Por: Osmany Sánchez (jimmy@umcc.cu / @JimmydeCuba).- Gran revuelo causaron las palabras del Papa Francisco afirmando que “son los comunistas quienes piensan como cristianos” y que “Cristo habló de una sociedad donde los pobres, los débiles, los excluidos sean quienes decidan”. Después de tantos años estigmatizando a los Comunistas, frases como estas no caen muy bien entre algunos, pero la realidad es que este mundo estaría mucho mejor si estuviera gobernado por comunistas. No deliro, verán que tengo la razón.


En este planeta ocurre lo que diga la prensa corporativa. Ocultar lo que no conviene y saturar el éter con aquello que responda a los dueños de los medios o lo que es lo mismo a la clase dominante es su labor de cada día. ¿Dónde se producen las violaciones a los derechos humanos y a la “Democracia”? Pues en aquellos países que pretenden implementar un sistema alternativo y anti hegemónico: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua o Cuba. Si no me creen analicemos los casos de Argentina o Brasil.

Cuando gobernaba Cristina y Dilma todos los días la prensa las criticaba por violar los derechos humanos, la libertad de expresión, corrupción…pero ahora cuando esos países son presididos por gobiernos de derecha, la gran prensa les pasa la mano. No sucede nada si Macri cierra Rusia Today o Telesur, o si despide a cientos de miles de trabajadores. Tampoco si Temer en Brasil congela el gasto social durante veinte años. En ambos países el pueblo protesta en las calles, pero es como si no ocurriera.

Hacen falta comunistas o al menos gobiernos de izquierda. Si en México gobernara un presidente “populista” – así le llaman a los que se preocupan por el pueblo- la gran prensa criticara todos los días las violaciones de los derechos humanos contra los estudiantes y los asesinatos de mujeres. Quizás ya el gobierno le haya dado respuesta a la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa o es muy probable que no hubiese ocurrido.

Bueno en honor a la verdad, los medios de comunicación no se limitan a los “populistas”. Si en la Libia actual gobernara alguien que no fuera del agrado de clase dominante mundial, la prensa estaría hablando de las violaciones de los derechos humanos, la anarquía y la segregación del país. Lo que demuestra que no hay que ser exactamente comunista sino simplemente no caerles bien a los dueños de los medios. Recuerden la ofensiva mediática para poner a la opinión pública a favor de la agresión militar.

Tuvieron que pasar más de cien años después de que la Decimoquinta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos prohibiera cualquier tipo de discriminación al voto basándose en la raza o en el color de los ciudadanos en los Estados Unidos para que en el año 1965 se firmara la Ley del Derecho al Voto. Luego de una intensa batalla, ganada finalmente por el presidente Lyndon B. Jhonson.

Por esa misma época se cometía en Cuba uno de nuestros grandes errores con la implementación de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP). La existencia de las UMAP abarcó tres años sin embargo es suficiente para denigrar al “Comunismo” mientras que la existencia de la discriminación racial en los Estados Unidos –antes y después de 1965- no se asocia nunca al Capitalismo.

No se trata de comparar un país con otro, ni siquiera de un sistema político con otro sino poner ejemplos del doble rasero que se ha empleado siempre contra la Revolución cubana. Los que hoy hablan de que Cuba vuelva a ser “libre y democrática” como antes de 1959, están legitimando de manera implícita la existencia del Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC).

A los comunistas se les puede acusar de muchas cosas, pero no de estar de espaldas al pueblo, en todo caso ese ha sido su gran pecado. Esa es la causa de su crucifixión histórica. Los comunistas tenemos que soportar que constantemente se nos compare o iguale con hechos que ocurrieron a miles de kilómetros de distancia y hace decenas de años, mientras que los que nos critican hacen loas al Capitalismo sin juzgarlo por ejemplo por las cárceles secretas, la invasión de países basados en mentiras o las violaciones de los derechos humanos en sus países.

Ser comunista es para mí un honor. Recuerdo que cuando durante el proceso del Partido me preguntaron que por qué quería ingresar a las filas de la organización, respondí que ser militante comunista debe ser una aspiración y no el final de una vida de militante de la Unión de Jóvenes Comunistas y eso mismo trato de transmitírselo a los más jóvenes.

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