Noel Manzanares Blanco - Cubainformación .- Adelanto la clave que me acompaña en esta ocasión: como expresé en Cuba, por la armonía intergeneracional casi un año atrás, tengo la convicción de que las nuevas generaciones son/serán mejores que sus predecesoras; no vacilo en escribir que doy crédito a la pujanza de ese segmento de Mujeres y Hombres en todas las épocas —como hice en medio de una nebulosa alrededor del Caso La Joven Cuba; y apuesto por la Juventud, por la Experiencia y por la fusión constructivo-creadora de la actitud y sentimientos a favor de la mocedad y personas adultas. Con este presupuesto, me acerco a Modelo económico cubano. Aportes para una utopía, un reciente trabajo firmado por Roberto G. Peralo.


Con el ánimo intrínseco en el párrafo anterior, después de leer con detenimiento Modelo económico…, decidí compartir con mis lectores/as algunas interrogantes y acotaciones sobre el razonamiento de Peralo con el objetivo de que, una vez que usted una el ímpetu de este joven valor con las vivencias de quien escribe estas líneas, la reflexión que de ello se derive enriquezca en alguna medida la percepción en torno a la muy compleja realidad denominada Revolución Cubana. Así, me referiré apenas a cuatro aspectos.

Acerca del tema del Stalinismo en Cuba, ratifico lo que expuse en Julio pasado y de modo particular insisto en la pertinencia de repasar qué manifestó Fidel Castro en su conversación con Tomás Borge en 1992; al tiempo que una vez más certifico que careció de casualidad que a finales de Junio de 2011 en Fidel Castro, Alfredo Guevara y la Juventud Cubana preguntara: ¿Cómo hablar de Stalinismo en el —menos, colocar en tela de juicio la pulcritud que al respecto exhibirá el próximo Congreso del PCC, de acuerdo con registros en Cumbres anteriores de nuestra Vanguardia ideo-política—, sin matices que le permitan al lector/a una percepción lo más desprejuiciada humanamente posible —todavía más, ante la interpretación del Compañero Fidel? Ello, sin embargo, no me exime de hacer propia la sentencia que continúa de Peralo: “Hay que lograr que el Modelo sea lo más democrático e inclusivo posible, donde participe en su elaboración y aprobación la mayor cantidad de cubanos”.

Sobre que las “decisiones trascendentales para la nación no pueden quedar en manos de personas que no hayan pasado por el voto popular”, no me queda claro a qué se alude. No obstante, al paso que sugiero consultar Cuba: Partido dirigente y Democracia, significo que el criterio de “voto popular” requiere de precisiones porque ese acto por sí mismo no es garantía de Democracia (en muchísimos países las personas eligen y ¿después qué?), si no va acompañado de la búsqueda incesante de la participación/control ciudadano y edificación del consenso en el quehacer revolucionario fundamental en todo nuestro Caimán Verde. He aquí el porqué coincidí con la sentencia citada de Peralo.

En cuanto a “políticas y leyes que beneficien y estimulen al capital nacional por encima del capital extranjero, dándole más facilidades y ventajas” —tesis que reitera el autor en causa—, ratifico lo que subrayé en Enero de 2015 y vuelo a preguntar para que meditemos: ¿existe Capital nacional en Cuba?, ¿cuál es su procedencia?, ¿quiénes están mayoritariamente detrás de su presencia/desarrollo potencial?, ¿a dónde iría a parar el bienestar social amamantado por la Revolución Cubana, si tal Capital se implantara a sus anchas?

Finalmente, aludo a que es preciso matizar “Carlos Marx explicaba que el socialismo no es un modelo para alcanzar el desarrollo. Es necesario una economía con un alto desarrollo de las fuerzas productivas para que una sociedad pueda enfrentarse al difícil camino de querer construir un modelo socialista” —criterio que comparte Roberto Álvarez Quiñonez, analista cubano radicado en el sur de California. Grosso modo, recuerdo que esta fue una idea sostenida en tiempo en que no predominaba el Imperialismo, cuando era posible la Revolución simultánea; pero que en época del Capitalismo Monopolista de Estado, las masas son más proclives a levantarse en lo que Lenin denominó el eslabón más débil como aconteció en la Cuba de las Américas de mediados del Siglo pasado —sin ser absoluto; ver Lenin y la Revolución Permanente.

Por tanto, si bien con Peralo “No renuncio a esa utopía de construir un mundo mejor lleno de justica social para todos”, simultáneamente considero que es prudente explicar la afirmación de que “Nuestra economía aún no sabe gatear” en un examen riguroso del Modelo económico de Cuba. Entonces, le dejo con la palabra —reitero, desde la perspectiva de una apuesta por la Juventud, por la Experiencia y por la fusión constructivo-creadora de la actitud y sentimientos a favor de la mocedad y personas adultas.

 

 

 

 

 

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