Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Cuando un gobierno tiene que escoger entre el Poder y la Verdad, termina seleccionando mal. Este parece ser el caso de Donald Trump.


En su mente que, algunos catalogan de loco, la voluntad de SER (filosóficamente hablando), predomina sobre toda consideración ajena, término que en su diccionario parece no existir.

Desde antes de ser electo, ya venía anunciando una confrontación con los medios, especialmente con aquellos que lo atacan y mostrando una maligna tendencia a decidir qué es noticia, cómo debe elaborarse y cuando presentarla. Por eso recurre al twitter, donde dice lo que desea, lo cocina con la sazón conveniente a su dieta y lo sirve el día que él mismo, inconsultamente, escogió para la cena.

Los twitters, Facebook y los curiosamente llamados medios de interacción social, tienen más lados negativos que positivos. Lo he dicho en muchas ocasiones. Una cosa es el pasatiempo personal y otra la información que crea desequilibrios sociales, como sucedió en Medio Oriente, en Libia y como lo han intentado los “aparatos” en varias oportunidades en otros lugares. Hoy sabemos que los sistemas de inteligencia “occidentales”, jugaron un tenebroso papel en aquellas naciones “donde la acción popular, con sus conexiones celulares”, derrumbaron gobiernos. Quienes conocen algo de tecnología saben que, para controlar la “libre comunicación”, se inventaron los magnetómetros, los cuales circunvalaban el National Mall el día de la inauguración presidencial de Trump.

El peligro estriba en que una persona puede inventar la noticia y otros asumirla como real, actuando en consecuencia. De hecho, esta es una práctica de la inteligencia de los Estados. Cuando la información, real o ficticia, atañe la vida cotidiana y pasa por los poderes fácticos, los resultados pueden ser desastrosos. Ya la humanidad ha vivido esas etapas. Muchas naciones aún las padecen. Porque el totalitarismo no es una invención. Es un hecho real que usualmente se le achaca a la Rusia de Stalin, pero que el fascismo y sus derivados, administran mucho mejor porque no tiene reparos en confesar su compromiso irrestricto con una parte de la sociedad en perjuicio del resto.

Poder y Gobierno pueden ser lo mismo, pero no necesariamente. Siempre una élite dirige la generalidad de la vida social y también algunos aspectos de la economía, ese es el Poder. El Gobierno usualmente es su representante temporal. Pero también hay Gobiernos que se divorcian del Poder, lo cual parece ser el caso de Donald Trump.

Trump parece desconocer los mecanismos que le han facilitado al país una lenta pero real evolución. Tal parece que aspira a entronizar “otro Poder”, que no es necesariamente el de la generalidad ciudadana, sino el del capital a secas o quizás más grave todavía, a un selecto grupo de capital.

Aun cuando la polarización estadounidense es evidente, la misma durará hasta que sus criterios, ocasionen daños que la xenofobia no puede compensar. Porque la esencia de esa polarización, son la xenofobia, el racismo y los temores de una “América empequeñecida”, aun cuando está más fuerte que nunca, pero cuando las cosas vuelvan sobre sus pasos, los estándares de vida prevalecerán sobre esos enraizados sentimientos y muchos de los preteridos que votaron por él, la próxima vez lo harán en contra.

Los medios requieren de regulación, sin embargo, la palabra del Gobierno no puede prevalecer sobre el debate razonable, la objetividad y el debido uso de la parcialidad inevitable. Menos aún, es concebible un Gobierno que mienta, lo cual desgraciadamente, posiblemente sea la norma. Para evitar la mentira, Poder y Gobierno deben recurrir siempre al silencio o a la evasión como respuesta.

El Secretario de Prensa, cargo que inauguró la Administración de Herbert Hoover y es uno de los más “creíbles” encuentros periodísticos en Estados Unidos, mintió en su primera presentación. Así lo han denunciado todos los medios. Incluso los más conservadores, como el Wall Street Journal, fue tímido en su titular respecto a la masividad humana presente en la inauguración presidencial. El Secretario Sean Spicer, en comparecencia del lunes 23 de enero fue más objetivo y moderado. De cierta manera neutralizó la primera impresión, pero aún queda la incógnita: Donal Trump.

¿Qué hará Trump? El Presidente ha llegado a confesar que tiene un “guerra comenzada y larga” contra los medios. Algo insólito desde la Ley del Libelo, aprobada en tiempos de George Washington. Además, ha dicho lo que ya nosotros hemos informado.

Decir la Verdad puede ocasionar el reemplazo de un Gobierno sin afectar su esencia, pero un Poder en ascenso, sin bases que lo justifiquen, para sostenerse tiene que negar la realidad, es decir, tiene que mentir. Esperemos no ser testigos de algo semejante.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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