, el 4 de noviembre, es un martes.
Siempre se ha argumentado que votar en días laborables es una impedimenta grande para los trabajadores, al tiempo que concede una gran ventaja a aquellas personas que no dependen de un horario de trabajo y más aún a quienes administran el horario de otros, porque la autoridad de permitir que un trabajador pueda dejar sus labores y asistir a las urnas, entre otras muchas cosas, se presta a la manipulación del votante.
La sociedad estadounidense se hace más compleja en la medida que las facciones políticas (sus dos Partidos) se deterioran y las facciones sociales cobran conciencia de sí, como viene sucediendo en Latinoamérica.
Así lo veo y así lo digo.
*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.
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